martes, 10 de julio de 2012

La ventana.




Creo que mí padre heredó mi enfermedad, se pasa los días mirando por la ventana. Aunque él nunca me dijo que estaba enferma, cuando era niña me llamaba su pequeña abstraída y más tarde era su dulce niña aislada.

Todos los días después del desayuno mi padre leía algo o me contaba algo de mí, de él, de lo que no era mio ni de él y mi mente se convirtió en una especie de reserva federal de la palabra, donde miles de palabras se agolpaban ya casi sin espacio en una especie de rincones (yo lo llamo así). Esta el rincón de los olores, el de la infancia y los cuentos, el de lo prohibido, el de los secretos, el de los deseos y el rincón del olvido. Este no lo puedo explicar, pero sé que existía. Como aquella vez que olvide que me perdí a los tres años, que tenía mucho frío, que me balanceaba hacia adelante y hacia atrás, que me encontraron unos desconocidos, que frotaron todo mi cuerpo, que perdí mi ventana.

La ventana era para mí como un tercer mundo. Estaba mi mundo interior, ese que solo conozco yo y todos se empeñaban en descubrir. Estaba el mundo de mi padre y la ventana, mi mundo exterior. Aunque solo yo  la podía ver, sentir, transformar.

Nunca pude entender como nadie disfrutaba como yo de mi ventana, claro que tampoco lo podía explicar, ya sabéis las palabras me lo impedían.

5 comentarios:

Juan G. Marrero dijo...

Me recuerda a parte de “Yo confieso” de Jaume Cabré y de Ana Matute “Paraísos inhabitados”

Anónimo dijo...

Me gusta porque expresa sentimiento....enhorabuena.

Raúl M.V. dijo...

Qué literarias son las ventanas...inspiran y evocan. transmite mucho este "relatillo".

Yolanda M dijo...

Precioso relato.Entrañable.

Satori Kundalini dijo...

Que claro y real. Y que emotivo me ha parecido el relato Mensy... y qué forma de llegar al alma tienes a través de las palabras.
Tienes una facilidad para transmitir que me sorprende, me alegra, me emociona.