Hypatia. La mujer que amó la ciencia
Pedro Gálvez
Antes de nada, aclarar que este ensayo novelado sobre Hypatia es anterior a la “moda Hypatia” que generó la película Ágora de Anenábar, tirón, eso sí, que aprovecharon muchas editoriales para desempolvar antiguas ediciones sobre “la mujer que amó la ciencia”.
Gálvez ubica la muerte de Hypatia como el fin del saber clásico. El ensayo arranca con su nacimiento y el paseo por la memoria que su padre, Teón, hace por la antigua Alejandría. El recuerdo de la gran biblioteca, el día a día en la ciudad, su bullicio y su ociosa vida diaria, la filosofía, las matemáticas, el recuerdo de insignes alejandrinos…, esta es la parte mejor narrada y la que más atrapa. Así se intenta contextualizar la existencia de la brillante hija de Teón: una época en la que en el año 380 se firmó el Tratado de Nicosia, por el cual Teodosio I instauraba el cristianismo como la fe oficial del imperio, provocando numerosos incidentes tanto con paganos como con judíos. Alejandría era un lugar donde convivían tanto paganos de todo tipo, sobre todo aquellos de influencia más clásica, pero también gnósticos de un gran misticismo, con judíos y todo ello junto a una de las comunidades cristianas más importantes de la época. La elección del Patriarca Cirilo dio salida a la persecución y derribo del paganismo y por tanto, de Hypatia; perseguida por brujería, despedazada y quemada.
Este relato de Sócrates Escolástico, del V: “Algunos de ellos [los cristianos], cuyo cabecilla era un lector llamado Pedro, corrieron a toda prisa empujados por un ardor salvaje y fanático, la asaltaron cuando ella volvía a casa, la sacaron de su carro y la llevaron a la iglesia llamada de Cesarión, donde la desnudaron completamente y la mataron con escombros de cerámica. Después de descuartizar su cuerpo, llevaron sus trozos al Cinarión, y allí los quemaron”,es de los pocos testimonios clásicos recogidos sobre el martirio de esta mujer.
En el último capítulo, “El legado de Hypatia” el autor expone subjetiva su visión de la historia, con beligerante antidogmatismo y culpa directamente a Cirilo y al patriarcado dominante de la época de terminar con el espíritu griego y la sabiduría antigua. Igualmente, y anterior a desplegar una extensísima bibliografía, aprovecha para opinar, discutir y a veces atacar, a algunas obras que sobre esta figura silenciada de la filosofía antigua se han escrito. Interesante la polémica que abre con la escritora polaca Maria Dzielska ante su defensa de la iglesia católica.
Una lectura muy amena, bien narrada y que intenta rescatar la importancia la mujer en la historia.