Como sigue la lluvia de opiniones ante la “no participación de los ciudadanos en manifestaciones contra la corrupción y la locura capitalista” les invito a leer y pensar, recuerden aquello de “cuenta treinta antes de responder”. Por favor, lean dos artículos, uno de un polaco opinando sobre su país y la Eurocopa y la opinión de otro bloguero.
Aquí no estamos “contra el fútbol” o cualquier otro deporte de masas, sino contra la utilización que hacen muchos gobiernos, casi siempre dictatoriales o corruptos para despistar a la gente de su “dura realidad”.
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El opio y el esteroide del capitalismo
Durante el Mundial en Sudáfrica 2010 Terry Eagleton escribió que el futbol es un opio del pueblo y buen amigo del capitalismo y que si se quiere pensar en un verdadero cambio político, habría que abolirlo –sic (The Guardian, 15/6/2010).
…Pero mirando el contexto de la Eurocopa 2012 en Polonia y Ucrania –de la que hoy se juega la final– Eagleton incluso se quedó corto: el futbol puede ser un opio, pero también es un fuerte esteroide, un motor de la acumulación y del desarrollo desigual.
Para el premier Donald Tusk (PO) –gran aficionado y jugador– la Eurocopa fue un regalo: no sólo cumplía sus sueños, sino que vino justo a tiempo para salvarlo. En los meses pasados él y su gabinete liberal-conservador, arrogante y hostil a cualquier diálogo social, se enfrentaron a grandes protestas (las más fuertes por retrasar la edad de jubilación) y metían la pata una y otra vez.
Gracias al futbol anestesiaron la sociedad y mejoraron la imagen. Anunciaron una peculiar pax futbolera, posponiendo las reformas y pidiendo a los sindicatos que no se manifestaran durante el evento (Tusk prefiere tratar con una masa sinclasista de hinchas que con los sectores agrupados en torno a demandas específicas).
Gracias a un particular conjunto de factores Polonia se salvó relativamente de la crisis…
Lo más preocupante es que el efecto esteroide en la construcción es la prolongación del modelo que ocasionó la crisis…
La mayoría de estadios para la Eurocopa 2004 en Portugal resultaron elefantes blancos. Hoy es más barato demolerlos, que mantenerlos. Pero la deuda contraída para su construcción infló el déficit, problema que hoy acecha a este país (una estupenda lección sobre el origen de la eurocrisis –nada que ver los supuestos privilegios sociales).
Para construir los suyos Poznan, Wroclaw y Gdansk se endeudaron hasta las orejas (Varsovia está mejor). Podrían servir para conciertos o ferias, pero hacerlos rentables será difícil. Ya antes faltaba para hospitales, viviendas, escuelas, guarderías, teatros o transporte público. Ahora habrá aún menos gasto social, más privatización de bienes municipales y más impuestos.
El futbol resultó aquí la herramienta de la redistribución de riqueza hacia arriba y de estructurar las ciudades en torno de las exigencias del capital. En fin el circo lo pagará la gente, aunque no quiera verlo.
…En Polonia la crítica de la Eurocopa desde el principio fue objeto de burla. Pocos se atrevían a decir que mucha parte del dinero será malgastado…
Dicho todo esto y estando consciente de los usos y abusos del futbol, por un mes anduve hasta cierto punto alienado o conectado con la realidad futbolera…
El futbol por supuesto no se trata sólo del capitalismo. Querer abolirlo es absurdo.
Pero tal vez sólo en otro modo de producción el juego cobraría su verdadera dimensión moral (ya que la única moral capitalista es la del mejor postor).
Tal vez sólo más allá del capital dejará de ser el opio y el esteroide del sistema, volviéndose un placer…
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Fútbol y alienación (o como la pelota gira y la vida se escapa)
...El deporte les enseña a los niños lo que es la competición, la disciplina, el esfuerzo y, sobre todo, les hace ser conscientes de que los sueños se desvanecen. El placer de jugar por jugar no existe ya ni en las categorías infantiles. Los niños deben aprender el espíritu que domina el mundo: el de ser más que los demás y cuando no se puede, ser lo suficientemente listo para hacer trampas sin que nadie se entere. El objetivo es llenar la estantería de medallas y trofeos. Lo lúdico es eliminado, es una debilidad, una tara que hay que extirpar de sus pequeñas cabecitas. El placer está en la victoria, no en el propio juego. Así, conforme crezcan, irán interiorizado la ideología de nuestra época: ganar más dinero, acumular cosas inútiles, gozar de “prestigio”, tener es poder y poder es tener. Aprenderán que lo que importa es comprarse el último modelo de coche, donde ir da igual; a tener un trabajo, aunque no éste no tenga sentido y no les aporte nada. Lo importante no es lo que se hace, sino el hecho de hacer algo. La vida queda reducida a un mero dejarse llevar, a poseer y ser poseído.
Ya adultos, se conformarán con ver a los profesionales en el campo o por televisión, desahogando sus frustraciones, gane o pierda su equipo, eso da igual. Hay que identificarse con un campeón ―de fútbol, tenis o automovilismo― para ocultarnos a nosotros mismos las derrotas del día a día, las frustraciones, el aburrimiento, la soledad. Sobre las causas reales de estas frustraciones, sobre las miserias de nuestra vida diaria, sobre las derrotas cotidianas que nos inflinge este sistema capitalista, nos han enseñado que nada puede cambiarlas y que sólo queda resignarse, sacrificarse y agachar la cabeza, pues todos formamos parte del mismo equipo. Eso sí, tenemos gran cantidad de entretenimientos y drogas que nos hacen olvidarlas por un tiempo...