Incertidumbre
Pasto de las dudas, incapaz,
prisionero de mi natural carencia de denuedo pensé
por un momento
en desnacer
en volver a ser nadie; pusilánime don nadie; ni siquiera un recuerdo.
Jamás supe que pieza era en el
engranaje
y todavía contemplo a ese disfuncional largamente en el espejo
y sólo veo al mismo desubicado que envejece.
Miro al futuro miope y vago,
sin la vehemencia de querer conseguir;
sin el
febril deseo de culminar; sin la impetuosa necesidad de tener certezas ni asideros.
Reviso
el pasado, escrito,
hojeando sus páginas, sin arrepentimientos ni atisbos de nostalgia,
con un ligera sonrisa que me roba algún fragmento.
Saboreo,
lentamente, el presente;
su sabor, sorbiendo cada gota, distinguiendo y gozando
de cada matiz,
de su buqué,
de su cuerpo.
A veces agrio, a veces dulce, a veces conocido, a veces nuevo.
Y siempre amanece;
como amaneció esta mañana, y se repetirá esta mañana del otro día que espera.
Me dejo llevar por los latidos del camino,
que sólo yo siento
y que me conducen por sus recovecos.
En los cruces
dudo,
busco una señal camuflada por la espesura, y si miro a mi espalda,
en un intento de volver sobre mis pasos, todo es polvo,
pero levanto la cabeza y diviso un pueblo, pequeño y feo, a lo lejos,
que quiero
conocer.
Es junio y no hace calor y yo estoy cómodo en este desconcierto.
Echo a caminar en línea recta,
acompañado por mí
sombra, que me pisa las suelas de las botas,
dejando una estela de polvo que se
aleja a cada paso.
Sé dónde pasaré esta noche.
Conozco sus brazos que me
arropan
y sus labios que calman cicatrices que el recuerdo abre silencioso,
y las sonrisas de los de ayer que hoy siguen aquí, alguna nueva y hermosa, son bálsamo;
y eso
es todo,
me completan
y atenúan la incertidumbre.
Mañana...incertidumbre,
y tras la última tecla, incertidumbre.