Este artículo que pongo aquí, lo tomo prestado de una página que sigo con cierta regularidad. Trata sobre Ecología Humana, y el artículo es de Juan Antonio Saavedra Quesada. http://www.ecologiahumana.net/
Al pasar por puentes y túneles encontramos con frecuencia dos señales indicadoras especialmente importantes en nuestra vida, la que nos invita a encender la luz y la que nos pregunta si ya la hemos apagado, la que nos invita a abrir un ciclo y la que nos recuerda que hay que cerrar el ciclo que se acabó. Si conducir un coche exige respetar las indicaciones de cuándo conectar y desconectar la luz, saber dirigir y conducir nuestra vida exige controlar los ciclos interiores que nos señalan la intensidad y duración de las acciones adecuadas para satisfacer las necesidades que en cada momento experimentamos.
Al entrar en el túnel, como al iniciar o abrir cualquier acción, hay una señal que nos invita a encender los faros, a abrir los ojos, a saber empezar lo que hacemos en cada momento, poniendo toda nuestra intención y atención, nuestra pasión y energía en las acciones y ocupaciones que realizamos. No se trata de que hagamos lo que todos hacen, ni siquiera de cumplir obligaciones, sino de incorporar la ética a nuestra vida cotidiana y hacer en cada momento lo que es adecuado y productivo para llegar a las metas que nos hemos propuesto lograr. Poner nuestra energía en lo que hacemos requiere saber a donde vamos, conocer nuestro objetivo, como dice Matrix, pero también disciplina y entrenamiento para no tener miedo a la obscuridad o a las dificultades y para no dejarnos llevar de la inercia de repeticiones inútiles o acciones no productivas aprendidas en el pasado e inadecuadas en el presente.
Al salir del túnel y llegar al final de cualquier acción, hay otra señal que nos invita a cerrar la carpeta de asuntos pendientes y nos recuerda la importancia que tiene vivir en el presente y no continuar sin vivir por estar en el pasado. Para disfrutar del presente hay que cerrar lo que ya no necesitas y ya no te sirve, cerrar lo que pensaste o pensaron, cerrar lo que sentiste o sintieron, cerrar lo que dijiste o dijeron, cerrar lo que hiciste o hicieron. Hay que cerrar las creencias obsoletas y los aires contaminados, cerrar los grifos abiertos de emociones repetitivas e inadecuadas, cerrar las tierras baldías y acciones rutinarias, cerrar las lágrimas de cocodrilo, cerrar las espinitas clavadas que siguen alimentando rencores y venganzas destructivas, cerrar las retroocupaciones y preocupaciones.
La principal ventaja de cerrar los asuntos pendientes es que ya uno deja de estar dependiente y se siente feliz y con energía para disfrutar de la libertad y responshabilidad de estar en el presente. Para los que siguen no viviendo, por estar en el pasado y no donde están, a veces hay compañeros de camino que abren y cierran su mano varias veces para recordarnos este dato maravilloso: apaga la luz y deja de no vivir en el pasado para que puedas disfrutar de vivir en el presente, que es donde único se puede disfrutar de la experiencia de libertad y de amor entre las personas.
Juan Antonio Saavedra