viernes, 1 de enero de 2010

Tarde en San Vicenç dels Horts


Encontrando la delicadeza
en el aire que respiro
en las hojas que vuelan a su antojo
sin penas, dejándose llevar.
Y el cielo nítido
cambiando con extrema sencillez
con una coqueta armonía
enseñándome lo fácil que es existir.
Encontrando la delicadeza de la vida
en la nubes de un pulcro blanco
en lo árboles de una quietud envidiable
sin lamentos, dejándose mecer por el viento.
Y el cielo intensamente azul
derramando tanta serenidad
hasta donde mis ojos son capaces de ver
llenandose con solo una gota de vida
tan inmensa
como el universo
desnudando mi ego
hasta hacerme sentir algo más allá
más real
que este cuerpo mortal en el que habito.



Satori 2.010

2 comentarios:

Modesto González dijo...

Qué fantástico debe ser visitar lugares y hablar de ellos de esta manera. Desde que hace un año empecé a escribir boberías, no he viajado, pero tengo muy claro que haré como tú: escribir con los ojos lo bonito que queda de cada viaje y de cada lugar. Y seguro que en Barcelona puede inspirar el banco de un parque o un vagabundo pidiendo limosna. Y todo sea, tanto para lo bueno, como para lo malo. Ya nos contarás como te sentiste más allá de lo real.

Modesto González dijo...
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