Rescatando un hecho real que me sucedió hace un par de años.
Hola, soy el de siempre y quería contaros que ayer me fui a la playa con mi mujer, mi hermana, mi cuñada y mi sobrinita. Concretamente al sur de Gran Canaria, a Arguineguin, la playa se llama Anfi del Mar.
Llegamos como siempre muy contentos, enseguida montamos las sombrillas y pusimos las toallas y a disfrutar…Estábamos pasando un buen día de playa; nadábamos, tomábamos el sol, jugábamos, en especial yo con mi sobrina. Hasta que llegó la hora de comer, ¡ojalá nunca hubiésemos comido aquella tarde!, imaginaos después de comer las chicas se tumbaron al sol y yo me tumbé debajo de las sombrillas con mi librito para leer y pasar un buen rato.
La playa estaba a rebosar de gente ya que, en la otra playa; “Las burras” donde solemos ir, hacía viento y era imposible estar allí, así que después de ver el panorama nosotros y muchísimas de las personas que solemos ir a esa playa nos vinimos a Anfi del Mar.
Estábamos algo apretujados en Anfi, pero era un día estupendo y como os decía todo iba muy bien, y después de comer me dispuse a leer aquel libro bajo la sombrilla. Estaba tan contento leyendo pero al poco tiempo ya me empezó a entrar sueño, acabé como pude el capítulo y me dispuse a dormir echándome por delante de la carita mi camiseta para que no me molestara la luz del sol.
Estaba muy relajado, así que me costó poco y me supo mucho la sobada que me estaba echando. Pero de repente y en lo mejor del sueñito me doy cuenta que estaba roncando, era un poquito preocupante aunque acumulé fuerzas y seguí retozando plácidamente como un lechoncito hasta que mi mujer me llama por mi nombre y casi gritando;
-¡Rafa, que tienes un corrillo de gente viéndote roncar!
Según mi mujer y los comentarios de toda mi familia, la gente se descojonaba de mí viéndome y oyéndome roncar, yo ajeno a todo aquella patraña y ellas pasando vergüenza porque la gente sabían que veníamos juntos. Total que me puse de muy mala leche y le dije a mi mujer con malos modales:
-¡Ni en mi casa ni en la playa puedo roncar a gusto!
Así que me vuelvo a echar la camiseta por la cara y me doy la vuelta sobre mi costado derecho y en posición fetal me coloco de espalda a cuatro chicas que estaban tumbadas tomando el sol casi debajo de mi sombrilla. Otra vez me quedo dormido y me doy cuenta de que de nuevo empiezo a roncar, pero me da igual y sigo durmiendo hasta que…”me despiertan mis propios pedos”.
Sí amiguitos, roncaba fuerte, pero los pedos tenían que ser más fuertes para despertarme. ¡Que vergüenza pasé!, no me atrevía a quitarme la camiseta de la cara, así dejé pasar el tiempo y me quedé dormido otra vez y vuelta a empezar…”roncar y cagarme, roncar y cagarme”.
Ya bien entrada la tarde, me despierta mi cuñada para irnos para Arucas, pero las chicas que estaban tumbadas detrás de mí seguían allí. ¡Joder, no podía mirarlas a la cara, estaban sentadas mirando hacia mí. Si en aquel momento hubiese podido hacer un túnel bajo la arena para salir de allí, lo hubiese hecho sin titubeos!
Recogimos todo rapidito, sobre todo porque yo tenía una vergüenza de la ostia, mi familia también, claro. Cuando pasé al lado de las chicas no hubo ni risas ni comentarios, pero yo podía leer sus pensamientos…
Me di prisa en llegar a mi coche para que nadie me reconociera, parecía que todo el mundo me miraba y se sonreía, hasta parecía que se comunicaban entre ellos con gestos;
-Míralo, hay va el cagón este.
Salí con el coche del aparcamiento cagando leches, vi mucho rato detrás mío por la autopista un coche de policía, creo que habían avisado a la guardia civil para que me controlase y se asegurasen de que me iba.
Llegamos a casa no sin antes tener que aguantar el cachondeo de mi familia todo el camino, cuarenta y cinco minutos de burlas y cuentos con mi persona como actor principal, y mis ronquidos y pedos como efectos especiales.
Total, que cuando llegué ya de noche a mi casa me di una ducha y me metí en la cama con mi mujer y queriendo salir de dudas le hice la fatídica pregunta:
-Gloria, por favor, ¿aquello fue como me habéis dicho?
Y ella contesta:
-¡Si Rafa, te pasaste más de dos horas roncando y tirándote pedos, la gente se reía y eras el bufón de la playa!
Y pensé; ¡tierra, trágame!, allí mismo y sentado en mi cama, me puse las manos delante de la cara tapándomela, me daba mucha vergüenza a pesar de no estar en aquella playa en ese momento.
Bueno, después de esta experiencia verídica, he estado mirando lo de la cirugía plástica, pero no para la cara, si no para el culo, a ver si me ponen un hilo musical activado por viento en el agujerito del ano y así cuando salga un pedete sonará bien, y en cuanto al mal olor, me voy a poner un difusor de aromas agradable entre las nalgas, de esos que casa cierto tiempo sueltan un chorro, y me cuelgo una batería de coche al cuello pa alimentarlo de corriente.
PD: La playa sigue contaminada, estuvo unos días cerrada al público y prohibían bañarse, estuvieron unos tipos por la arena con detectores y unos trajes como plantificados herméticos con bombonas de oxígenos a la espalda recorriendo todo aquel lugar.
Satori
2 comentarios:
me parto.
No sé si esto lo leí en el otro blog o me lo contó el músico protagonista de la historia….Creo que todos tenemos ese miedo a quedarnos dormido en público y… No suelo echarme un sueño en la playa, pero recuerdo que más de una vez me decían que estaba roncando, lo de la música posterior es naturaleza en toda su pureza…
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