“Libre del pensamiento, paloma del instinto a tus ojos me rindo sin poner condición”. Escribió él en un posavasos después de unas cuantas copas de sabiduría, unas sonrisas delatoras y unas miradas que cortaban la respiración.
Nunca supe si aquel poema era suyo o de aquel poeta chileno que le gustaba tanto…………
Yo era una estudiante de tercero de Filosofía ávida de conocimiento y de inconformismos ante una sociedad llena de quimeras y mutismo social, que regresaba de una de aquellas manifestaciones, ya rutinarias que me daban la oportunidad de gritar ante las masas mi rebeldía….
Cuando se terminó la jornada de pancartas y voces alteradas, junto a algunos compañeros decidimos refrescar nuestras gargantas en algún sitio y allí entramos, a una especie de sótano, donde un solitario guitarrista daba rienda suelta a las cuerdas que se resistían en acompañarlo y chirriaban de cualquier manera…..mientras el populacho intentaba solucionar sus vidas a base de tragos de alcohol.
Al fondo había una especie de mesa redonda donde un hombre con aires de grandeza monologaba, mientras los otros lo escuchaban asintiendo y sin perder detalle….Y los entiendo porque yo también asentía ante aquella voz armónica, pero segura que hablaba de libertad, de la verdadera libertad tanto interna como externa.
Y su mirada se paseó y detuvo ante la mía…….y cortando el discurso en un homicidio me dijo sin desviar la mirada “Puedes tomar asiento”. Automáticamente, todos los que le rodeaban se marcharon sin despedirse, como si aquellas palabras llevasen una especie de código secreto, incluso el mal guitarrista se transformó en un bendecido Santana. Y yo hipnotizada por los acontecimientos fui levitando, mientras la cara me quemaba y los pies se sumergieron en una especie de arenas movedizas.
Solo fue una noche, aunque a veces no sé si fue una sola o muchas de continuo insomnio porque la noche no quería terminar……………
Nunca supe si aquel poema era suyo o de aquel poeta chileno que le gustaba tanto…………
Yo era una estudiante de tercero de Filosofía ávida de conocimiento y de inconformismos ante una sociedad llena de quimeras y mutismo social, que regresaba de una de aquellas manifestaciones, ya rutinarias que me daban la oportunidad de gritar ante las masas mi rebeldía….
Cuando se terminó la jornada de pancartas y voces alteradas, junto a algunos compañeros decidimos refrescar nuestras gargantas en algún sitio y allí entramos, a una especie de sótano, donde un solitario guitarrista daba rienda suelta a las cuerdas que se resistían en acompañarlo y chirriaban de cualquier manera…..mientras el populacho intentaba solucionar sus vidas a base de tragos de alcohol.
Al fondo había una especie de mesa redonda donde un hombre con aires de grandeza monologaba, mientras los otros lo escuchaban asintiendo y sin perder detalle….Y los entiendo porque yo también asentía ante aquella voz armónica, pero segura que hablaba de libertad, de la verdadera libertad tanto interna como externa.
Y su mirada se paseó y detuvo ante la mía…….y cortando el discurso en un homicidio me dijo sin desviar la mirada “Puedes tomar asiento”. Automáticamente, todos los que le rodeaban se marcharon sin despedirse, como si aquellas palabras llevasen una especie de código secreto, incluso el mal guitarrista se transformó en un bendecido Santana. Y yo hipnotizada por los acontecimientos fui levitando, mientras la cara me quemaba y los pies se sumergieron en una especie de arenas movedizas.
Solo fue una noche, aunque a veces no sé si fue una sola o muchas de continuo insomnio porque la noche no quería terminar……………
3 comentarios:
Me ha gustado mucho Mensy, que bueno.
Me ha encantado. Quiero más.
¡Quiero saber como sigue, Mensy!
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