Esta mañana me tomé el café con la muerte de Joe Frazier, el primer hombre que venció a Muhammad Alí en el Madison, en 1971. Frazier era un boxeador chaparro pero robusto, y duro, un tipo muy duro capaz de boxear a ciegas en Manila cuando en el asalto 14 Alí, en su tercera pelea, le hinchó los ojos a base de golpes. Pero Frazier no quería bajarse del ring, y cuando su esquina tiró la toalla se enfadó, se enfadó mucho y le dijo a su viejo entrenador:“quiero ir a por él, jefe”. El gran Joe se topó en su carrera con el grandísmo Alí y el imbatible Foreman; dos compañeros de viaje que eclipsaron sus años. Alí le ganó dos veces después de la memorable pelea del 71, y su combate contra Foreman fue tremendo; nunca Fraizer había probado tantas veces la dureza de la lona. Pero suyo es un puesto de honor en la historia de este deporte tan grandioso como ingrato.
Hace más o menos un año vi el documental que la HBO realizó para conmemorar aquel famoso tercer combate en Manila. En su momento comenté que es un documento que pone los pelos de punta. Frazier, arruinado, vivía en lo alto de su gimnasio en Filadelfia y repasaba las imágenes de aquella noche. En su rostro, las secuelas de un ojo medio ciego, pero su orgullo intacto. Nunca admitió su derrota, porque Alí sabía ( y sabe) que Fraizer lo había destrozado. Alí llegó a decir, que nunca se había encontrado tan cerca. de la muerte.
Frazier murió con 67 años. No pudo vencer un cáncer de hígado. Muchos creen que fue el Campeón más grande de la historia. Estoy seguro de que ayer murió sabiendo que fue el Campeón más grande de la historia, que fue el primer hombre en vencer al más grande de todos los tiempos y que en Manila, si no tira la toalla el viejo Futch, habría sido el Campeón eterno.
2 comentarios:
Grande, grande si señor...
Parecen dos nenas peleando por una barbie...
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