Hace unos días un compañero de trabajo que acaba de llegar alquiló una vivienda en Nazaret, y todas las tardes intenta hacer senderismos por las cercanías. En una de sus salidas subió a la Montaña de Tahiche y me comentaba las hermosas vistas…
Le respondí que si…Yo había subido hace unos meses con un amigo cazador y sus cuatro perros perdigueros. Hace años cuando mi hijo tenía unos seis años subí con él a hombros y los dos perros que teníamos en ese momento. Pero no le conté que también escalé aquellas laderas con una hermosa mujer que quedó petrificada ante los dos hermosos cráteres del volcán. Ella ascendió con su cámara en mano y se paraba para intentar captar “instantaneas”. Ahora una nube, ahora un ave, el cráter…Todo le era hermoso. Yo no veía nada de lo que mi acompañante admiraba, solo la contemplaba a ella. Quizás ya me sabía la montaña de memoria y ahora quería aprenderme los senderos de su piel, la brisa de su sonrisa. Varias veces tuve que sujetarla en la ascensión de la ladera porque al colocarse en posiciones incómodas estuvo a punto de perder el equilibrio. Con toda buena intención la sujetaba y ella sonreía.
¡No te preocupes, no me voy a caer!
Yo había perdido mi equilibrio desde el momento que comenzamos a subir. Pero me dejaba llevar por su voz, por sus comentarios sobre el paisaje y la fotografía. Hubo un instante en que dijo:
¡Tanta belleza…!
Si, tanta belleza me había noqueado y creo que estuve bastante “torpe”, aunque ella disfrutaba de mi actuación. En ningún instante fui capaz de atravesar la barrera invisible que la cámara había colocado entre nosotros… ¿O no…?
Hace unos días cuando estaba leyendo en la cama una gran novela, el autor narraba como se mezcla la realidad con los sueños. De repente recordé unas imágenes mías en un restaurante y no recordaba si había sido un sueño o me pasó en realidad. En ese instante, ni aún ahora he podido averiguarlo.
¿Me habrá pasado lo mismo con la subida a la montaña con la fotógrafa….?
2 comentarios:
Como dice la letra de una canción de "Jarabe de Palo"
Que hay de malo en perseguir los sueños?
Que hay de malo en soñar despierto?
Son los sueños realidad o sueños?
Es la realidad verdad o un sueño?
Como dijo Calderón: «Y soñé que en otro estado más lisonjero me vi. Qué es la vida: un frenesí, una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño, que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.» Y todo esto además entronca con el concepto del «deja vu» (lo habré vivido antes o sólo lo estoy soñando...) Con lo cual, amigo Juan, nos quedamos en ascuas.
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