Odio mis pies. Son ellos los que me traen de regreso. Marcan las pautas de mi vida y deciden por mí. Por mucho que intente alejarme, ellos regresan. Solos, como si tuvieran su propia consciencia y mostraran de esta forma su poder sobre mí. Se enfundan unos tacones altos, y emprenden el camino de vuelta. Los tacones resuenan como el latir de un corazón, enfebrecido, y la desazón aumenta en cuanto me acerco a estas calles, a esta esquina. Deseo huir, pero ellos se niegan a obedecer y comienzan sus paseos calle arriba, calle abajo, exhibiéndome. Yo no puedo hacer otra cosa, que contemplarlos desde lo alto y maldecirlos.
Una sombra se alza a mi lado y tiemblo de terror.
-¡Nena! Yo no te he pagado para mantener una conversación; así que abre la boca y empieza a mamar.
8 comentarios:
Vaya vaya con Karnack
Si, a veces los tacones dan vértigo...
La contundente vuelta de Karnak...
Impecable.
Tacones de aguja: elegancia lujuriosa.
¡Genial como siempre Karnack! con finales impredecibles... me gusta.
,¿eh?,
a ha no hay nada como unos buenos carnavales para que ellos se vean en la piel de una mujer.bromas aparte,super bonito y original,nos traslada a otro lado en la escritura de karnak.felicidades
Menudo relato... Seguiré usando tacones pero ahora, cuando lo haga, no sé por qué, me acordaré de tí... Genial Karnak, algo lujurioso, pero te pega...
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