El auxiliar se quedó un poco en evidencia. El médico que atendía al chico era una gran persona y profesional, el paciente estaba siempre muy a gusto con el a pesar de sus dolencias y su reciente operación. Un día que no pudo venir a pasar consulta en el postoperatorio envió a otro colega de planta. Este lo primero que hizo fue intentar echar a los padres de la habitación, hecho que nunca hizo el otro profesional. El padre se presentó, le comentó que era licenciado en medicina que su hijo era muy pequeño y estaba acostumbrado a estar con sus padres. El médico insistió y entonces el padre acepto salir pero que dejara a la madre y se fue al igual que todos los padres de las otras habitaciones y se colocaron a unos metros en un pasillo. Desde allí el padre pudo ver como su compañera seguía discutiendo con el médico para no dejar al niño solo. El padre comenzó a hablar con los otros familiares para convencerlos de que era un derecho , que en algunos hospitales, entre ellos el número uno de España en Pamplona existía una filosofía de acompañamiento siempre al niño. Pero no encontró apoyo, sino cara de perplejidad entre aquellos “asustados padres”. Entonces, le subió la adrenalina y volvió a la habitación, donde la madre seguía enfrentada al médico. Intervino, en la discusión y también se negó a abandonar a su hijo. Al final el médico muy enfadado y colérico se fue sin examinar al niño.
El asunto llegó a oídos del buen profesional que se encargaba del chico y vino a pedir disculpas a los padres y dio la orden a sus compañeros que solo él se encargaría de atender a aquel convaleciente. Incluso, un día vino con ropa de calle pues estaba librando y se acercó al hospital para supervisar al chico.
A los 15 días el niño abandonó muy feliz el hospital. Y los padres muy contentos felices y agradecido con aquel profesional.
14 años después esa misma madre tenía que sacar su coraje para enfrentarse a la alienación de algunos profesores, a la ceguera de algunos educadores que solo ven números, notas en lugar de personas con futuro y presente intoxicado por la mentira de los políticos, bombardeado por la corrupción de la banca y la oscuridad de un sistema capitalista que le roba las neuronas a los que se suponen que tienen que educar a la población.
Coincidiendo esta madre con lo que dice el sociólogo Rafael Feito Alonso:
“…El máximo de paroxismo se alcanza en segundo de bachiller, curso que, lejos de servir para aprender, se ha convertido en una suerte de academia para aprobar la selectividad. La mayoría de los aprendizajes de la educación obligatoria se conciben desde la óptica del estudiante que presumiblemente va a llegar a la universidad. Solo así se explican tantos
conocimientos inútiles, academicistas y descontextualizados. El resultado es la segregación.
La principal preocupación de la escuela –y esto es muy claro en
la secundaria obligatoria- parece ser la de cómo librarse de los alumnos menos académicos. Incluso allí donde este nivel es comprehensivo hay mil y una vías para desprenderse de ellos: desde la repetición de curso a la pre-formación profesional pasando por la agrupación de niveles o la diversificación curricular
y los inevitables programas de compensación escolar -¿de qué hay que compensar?-. Lo que sea, salvo pensar en el éxito escolar para todos…”
(Publicado en Qurrículum. Revista de Teoría, Investigación y Práctica Educativa, 23, pp. 55-79, 2010 Sociólogo. Universidad Complutense de Madrid.)
2 comentarios:
Chapó para esa madre que ha sabido sacar valor para defender a su hijo en circunstancias que otras seguramente mirarían para otro lado y tristeza por todo ese no-profesional que posiblemente ha sido mal orientado hacia unas profesiones que deberían ser claramente vocacionales…………
Esta semana pasada, mirando universidades online, me he visto que en la UAX hacen pruebas de nivel para el ingreso. Además de la Pau, los que quieren entrar tienen que demostrar niveles que exigen para las carreras y sobre todo en inglés. De aquí salen las élites de este país, que luego nos gobiernan y nos recortan los derechos. Con la mentalidad con la que son educados, no debe extrañarnos como va todo por aquí.
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