miércoles, 4 de julio de 2012

Los hijos de los días

En estos días de tormenta de calima, de marea roja, de reclamaciones ante oídos sordos, de viento, de crisis que alarga la estupidez humana ha caído en mis manos, como decía el hedonista que lo envió, una “joya”, el libro “Los hijos de los días” de Eduardo Galeano. La estructura del libro es parecida al igual que su sarcasmo y humor a su obra “Espejo”. De este autor me había leído hace mucho tiempo “El mundo al revés”, y así sigue. Tanta estupidez, tanta maldad…En este libro cuenta desde el 1 de enero al 31 de diciembre anécdotas de los 365 días de años, unas te hacen reír, otras llorar de tristeza, pero todas te hacen pensar:
¡De dónde sacamos tanta idiotez los humanos…!
Utilizamos un cerebro que ha evolucionado millones de años, para llevar al límite del sinsentido toda la barbarie e ignorancia. Claro, el tiempo va colocando a cada uno en su sitio, pero antes se han llevado muchas vidas humanas y seguimos errando una y otra vez con sus graves consecuencias para la evolución de la humanidad.
Un libro  que les aconsejo que le echen una ojeada.
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“…El libro cuenta historias que han ocurrido a lo largo de la historia y alrededor del mundo. Galeano encuentra similitudes entre este último libro y el titulado 'Espejos', en lo que se refiere a su peculiar forma de observar el mundo, que como el mismo Galeano afirma es similar a observar «el universo por el ojo de la cerradura, contar la historia grande desde las historias chiquitas» o como diría más de un poeta, a través de lo cotidiano y de los llamados héroes anónimos…”
“…En el libro aparecen muchas de sus geniales frases, del tipo de «si la naturaleza fuera banco ya la habrían salvado», «los primeros libertadores de París fueron españoles que pensaban que después España sería liberada, se equivocaban» o aquellas que se refieren a la burla a Estados Unidos por considerar, durante años, a Nelson Mandela un terrorista. Lo que propone el autor uruguayo en este 'Hijos de los días' es repensar el mundo al revés…”
“…También hay textos como este: «En 1937 murió John D. Rockefeller, dueño del mundo, fundador de la Standar Oil Company. Había vivido casi un siglo. En la autopsia no se encontró ningún escrúpulo»…”

2 comentarios:

Mensy dijo...

Galeano también, siempre es buena idea. Hoy me he releído un libro que forma parte de una trilogía “Memoria del fuego”………..Un recorrido histórico de América donde se rescata la memoria de unos y otros……….Aquí un pequeño-gran fragmento del principio del libro:
“Colón
Cae de rodillas, llora, besa el suelo. Avanza, tambaleándose porque lleva más de un mes durmiendo poco o nada, y a golpes de espada derriba unos ramajes.
Después, alza el estandarte. Hincado, ojos al cielo, pronuncia tres veces los nombres de Isabel y Fernando. A su lado, el escribano Rodrigo de Escobedo, hombre de letra lenta, levanta el acta.
Todo pertenece, desde hoy, a esos reyes lejanos: el mar de corales, las arenas, las rocas verdísimas de musgo, los bosques, los papagayos y estos hombres de piel de laurel que no conocen todavía la ropa, la culpa ni el dinero y que contemplan, aturdidos, la escena.
Luis de Torres traduce al hebreo las preguntas de Cristóbal Colón:
—¿Conocéis vosotros el Reino del Gran Kahn? ¿De dónde viene el oro que lleváis colgado de las narices y las orejas?
Los hombres desnudos lo miran, boquiabiertos, y el intérprete prueba suerte con el idioma caldeo, que algo conoce:
—¿Oro? ¿Templos? ¿Palacios? ¿Rey de reyes? ¿Oro?
Y luego intenta la lengua arábiga, lo poco que sabe:
—¿Japón? ¿China? ¿Oro?
El intérprete se disculpa ante Colón en la lengua de Castilla.
Colón maldice en genovés, y arroja al suelo sus cartas credenciales, escritas en latín y dirigidas al Gran Kahn. Los hombres desnudos asisten a la cólera del forastero de pelo rojo y piel cruda, que viste capa de terciopelo y ropas de mucho lucimiento.
Pronto se correrá la voz por las islas:—¡Vengan a ver a los hombres que llegaron del cielo! ¡Tráiganles de comer y de beber!”…..”Memoria del fuego l. Los nacimientos”

Raúl M.V. dijo...

Imprescindible Galeano, como nos tiene malacostumbrados.
Lo peor es que tras su muerte, el dueño del mundo, J. D. Rockefeller, dejó copia exacta de sus genes en su descendencia...y así seguimos.