Celda 211. España. 2009
Director: Daniel Monzón
Un día te levantas de la cama; te vistes, comes algo rápido porque no tienes el estómago para más y sales de casa con las ganas de volver y contarle a tu mujer embarazada cómo ha ido el día y las primeras impresiones sobre tu nuevo trabajo. Esto es lo que le pasa a Juan, el novato funcionario de prisiones que se incorpora un día antes de la fecha para causar buena impresión y empezar a manejar el cotarro… pero en su camino se cruza Malamadre y Juan se convierte en un poderoso camaleón.
La experiencia de ver esta película no es la misma que ver cualquier película de prisiones. Los americanos han hecho muchas, series incluso de gran calidad, como es el caso de "OZ", que termina la primera temporada con un motín espectacular y que estoy seguro que revisó con buen ojo Daniel Monzón – el director de Celda 211-. Y digo que no es lo mismo porque ésta historia es una isla en el oscuro panorama del cine español, y porque Luis Tosar se encarga con su actuación de conseguir que no olvidemos fácilmente la jeta de Malamadre.
Director: Daniel Monzón
Un día te levantas de la cama; te vistes, comes algo rápido porque no tienes el estómago para más y sales de casa con las ganas de volver y contarle a tu mujer embarazada cómo ha ido el día y las primeras impresiones sobre tu nuevo trabajo. Esto es lo que le pasa a Juan, el novato funcionario de prisiones que se incorpora un día antes de la fecha para causar buena impresión y empezar a manejar el cotarro… pero en su camino se cruza Malamadre y Juan se convierte en un poderoso camaleón.
La experiencia de ver esta película no es la misma que ver cualquier película de prisiones. Los americanos han hecho muchas, series incluso de gran calidad, como es el caso de "OZ", que termina la primera temporada con un motín espectacular y que estoy seguro que revisó con buen ojo Daniel Monzón – el director de Celda 211-. Y digo que no es lo mismo porque ésta historia es una isla en el oscuro panorama del cine español, y porque Luis Tosar se encarga con su actuación de conseguir que no olvidemos fácilmente la jeta de Malamadre.
“Malamadre es un tipo duro sin nada que perder que sabe que verá pasar el resto de su miserable vida entre barrotes y que decide montar un motín aprovechando el traslado de módulo de tres presos etarras, a los que convierte en moneda de cambio para mejorar la situación de los presos- qué hábil maniobra la de los etarras y qué gran momento en el guión-. Juan Oliver es un joven futuro padre que se incorpora a su puesto como funcionario de prisiones el día que los terroristas son trasladados, y el mismo día que Malamadre se levanta con el pie cambiado.”
Hasta ahora las películas de Daniel Monzón (El corazón del guerrero, El robo más grande jamás contado, La caja Kovak) habían pasado por los cines con buena crítica pero con poco público. Esta vez consigue el ansiado matrimonio. Es un guión frenético y agotador. Dos horas de metraje en los que apenas se da tregua al espectador y que en algún momento consigue que se le aceleren las pulsaciones. Bien podría haber hecho una película de prisiones de carácter social; posicionándose incluso, pero acertadamente prefirió decantarse por la acción –todo lo apabullante que permite una cárcel-, por la cuidada puesta en escena y caracterización –los actores secundarios están perfectos y los extras escogidos con esmero- y por la actuación impecable. Vaticino un duelo la noche de los Goyas entre Luis Tosar (Malamadre) y Alberto Amman (Juan Oliver).
El gran acierto de Daniel Monzón en esta película es el mostrarnos lo contrario a lo que creemos por momentos que pasará: un pulso psicológico que sin lugar a duda le gana al espectador. No convierte al héroe en villano. Tampoco llegamos a sentir lástima por el que antes sentíamos odio. No es un juego tan simplón. Nos vemos encerrados, transitando por pasillos claustrofóbicos, sufriendo por las decisiones y negociaciones de los que están fuera de allí y que nos vigilan por el ojo de una cámara… y eso es difícil de “disfrutar” últimamente.
El gran acierto de Daniel Monzón en esta película es el mostrarnos lo contrario a lo que creemos por momentos que pasará: un pulso psicológico que sin lugar a duda le gana al espectador. No convierte al héroe en villano. Tampoco llegamos a sentir lástima por el que antes sentíamos odio. No es un juego tan simplón. Nos vemos encerrados, transitando por pasillos claustrofóbicos, sufriendo por las decisiones y negociaciones de los que están fuera de allí y que nos vigilan por el ojo de una cámara… y eso es difícil de “disfrutar” últimamente.
R.M.V.
2 comentarios:
En los programas de television sobre cine la han puesto tan alta como tu...
A ver si los hedonistas salen de la prisión del silencio...jejejeje..
Da gusto ver una entrada nueva. Raúl queda libre de todas las acusaciones de silencio denunciadas por el hedonismo, a base de críticas cineastas y que le han abierto la puerta de la "celda 211" ejejejejej
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