jueves, 28 de julio de 2011

Micro


Este microrelato es de Enoc, al que estoy haciendo famoso en este blog en un par de días, pero es que el amigo tiene escritas cosas extraordinarias; relatos como éste que, aquella mañana que lo leí, me entusiasmó.


Percibí su olor nada más llegar a casa inundándome con un millón de sensaciones... como cada viernes, pero en jueves.

Cerré la puerta y dejé las llaves y el maletín sobre la mesa auxiliar de la entrada, inquieto, desconfiado.

Algo inusual pasaba, algo debía haber ocurrido para este cambio inesperado en el calendario. Durante cinco años, invariablemente, era en viernes cuando al llegar a casa me recibía aquel aroma acogedor, aquella esencia que evocaba pasajes de mi vida pasada y presente, el olor que impregnaba mi ropa, mi cama y cuya presencia se iba diluyendo a lo largo de la semana hasta que el viernes, otra vez, como cada semana, retornaba para hacerse de nuevo más intenso.

Pero hoy era jueves... nunca antes había habido un cambio.

Nunca hasta hoy.

Avancé lentamente siguiendo su inconfundible olor a flores. Adiviné su presencia por la sombra que se movía tras la puerta abierta del jardín, las cortinas ondeando con la suave brisa. Me acerqué, las descorrí y allí estaba, tendida en el jardín, el agua de la piscina tras ella lanzando destellos que refulgían dando a la estampa una imagen de ensueño.

La brisa golpeó suavemente mi cara y aspiré hondo cerrando los ojos para disfrutar por unos segundos de las sensaciones que anegaban todo mi ser.

Los abrí de nuevo y gocé de la visión: su blancura acentuada por un rayo de sol que incidía directamente sobre ella. Me inundó la sensación de estar de nuevo en casa, como cada viernes pero en jueves y fue este pensamiento el que de repente me despertó de mi ensueño: no podía perder de vista que estaba viviendo las mismas emociones en el día equivocado.

Giré bruscamente sobre mis talones.

Apuré el paso hasta la cocina donde encontré un papel escrito que descansaba sobre la mesa.

Acorté despacio la distancia que me separaba de la nota, agarré la silla colocada frente a ella y me senté dispuesto a encontrarme con lo que fuera...

Reconocí perfectamente la letra... y leí:

“Señor:

Hoy he venido en jueves porque mañana he de viajar al entierro de mi primo Anselmo. He pasado la aspiradora, he limpiado los altillos y he hecho la colada con extra de suavizante como a usted le gusta. La he tendido en el jardín para que se seque al sol.

Que tenga una buena tarde.

Irene.”


E.S.G


4 comentarios:

Ángel Díaz dijo...

madre, que bueno...subidón y luego, la nota...muy bueno si señor.

Juan G. Marrero dijo...

¡Ya hablaré yo con este señor Enoc de un asuntillo...!
¡Muy bueno...!

Satori Kundalini dijo...

Que bueno, me gusta mucho. ¡Más Enoc!, ¡Más!.

karnak dijo...

Me ha gustado mucho.