viernes, 19 de agosto de 2011

Despertar

Hay pocas cosas tan agradables para mí como sentarme al atardecer en la arena de la playa y sentir la brisa del mar acariciando la piel de mi rostro mientras los últimos rayos de sol calientan débilmente todo mi cuerpo. Me gusta cerrar los ojos para poder concentrarme mejor y disfrutar de las sensaciones que en ese momento siento. De vez en cuando noto como minúsculas gotas de agua llegan hasta mis labios dándoles a éstos un sabor salado que me recuerda donde estoy. Pasan unos minutos hasta que un escalofrío comienza a recorrer mi cuerpo. El sol definitivamente ha decidido ir a descansar hasta el día siguiente, hoy se ha portado maravillosamente bien, hacía algunos días que no se asomaba y en su lugar aparecían unas nubes grisáceas que entristecían estos días de verano. Son casi las nueve de la noche y la mayoría de las personas que estaban en la playa se han marchado. A lo lejos observo como unas señoras dan un paseo por la orilla mientras charlan. Un señor mayor ha sacado a su perro a correr sobre la arena, el perro está la mar de contento ladrando y saltando para recoger un palo que su dueño le tira para jugar con él. Mientras, yo sigo aquí sentada jugueteando con la arena, me gusta sentirla cuando esos minúsculos granos se escapan entre los dedos de mis manos y pies, es sumamente agradable.
Me recuesto con los brazos tras la cabeza mirando el cielo y un triste recuerdo se apodera de mi mente. El año pasado éramos cuatro en la playa, este año solo seremos tres. Hasta hace poco había permanecido dormida en el terrible sueño del luto. Creía que no sería capaz de despertar y volver a disfrutar de estos días en los que bajaba a ver el mar y a sentarme en la arena. Todo había pasado tan rápido que no era capaz de seguir con mi vida sin preguntarme por qué había ocurrido aquel accidente, él era una maravillosa persona, le encantaba ayudar a todos los que lo necesitaban y sin embargo….¿Dónde estaba Dios? Mi mente había perdido el equilibrio y le costaba disfrutar de las cosas que le gustaban o tal vez no quería disfrutarlas sino estaba él. Esa terrible tarde la mitad de mi vida murió y la otra mitad quería estar dormida, lo que había sido “hasta dentro de un rato” se convirtió en un “adiós” definitivo y yo no estaba preparada para eso, de hecho ¿hay alguien que lo esté?
Ha pasado casi un año y sin darme cuenta he comenzado a despertar de tan aletargado sueño. Es empezar de nuevo, recuperar mi antigua vida, equilibrar de nuevo mi mente y volver a disfrutar de aquello que había dejado de lado. Por eso decidí venir esta tarde a la playa y ver a mi gran amigo el mar. El mar…..aquel que me abraza con su brisa y me aporta serenidad, aquel que hace que me relaje con el sonido de sus olas y me refresca con su agua, aquel que hace que me sienta bien.

Soledad Glez. Encinoso

2 comentarios:

Juan G. Marrero dijo...

Ya te lo había comentado Marisol, muy bonito y profundo...Y es muy bueno DESPERTAR de nuestros continuos sueños e incluso pesadillas...

Mensy dijo...

Jolín. no había leído este “Despertar”………..es Buenísimo y lleno de mucha ternura……….debemos escuchar e implicarnos más en la naturaleza, que forma parte de nosotros…………nos sorprendería sus respuesta…………..