Recosté mi cabeza entre sus senos y su ombligo. Agucé el oído pegando la oreja contra la piel blanca y suave de su vientre. Escuché su corazón y tamborileé con mis dedos sobre su pubis al ritmo acompasado de sus latidos. Cerré los ojos con fuerza, hasta ver estrellas, y dormité ligeramente al arrullo de sus entrañas. De pronto, tras las lágrimas, el dolor, la lluvia… Verano.
R.M.V
4 comentarios:
¡Qué enigmáticos se me están haciendo todos los hedonistas...!
las grandes ausencias requieren de grandes retornos, auque sea en formato pequeño. Parece que van regresando las Musas del exilio. Bien por eso, me asomaré a la ventana a esperar a la mia...
Me ha encantado el dibujo Raúl…….supongo que hecho por ti y lo que te sugiere explicado en relato………..Muy poético.
Bonita combinación dibujo y microrelato... Muy buenas las dos cosas. Te imaginé así gracias al dibujo.
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