Se coge un caldero de arroz y 4 huevos que previamente ha cocinado
el día anterior tu pareja, (en este caso mi mujer).
El arroz en cuestión se le quemó un poquito, al igual que los
huevos cocidos... ¿Podría ser un mal presagio?
Nada, de camino al trabajo de mi mujer, se le pone toda la atención
posible mientras me habla y yo conduzco el coche, me va contando como cortar la
verdura, “finita", para la ensalada de arroz "Verde", tiene que
parecer que aunque vayas conduciendo no le estas prestando atención ni a
coches, ni a señales, ni a nada que no sea tu mujer, quedarás como un caballero
aunque la comía de oreja por un oído te entra y por otro te sale.
Al llegar al trabajo de ella, la despides con el besito de rigor,
una tocada de culo con deseo al apearse del coche y siempre esperar a ver si se
puede arañar algo más.
Le dices "si" a todo lo que te diga, pero sin parecer que
pasas de ella o que te lo sabes todo. Un último "si cariño" y
arrancas el auto.
De vuelta para casa, pones la radio y te olvidas del tema, al
llegar a casita haces el nalgas par de horas y cuando ya ves que no te queda
mucho tiempo, empiezas con las prisas a hacer las ensalada de arroz
"Verde".
Recuerdas algo que te dijo tu mujer mientras estás en lo tuyo,
"me gusta muy fina en la ensalada", tu asocias eso con lo primero que
te viene a la cabeza; ¡Lechuga!, entonces empiezas a cortarla lo más fina que
puedes, pero como aún te parece muy gorda decides triturarla.
Creyendo que vas a hacer un plato increíble, empiezas a triturar la
lechuga con la trituradora eléctrica pa más inri, pensando que va a quedar de
miedo a trozos finos y que va a ser el asombro de la familia por la capacidad
de inventiva que tienes adormecida en tu masa cerebral.
Un poquitín acojonado ves que al triturar la lechuga se va
convirtiendo en "puré" de lechuga, tu hijo se acerca y te dice que
"pares la trituradora", pero tú lo ignoras como si el ruido de la
máquina fuese el mismo que el de un martillo neumático al romper una acera,
intentas que parezca que con el ruido no le entiendes y lo mandas a tomar
viento fresco.
Acabando ya con la molienda de la lechuga, ves como la cara del
chiquillo tiene unos rasgos muy marcados de preocupación y al mismo tiempo de
resignación, pero tú sigues pensando que todo va fenomenal.
Mezclas el arroz hipermega-blanco como la teta de una monja, con la
lechuga... ¿que pasa?, la lechuga no se aclara, el arroz se queda totalmente
"Verde" y se confunde con ella.
Algo preocupado pero optimista, pasas a la siguiente fase que
consiste en cortar lo que falta de verdura en trocitos, el tomatito, los
pimientitos, los huevitos...pero tu hijo vuelve a la carga para intentar
enseñarte a estas alturas como se debe cortar todos los ingredientes.
Pero tú, haciendo gala de tu profundo y exquisito conocimiento de
Chef sabelotodo internacional, no le haces caso ninguno a pesar de que te lo
explica con cariño y con un cuidado especial para la capacidad de retención de
ideas de tu mente abierta.
Lo oyes pero no lo oyes, lo ves pero no lo ves...estas deseando que
acabe con su charla y sigues con tu peculiar forma de cortar las cosas en tacos
con un tamaño que solo tú sabes, con los que perfectamente podrías calzar un
camión cargado de cemento que estuviese cuesta abajo.
Al final lo revuelves todo, pensando que eres el "Rey de los
Fogones", y viene de nuevo tu hijo a darte un último consejo; "Por
favor, has otra comida que eso no se lo va a comer ni un chancho".
Total, que pasando de todo, llega la hora del almuerzo, tú te
retrasas pa disfrutar de ver tu mujer y a tu hijo comer a carrillos llenos y tu
entrada triunfal en la cocina.
Pero al llegar el panorama no es tan bonito, caras largas y sobre
la mesa todo parece intacto...nadie le ha dado más de dos cucharadas al potingue
tuyo, (la ensalada de arroz "Verde" nadie la toca).
Tú comes para demostrar que no es venenosa, que no tiene efectos
secundarios o que no va a causar algún tipo de alergia. Al final tu hijo come
lo que puede y ves con tristeza que tu mujer se hace un bocadillo de beicon a
la plancha.
Toman el postre y se levantan de la mesa dejando todo ese mejunje
"Verde" para ti solito.
Nuestra perra que siempre está bajo la mesa o los alrededores
pidiendo algo, hace rato que no la veo, siempre se me mete entre los pies, o me
araña con las pezuñas, pero hoy parece que no está en casa... ¿por qué será?
PD: Esta historia es verdadera, me sucedío hace un tiempo... preguntenle a mi mujer o a mi hijo, ellos saben la verdad.
He descubierto que mi mujer siempre tiene razón cuando dice que soy
un despistado y que tal vez el zumo de lechuga ha sido un descubrimiento casual
para la humanidad gracias a mi tenacidad y mi afán de superación.
Satori
10 comentarios:
Muy bueno RAfa...Yo pensaba que era de Claudio por su estilo...Y que era verídico estaba seguro...
Jajaja Rafa………..Sólo te faltó la hojita de perejil, que también es verde.
No me des ideas Mensy, ¡¡¡¡NO ME DES IDEAAAAAAAS!!!!!!!!!!
La lechuga tiene propiedades afrodisíacas. No sentiste nada raro despues de comer el mejunje?
Si sentí. Sentí que habían perdido la confianza en mí.
Llámalo "Sinfonía de la huerta sobre lecho de arroz y espuma volátil de lechuga", pon una ración minúscula en el centro de un plato sin forma de plato grande del copón, mancha los bordes con caramelo royal cual Jackson Pollock y pon acento de Ratatouille cuando lo sirvas...y a ver quièn se atreve a decir que no es la mejor y más gratificante experiencia culinaria que colma los sentidos.
Cierto. Vende tu receta, igual en el Bulli te cobran un dineral por un plato como este.
Yo sé que he descubierto algo importante, pero seguramente me lo reconocerán cuando me muera.
Ponlo en el testamento por si acaso, que nunca se sabe. Mi abuelo inventó el windows y por no patentarlo mira lo que pasó.
Tienes que montar un restaurante ya. Se iban a cagar los de la "alta cocina mundial".
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