En mi juventud me leí “Tus zonas erróneas” del Dr. Wayne Dyer. No había
vuelto a saber nada de este autor hasta unos meses que vi su interesante conferencia
“El Poder de la Intención” (http://www.youtube.com/watch?v=ZPKcj4G5Zm4).
Hace unos
días una amiga que anda por Irlanda me
envió la película-documental "El cambio". En esta explica en varias historias
de ficción y muy esquemáticamente como cada individuo tiene que intentar
encontrar su punto de partida.
En
nuestra vida atravesamos por nuestra infancia (también se puede dividir en
otras etapas), pre adolescencia,
adolescencia, juventud y madurez. El hecho de haber cumplido años no significa
que hayamos vividos intensamente esas etapas. Hay gente que se queda anclado en
alguna de ellas o que se salta alguna, con todas sus consecuencias. Si hemos
sido capaces de aprobar una a una (esa nota la pone la vida, el universo) somos
capaces de estar preparados para dar el salto cuántico del cual habla W. Dyer.
Hay
personas que en la edad adulta todavía sigue jugando a ser niño, o jugando a
ganar dinero y engañar a los demás, a no hacer su trabajo bien y escaquearse,
etc. Esos individuos tienen que repetir curso para poder entrar en la
universidad de la vida, para poder dar ese salto.
Cada
persona desde su lugar de la vida,
sobretodo en su trabajo (o desde el paro) puede realizar su sendero. No
se trata de rezar, de hacer talleres, de viajar a países buscando el santo
grial. Se trata de realizar tu labor, lo mejor posible, y ahí encontrar tu
senda. Desarrollarte como persona, como individuo y saltar.
No
podemos engañar al universo, a la vida como engañamos a nuestros semejantes o a
nosotros mismo. La vida nos hace repetir curso si nos desviamos de nuestra
senda.
Habrá
gente que llegada la edad adulta no se ha enterado todavía de que va la vida.
Pero señales en el camino han habido, pero si se prefiere sentar delante de la
tele a ver el fútbol, telediario o programa s basuras, pues estamos sembrando
para un suspenso.
Para
aprobar hay que leer, participar en acciones sociales, ser solidarios, despertar
unas cuantas neuronas para que pueda entrar la información.
Hay
cuatro pilares donde se apoya nuestra personalidad, o cuatro cuerpos. El cuerpo físico que hay que cuidarlos, mimarlo (dieta y
ejercicios equilibrados), el cuerpo emocional
(equilibrar todos nuestros sentimientos, emociones, pasiones, relaciones…), el cuerpo mental (despertar de la alienación social,
de los paradigmas que nos encierran en sectarismos) y el cuerpo
espiritual (respetarnos, respetar a los demás, ser altruistas, trabajar
por la humanidad). Son como las cuatro patas de la mesa. Si faltan dos se cae,
si falta una y nos apoyamos en ese lado también se cae. Hay que desarrollar los
cuatro. Hay individuos que tienen solo un pilar con un diez en él (muy
inteligente, premio nobel, o destacado en la música, o cualquier deporte…) pero
les fallan los otros. Tenemos que tener como mínimo un cinco en cada uno de
ellos.
La
película del Dr. Dyer lo explica muy bien.
------------
Película-documental: “El
cambio”
No hay comentarios:
Publicar un comentario