domingo, 22 de diciembre de 2013
Para él...
Intenté gritar pero no salió voz alguna. Intenté caminar, más mis pies no se movieron. Abrí los ojos sin ver nada. Quise mover los brazos, pero no se separaron de mi cuerpo. Me sentía desnuda pues un aire frío recorrió mi espalda, helando hasta el último aliento que me quedaba. Sin fuerzas y desesperada, me sentí desamparada, abandonada, derrotada. Hasta que llegaste tú. Tú me hiciste gritar, gritar de placer. Me hiciste caminar para a tu lado avanzar. Me abriste los ojos y me hiciste ver todo lo hermoso que había ante ellos. Me diste fuerzas, me reconstruíste, me pusiste a tu lado. Me convertiste en tu igual, en tu amiga, en tu compañera. Me diste una vida, tu vida, una gran vida. Sacudiste mi cuerpo y lo envolviste con tu calor, llenándolo de esa misma vida. Una vida que se reprodujo en mi interior, que me transformó, que se transformó. Eres grande, hermoso, bondadoso y generoso. Eres mi amigo, mi alma, mi gran amor. Jamás permitas que vuelva a caer en las tinieblas de la soledad. En tí, ciegamente confío. En tí, absolutamente creo. Por eso, te quiero.
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