domingo, 21 de agosto de 2011

La noche de aquel día…

Llevaba unos días con pequeñas derrotas, con triquiñuelas de la vida que lo estaban descolocando. No encontraba ningún pasillo para entrarle a su sordo y alienado hijo. No hallaba ningún apoyo en el entorno familiar para echarle mano a la situación que se estaba creando. Así que lo dejó pasar. Entre tantas charlas sobre el mismo tema se encontró con un amigo de problemas que se desahogó con el contándole la batalla que tenía últimamente en su casa, donde parecía cada vez más un extraño. El tema era los hijos con sus desvaríos y el apoyo incondicional de algunas madres a sus vástagos y el no obligarlos a entrar a estos por la vereda en contra de todo sentido común. En ello estaba cuando de repente una llamada lo volvió a otra realidad y le comunicó una cita. Si hacía tiempo que tenía contacto con una amiga por e-mail y por teléfono y había llegado el momento de verse las caras.
Aparcó el coche cerca del lugar de la cita. Bajó lentamente y se acercó al bar. Fuera había una pareja sentado. Los saludó. Entró al bar y estaba vacío, también saludó al chico de aquel agradable rincón. Salió tranquilamente y caminó en dirección a los aparcamientos. De repente vio que un coche estaba aparcando. Se acercó y a unos cien metros una hermosa mujer se bajaba del vehículo. Traía un vestido de variados colores que le llegaba hasta las rodillas. El viento empujaba por rebuscar bajo este y a punto estuvo de llevarse un susto. Se acercó a ella y mira que la recordaba hermosa en sus encuentros de hacía varios meses, pero ahora veía a una mujer deslumbrante. Se quedó pasmado, pero logró disimularlo. Ya no recordaba si se besaron o no. Se saludaron y caminaron en dirección al bar. Este seguía vacío. Ella pidió una tónica y él una caña. Se sentaron y comenzaron a hablar acompañados de una bonita música de jazz clásico.
El apenas la miraba, no conseguía mantener la mirada, su luz lo deslumbraba. Hubo un momento en que se lo dijo y ella respondió que se había dado cuenta. Hablaron, rieron, se miraron, se sonrojaron, imaginaron. El pidió otra cerveza para que consiguiera bajarle el nudo que tenía atravesado en la garganta. Cuando la miraba venían muchos recuerdos a su mente de otras situaciones, el momento era maravilloso y misterioso. Le parecía estar dentro de un sueño. Sabía que aquella mujer le estaba prohibida y esa línea lo empujaba contra las paredes del recinto. Pero prefería aquella situación a no poder estar a su lado. No era capaz de imaginar más allá de aquel instante porque podría sufrir alucinaciones. Ella propuso dar un paseo y salieron por las preciosas calles del pueblo. Vuelta los recuerdos, y el no poder mirarla para no pecar. Su voz, sus movimientos lo envolvían de magia y lo trasladaban muy lejos de aquel lugar. El dijo de entrar en una pizzería y ella aceptó. Hablaron, comieron, se volvieron a sonrojar…Hacía frío en la calle. Se dirigieron al coche de él y comenzaron a escuchar al grupo “Soco”. Los dos estaban maravillados de lo bueno que eran, de la voz del cantante y sus letras.
La música acompañaba sus conversaciones, hablaban de su e-mail, de sus llamadas telefónicas, de sus pasados de sus presentes, del amor, de las emociones, de sus fronteras, de sus limitaciones…A las 23,00 ella comentó que tenía que irse. La llevó a su coche y se dieron dos besos en las mejillas. Antes de bajarse ella dijo:
¿Nos volveremos a ver…?
Cada uno partió en su vehículo del lugar de la cita hacia destinos diferentes…

4 comentarios:

Ángel Díaz dijo...

que bonito es el estar enamorado, que correspondan y que suene soco de fondo...un oasis entre tanta derrota, ¿no magister? saludos.

karnak dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ojos de lluvia dijo...

Maravillosa es esta historia que comienza, emociones a flor de piel

Raúl M.V. dijo...

Está contada de una forma tan leve, tan normal, tan simple...que emociona.