A menudo los
discípulos del buda eran verbalmente agredidos, cuestionados y humillados por
las gentes que, aviesamente, querían herirles por falta de comprensión. El
mismo buda era a veces mal recibido en ciudades o pueblos y tenía que soportar injurias, insultos y desprecios.
Era el hombre más lúcido y compasivo de su época y,
sin embargo, le insultaban y menospreciaban. Cierto día un grupo de
ortodoxos fanáticos llegaron hasta él y comenzaron a increparlo reprochándole
que no tenía ningún conocimiento válido y mofándose de sus enseñanzas. No perdió la sonrisa de los labios; no se inquietó; no
reaccionó. Pero algunos de sus discípulos, ante tanta injusticia, se
dispusieron a replicar; pero el buda los calmó y les dijo:
-¡Dejad en paz a esos discutidores! No os alteréis y mucho
menos vayáis a preocuparos por mí. Sabe, mis buenos amigos, que el mundo
discute conmigo, pero yo no discuto con el mundo.
“El maestro
dice: Cuando el huracán sopla violenta y
destructivamente, el lirio se pliega sobre la tierra y, tras el huracán, se yergue
en todo su esplendor.”
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Antología de cuentos de la India y Tíbet (recopilación de Ramiro Calle)
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Antología de cuentos de la India y Tíbet (recopilación de Ramiro Calle)
2 comentarios:
Buena lección-reflexión……..Aunque no siempre es fácil de aplicar……..
Lo leí hace tiempo. Y era algo parecido. Algún lugareño se acercaba al Buda, y lo insultaba. El Buda esperaba paciente a que acabase, pero no había ningún tipo de reacción del Buda, pues para él no significaba ninguna agresión.
Me encantan los libros de Ramiro Calle. He leído varios y el libro de la serenidad está genial. Son muchos cuentos de este tipo, con el cuento en sí, y luego un comentario del propio Ramiro Calle.
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