miércoles, 7 de julio de 2010

La confesión. Claudio Ramírez Jiménez.

 Este relato lo escribió mi hijo para la asignatura de Literatura este curso pasado. Lo leí y me gustó bastante, así que he decidido compartirlo con ustedes. A ver sacamos otro hedonista.


“Hace tiempo que le tenía escrita esta carta y no me atrevía a enviársela, en parte por falta de ánimos, en parte por falta de valor. Ahora que ha pasado lo peor del trance en que me hallo, me arrepiento de no habérsela mandado antes. Tal vez ahora sea tarde, o quizá tal vez no. Pero lo hecho, hecho está.


Todavía tengo esos sueños, ELLOS siguen apareciendo, incluso aparezco yo, o he dejado de aparecer. Quizá incluso haya dejado de ser un sueño. En mis sueños sigue apareciendo EL, ¿o tal vez no? Ya no diferencio los sueños de la realidad, lo bueno de lo malo, el amor y la soledad. Aunque esto último nunca lo diferencié.

Creo que estoy mejor. Voy mejorando día a día, con cada paso. Nunca me siento solo, ELLOS me acompañan, aunque estén muertos. O quizá soy yo el que está muerto. Siempre creí en un más allá, pero ahora no sé en qué creer.

Recuerdo como empezaron los sueños, el donde y el cuándo. Pero nunca el porqué. Empezaron tras el accidente, cuando por mi culpa ELLOS murieron. Y EL. Empezaron como todos los sueños, mientras dormía. Pero pronto dejaron de aparecer en mis sueños. Ahora están siempre presentes, incluso despierto. ¿Cuánto hace que no duermo?

Ya no recuerdo cuando fue la última vez que hablé con una persona. O por lo menos con una persona viva. Tampoco recuerdo cuando sonreí por última vez. ELLOS solo me traen amargura y pesar. Y EL…Tampoco recuerdo la comida, la de fuera de aquí. Ahora, la comida apesta, y los vecinos están locos. ¿Por qué estoy aquí? Quiero salir, regresar con mi familia, pero ELLOS también están aquí y no me dejan salir. Quiero huir de estas cuatro paredes, de estos barrotes que me aprisionan.

Aquí estoy, en una prisión, una casa de locos. ¿Por qué tengo que estar aquí? Deberían encerrarlos a ELLOS. Me quitan el sueño y las ganas de vivir. Deberían ser ELLOS los que estuvieran aquí encerrados. Se me aparecen en sueños, y cuando estoy despierto, y creo que por eso también están encerrados aquí, conmigo. No quiero estar aquí. ELLOS no deberían estar aquí tampoco. Porque… ¿Acaso no están muertos?

Todo se ha vuelto difícil, pero hay una solución fácil. Tan fácil como amarrarme algo al cuello, saltar y decir:

—Perdón.”