La semana pasada cayó sobre la isla una buena tormenta de estas que caen cada cuantos años. Se dió la casualidad de que sobre la una de la madrugada me encontraba en la montaña de Arucas (por motivos laborales, no piensen cosas raras) y tuve la suerte de gozarme el espectáculo que el divino Thor y el alabado Zeus se dieron el gusto de ofrecernos.
El rayo está casi al final, asi que tener paciencia.