sábado, 7 de abril de 2012

Integrismo católico.

Integrismo.
(De íntegro).
1. m. Actitud de ciertos sectores religiosos, ideológicos o políticos, partidarios de la intangibilidad de la doctrina tradicional.  (Diccionario de la Real Academia de la Lengua).

No se vuelvan hacia los ídolos ni se hagan dioses de metal fundido. ¡Yo soy Yavé, Dios de ustedes! .Levítico, 19.4.

No se hagan ídolos, ni levanten estatuas o monumentos, ni coloquen en su tierra piedras grabadas para postrarse ante ellas, porque yo soy Yavé, el Dios de ustedes. Levítico, 26.1

Por tanto no vayan a corromperse: no se hagan un ídolo, o sea, cualquier cosa esculpida con forma de hombre o de mujer. Levítico, 4.16








Hoy viernes santo ha finalizado oficialmente la semana santa religiosa. Con el calvario, la crucifixión y la muerte de Cristo se acaba una semana marcada por los rituales sádicos y la iconografía del horror, la muerte y la desesperación. Una suerte que Cristo fuera crucificado, porque si hubiera muerto de otra forma (por ejemplo ahorcado), las procesiones hubieran sido un tanto extrañas, con el cuerpo oscilando de un lado para otro. Y a la hora de llevar crucifijos en los colgantes, que quedan mucho más bonitos, que una horca o una guillotina.



  El caso es que durante esta semana los integristas católicos, han paseado por las calles unos tronos cargados de una representación de la muerte y del sufrimiento, del horror y la desesperación. Que para ser una religión basada en el "amor al prójimo" se recrea demasiado en el lado oscuro del ser humano. El morbo tiene la curiosa y extraña propiedad de atraer la atención y la curiosidad del mirón, del que observa desde la barrera. He visto muchos morbosos parar en el arcén para recrearse la vista mientras observan a un accidentado gravemente herido o fallecido. Es la curiosidad que provoca retenciones en el carril contrario a donde se ha producido el accidente, cuando todo el mundo baja la velocidad para husmear entre el dolor ajeno. La semana santa, en el fondo, se reduce a lo mismo. A exponer el sufrimiento que padeció el Cristo, mientras un grupo de curiosos morbosos, empujan el trono o entonan cantos fúnebres (las saetas) al ritmo de redobles de tambores, vestidos de luto riguroso y orando en voz baja y con recogimiento. Pero en el fondo se comportan como los morbosos curiosos que contemplaron a Cristo arrastrar por la cruz en su calvario y su muerte en el Gehenna.


  Por otro lado, siempre me ha resultado curiosa, la afición que tienen los integristas católicos en sacar tronos a la calle. No basta con que ellos celebren sus extraños rituales. Tienen que hacerlo sufrir al resto de ciudadanos. Despliegue de tronos por medio de las vías públicas, ocupación de parques, cierres de vías al tráfico, etc. No se pueden limitar a pasear los tronos por el interior de las iglesias, el espectáculo hay que sacarlo a la calle y que todo el mundo lo contemple, sea católico o no. Si vas al Ayuntamiento a pedir un parque para celebrar un acto cultural, musical o lúdico, te piden currículum, proyecto y citas con el concejal de turno. Pero si vas a sacar un trono con un señor en calzoncillos clavado a una cruz, te ponen vallas y señales de tráfico, te mandan un guardia y al día siguiente a los barrenderos para dejar todo limpio. Y todo este despliegue de tronos a pesar de que la biblia se muestra contraria a la adoración de ídolos falsos, que es lo que son  y lo que representan las figuras de santos, divinizados y equiparados en poderes al Trío Fantástico: Padre, Hijo y Espíritu Santo. A los santos se les dota de poderes sobrehumanos (como los superhéroes) se les iguala a la divinidad dándoles puestos de poder en la jerarquía celestial y se les representa con los atributos del dios: halo celestial, inmortalidad, ascenso a los cielos, artes curativas y milagros varios, se les pide favores, se apela a ellos en momentos difíciles y se emprenden peregrinaciones en su honor. Si esto no es idolatría, que baje dios y lo vea.


  (Las imágenes que acompañan este artículo corresponden a la procesión del viernes santo por la tarde en Santidad. Un grupo de jubilados y espectadoras de tele 5 como público mayoritario).

viernes, 6 de abril de 2012

Esas noches

Esas noches


Carcomida la sedienta idea que nutre

mis torpes y necias ganas de vivir,

intentando luchar en el desafío del día a día.

Aguantando la tempestad que retuerce mi cuerpo

y acaba doblegándome, vomitando su desdicha

sobre mi espalda desahuciada.


Soporto el dolor de verme vencido

al rememorar otros intentos de superar mi necedad,

y mi mente parca de palabras,

confusa, atorada de tanto recodar,

y desgastada de viajar al pasado

en una especie de montaña rusa de incomprensibles anhelos.


Estúpidos cuadros mimetizados en mi historia

esculpidos en plomo y rociados de tristeza

pies de barro de una infancia dócil

donde los lápices de colores

siempre eran grises.

A veces, las telas de mi cama

simulaban mi mortaja,

en una manera de vivir sin vivir

y seguir existiendo a cuentagotas,

Y era tanto el desasosiego,

era tanto de algo inesperado, pero casi por pasar…


Esta es una más de esas noches

donde quemo mis tatuados encuentros con la nada

y el vacío que me engulle.

Una más de esas noches

sumido el estéril campo de sombras que se aferran a mi vida

intentando hundir sus garras

en mi corazón desesperadamente esperanzado...


Esta es un de esas noches que parecen no tener fin.


Satori. 2012

jueves, 5 de abril de 2012

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad , es una historia de luchas de clases.
Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y abierta, en una lucha que conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen social o al exterminio de ambas clases beligerantes.
En los tiempos históricos nos encontramos a la sociedad dividida casi por doquier en una serie de estamentos , dentro de cada uno de los cuales reina, a su vez, una nueva jerarquía social de grados y posiciones. En la Roma antigua son los patricios, los équites, los plebeyos, los esclavos; en la Edad Media, los señores feudales, los vasallos, los maestros y los oficiales de los gremios, los siervos de la gleba, y dentro de cada una de esas clases todavía nos encontramos con nuevos matices y gradaciones.
(El Manifiesto Comunista, 1848. Marx y Engels).

 

   Este párrafo es el inicio del primer capítulo del famoso Manifiesto Comunista, que Marx y Engels escribieron en 1848 por encargo de la Liga Comunista fundada por el propio Marx el año anterior. La fecha de 1848 no es una fecha casual, está cargada de toda una simbología política y ha pasado a la historia como el Año de las Revoluciones, y que supuso el origen de los movimientos obreros organizados.  Aunque estas revueltas fueron inicialmente reprimidas por el poder establecido, su perseverancia y la espontaneidad del movimiento provocó en poco tiempo la caída definitiva del Antiguo Régimen. Estos movimientos revolucionarios, sirvieron a la larga para mostrar la ineficacia y el inmovilismo del Antiguo Régimen y la necesidad de un cambio social.
  Viendo este movimiento, desde una perspectiva histórica, debemos preguntarnos. ¿Qué es lo que ha pasado durante este siglo y medio?, ¿Cómo hemos llegado a la situación actual? Sería lógico pensar que con el paso del tiempo, y con los avances tecnológicos, la educación social y la globalización, nuestra sociedad tendría que haber dado un paso de gigante en cuanto a igualdad y libertad. Pero entonces, porqué tengo esa sencación de que aparentemente estamos igual que en aquella época? ¿que finalmente el capitalismo ha salido vencedor de esta guerra?
  El capitalismo ha sabido ir adaptándose a los cambios políticos y económicos que ha sufrido nuestra sociedad en el siglo XX y XXI. Ha sobrevivido a dos guerras mundiales, a una guerra fría, a varios craks económicos. Y en estos momentos goza de una salud envidiable. ¿Cual es el secreto de su eterna juventud?
  La historia de la humanidad toma sentido si la analizamos desde un punto de vista económico. Tal y como dice El Manifiesto Comunista, la historia de la humanidad es la historia de su economía. Y es muy significativo, que el hombre entra en la Historia con el primer acto de insolidaridad de la humanidad. La apropiación por parte de unos pocos, de los excedentes propiedad del colectivo. Este hecho, ya lo analicé en un artículo anterior: Historia o prehistoria, por lo que no voy a entrar ahora en más detalles. Solo decir, que la Revolución Neolítica, el proceso urbanístico que marca el inicio de la Historia, es de alguna forma, el inicio del capitalismo. Que en esta época inicia su andadura con el control y redistribución de los excedentes por parte de una minoría sobre el total de la población. Esta minoría, que a partir de este momento formarán parte de las élites gobernantes, estará formada primero por la jerarquía eclesiástica. Que utilizará su capacidad de mediador entre el dios y la sociedad para justificar su dominio. Le seguirán las élites militares, que justificarán sus superioridad a través del uso de la fuerza y del ejercicio de la represión. Estas élites militares tendrán su origen en la necesidad de expandir el territorio de la ciudad original para de esta forma crear los primeros reinos o imperios. Y que utilizarán desde el primer momento esta fuerza militar para coaccionar a sus propios conciudadanos. Esta expansión militar es paralela a la expansión económica, control de rutas comerciales, mejores tierras de cultivo, acceso a materias primas, etc. En estos primeros pasos, quienes ejercen el control militar son los mismos que ejercen el control económico, estas élites gobernantes, serán los poseedores de las mejores tierras y de las materias primas, y además ejercerán el control del tráfico comercial. El modelo económico predominante es el denominado Modelo de Producción Asiático, y podemos localizarlo geográficamente en el Medio Oriente: Egipto, Sumeria, China y la India. Y se desarrolla principalmente junto al curso de ríos caudalosos que permiten el desarrollo de una economía agraria muy productiva. Egipto-El Nilo, Sumeria-Eufrates y Tigris, China-Yang Zte, India-Ganges.


   En el occidente europeo, que carece de ríos importantes, el sistema de producción se desarrollará de forma distinta. La producción agraria en los grandes imperios europeos (Grecia y Roma) se realizará de forma intensiva utilizando como medio de producción principal la mano de obra esclava. Es el denominado Modo de Producción Esclavista, de tal forma que la mano de obra esclava en la Roma Imperial tendrá una proporción de 4 a 1 con respecto a la población libre. Esto no quiere decir, que en Oriente no existieran esclavos. Solo que su proporción era mucho menor, no siendo significativa para su producción económica y además, su estatus jurídico y social era distinto al europeo.
  Es pues en Europa, donde el sistema esclavista de desarrollará desde donde será exportado el modelo al resto del mundo. Aunque en formas más aceptadas por la mentalidad humanista y convenientemente endulzadas por la religión. 


  La caída del Imperio Romano, puso en evidencia la obsolescencia del sistema esclavista. Nuevos métodos se fueron desarrollando e imponiendo a lo largo de la Edad Media: el colonato, la aparcería, el patronazgo, etc. Métodos que con una mayor o menor evolución han llegado casi hasta el siglo XX, pero que durante la Edad Media permitieron el desarrollo de un nuevo sistema de producción. El Sistema de Producción Feudal. Ahora, la posesión de la tierra es el simbolo del desarrollo económico. El señor feudal, como propietario de la tierra, permitirá que sus colonos o siervos cultiven la tierra a cambio de contraprestaciones. No se trata de un sistema esclavista, aunque podríamos encontrar ciertas similitudes. El cambio se puede explicar a través de argumentos económicos. A las élites capitalistas, propietarias de la mayor parte de las tierras disponibles, le resulta más barato (y mucho más cómodo) ceder tierras a cambio de prestaciones, que cultivarlas directamente a través de esclavos.
  En el Renacimiento y con el resurgir del humanismo, el comercio vendrá a servir de contrapeso a los grandes propietarios terratenientes. El descubrimiento, desarrollo y control de las grandes rutas comerciales, que a estas alturas ya podemos llamarlas rutas comerciales intercontinentales, supondrá el desarrollo de un nuevo sistema económico, el Sistema de Producción Mercantilista. Pero en la práctica no supondrá un cambio sustancial en el sistema de producción, ya que las fortunas emergentes procedentes de los beneficios económicos del comercio, serán invertidas en la compra de grandes extensiones de tierras. Este hecho significará que ahora, la propiedad de la tierra no será un privilegio de clase, de la nobleza de sangre, que la recibe como herencia de sus antepasados o por donadíos (regalos) de la monarquía por servicios de armas. Sino que la burguesía pasará a ser propietaria gracias a los beneficios que reporta la actividad comercial. Tampoco supondrá mucho cambio en las masas productoras, en todo caso a peor. Ya que los nuevos propietarios, acostumbrados a la rentabilidad, exigirán cada vez mayores producciones que justifiquen su inversión.


  Este proceso persistirá hasta la Revolución Industrial. Momento en el cual, los mayores beneficios no los resportará la tierra (sujeta a los caprichos de la climatología) ni el comercio (sometido a un fuerte proceso de competencia), sino la producción industrial, que además abre un nuevo resquicio comercial. La posibilidad de comerciar con materias primas que serán transformados en mercaderías que a su vez serán comerciados en los mercados. Se trata ahora de un comercio bidireccional, se importan materias primas y se exportan manufacturas. Y este proceso comercial es el que abre el camino a las primeras exploraciones geográficas en Africa, América o Asia, permitirá la expansión de colonias y por último la justificación del imperialismo. Y con esto nos adentramos en el siglo XIX, el siglo de las revoluciones.
  Durante todo este trayecto el sistema de producción se ha basado en la propiedad de la tierra y en el desarrollo del comercio. Sin embargo, para la base de la pirámide, las cosas no han cambiado tanto desde que los romanos establecieron su imperio a base de pilum y gladius. Los campesinos, fueran esclavos u hombres libres, han sido explotados durante todo este tiempo. Sus derechos han sido pisoteados, definidios y bien encorsetados entre los intereses de las élites, ya sean nobles o burgueses. Los tímidos intentos que han realizado para reclamar más derechos y mejores condiciones de trabajo han sido salvajemente reprimidos. Las revueltas irmandiñas y las remensas en España, las guerras campesinas en el Sacro Imperio, las revueltas de las jaqueries en francia, las guerras husitas, etc. Estas revueltas no implicaban en el fondo un cambio sustancial en el paradigma económico dominante, solo reivindicaban mejoras en sus derechos. Al contrario de lo que aconteció en la Revolución Francesa, que fue una revolución burguesa, por medio de la cual la clase social emerguente: la burguesía, impuso su modelo de producción en los albores de la Revolución Industrial y que no supuso en la práctica ningún cambio sustancial en la clase campesina.


  Tras al Revolución Industrial, se impone un nuevo sistema económico, el Sistema Económica Capìtalista (que aún hoy día sufrimos), que se impone a la producción agraria y a la comercial ya que permite un sistema rápido y eficaz para la obtención de beneficios con un riesgo mucho menor. Y es en este momento cuando resurgen los sistemas bancarios, la emisión de moneda, los medios artificiales de pago (pagarés, cheques) sin que sea necesario el uso del efectivo. El motor del sistema económico es el propio capital que sirve para generar mayor capital.
  El nuevo sistema capitalista convive todavía con los viejos sistemas económicos. Desde Africa hay un activo comercio de esclavos que tiene sus mercados en América (principalmente) donde son utilizados sobre todo en la producción agrícola. El capitalismo acabará con la esclavitud en américa (ni los movimientos abolicionistas, ni los cuáqueros, ni los nuevos paradigmas sociales tuvieron tanta fuerza como el capitalismo). Costará una guerra civil en los USA, pero acabará por imponer sus intereses y la base del imperialismo americano posterior.


  En Europa, sin embargo, el siglo XIX irrumpirá con una nueva clase social emergente: el proletario. La mano de obra industrial, procedente en su mayor parte del campo y con un amplio historial de injusticias y de explotación, dará el pistoletazo de salida de las revoluciones sociales que tendrán su máximo apogeo en 1848. La clase social proletaria, al contrario que las masas campesinas, sabrán aliarse con los intelectuales. Filósofos, historiadores, economistas, etc, pondrán su conocimiento al servicio de las masas obreras y les darán la justificación ideológica necesaria para sus revoluciones. Es el nacimiento del marxismo, el anarquismo, y multitud de movimientos sociales: el sufragismo, el feminismo, el ecologismo, etc., que tendrán un excelente campo de cultivo entre las masas enfurecidas de obreros y campesinos. Estas revoluciones provocarán un movimiento político sin precedentes en Europa que directa o indirectamente dibujarán el mapa hasta principios del siglo XX en vísperas de la I Guerra Mundial. Revoluciones en Alemania, alzamientos en Francia, Imperio Alemán, Revolución Rusa, guerra Franco-Prusiana, etc. Que pondrán a Europa en el camino de la guerra mundial, avocada finalmente por la competencia industrial y comercial que el Imperio Alemán le disputaba al Imperio Inglés.
  España ya desde el fin del Imperio Español se había trasladado al vagón de cola de la industrialización europea, anclada por el catolicismo y los viejos derechos de sangre de una nobleza venida a menos, y que basaba su economía en la tierra. España no supo avanzar al nuevo sistema capitalista y se encerró en sus tradiciones. La I Guerra Mundial pasó de largo y los primeros indicios revolucionarios fueron aquietados por la dictadura de Primo de Rivera. Y mientras Europa gozaba de un período de industrialización sin precedentes en el período de entreguerras, España gozaba, 100 años después en 1936, de su particular revolución obrera con el triunfo del Frente Popular. Que poco después sería reprimida salvajemente con el alzamiento.


  Tras la II Guerra Mundial, Europa se ve dividida en dos facciones: Este y Oeste. La Guerra fría, simbolizada por el Muro de Berlín. Capitalismo y Comunismo. Esta disyuntiva se convierte, al contrario de lo que pudieramos pensar, en ventajas para las clases sociales más desfavorecidas. Es el período de una legislación laboral que otorga grandes privilegios a las masas obreras por encima del capital, y que a su vez permite que en poco tiempo Europa emerja nuevamente como un poder económico de consideración mundial, surge la CEE y se crea el Estado del Bienestar.

  Finalmente el Estado del Bienestar es el mejor arma política utilizada por Occidente y provoca la caída definitiva del Telón de Acero. A finales de 1989 cae el muro de Berlín, el Este se "democratiza" y al contrario de lo que podriamos haber imaginado los acontecimientos se precipitan al final del siglo XX y principios del XXI. En los 90, sufrimos la primera crisis económica (producida por la guerra del Yom Kipur que hará que suba el precio del petróleo). En la primera década del siglo XXI nos estalla otra nueva crisis ecónomica a escala mundial que dinamita el Estado del Bienestar. Y lo que nos queda por delante.



  La pregunta ¿Cómo coño hemos llegado a esta situación? ¿El progreso nos había conducido a un Estado del Bienestar, o solo ha sido un espejismo?

  Una posible respuesta nos la da el historiador Josep Fontana en su libro Por el Bien del Imperio. Mientras duró la Guerra Fría, los estados occidentales por un lado y los comunistas por otro, se cuidaron de legislar a favor del trabajador por miedo a que las masas obreras cayeran en manos del bloque contrario. Una vez que el Muro ha caído y la política de bloques ha perdido su razón de ser, ya no hay excusa para que el capitalismo se muestre tal y como es: un depredador de las clases obreras.

  ¿Podremos cambiar esto algún día?
 
 



miércoles, 4 de abril de 2012

Sobre la sanidad pública

Dispone la ciudadanía a través del Estado de dos servicios públicos incomparables por la atención que nos brindan: sanidad y educación. En representación de los dos pilares fundamentales de nuestro ponderado estado del bienestar, nos garantizan la atención sanitaria y la formación personal y académica. Largo ha sido el camino recorrido como para ahora otorgarles el cierre y derribo en una ataraxia sin precedentes ni apelación posible.
Estos dos sectores son fieles indicadores del progreso social al que aspira el hombre. Nunca un estado había conseguido extender a tan amplia escala los beneficios que de ellos se derivan; es decir, el carácter público y gratuito de ambos servicios constituye uno de los mayores avances sociales por su inigualable aportación a la mejora de la calidad de vida. Mucho han tenido que evolucionar las sociedades desde aquellos tiempos en que la sanidad y la educación eran privilegios de las clases acomodadas, por lo que el compromiso ético propio del humanismo progresista nos debe impulsar a redoblar esfuerzos para preservarlos.
Creo que todos somos conscientes de que su manutención exige unos costes que deben ser asumidos por el bolsillo de cada cual. La sanidad pública ocasiona un gasto, mal llamado «pérdidas económicas», que es inevitable, ya que unos servicios sanitarios de calidad necesitan medios físicos y humanos apropiados y no se debe escatimar esfuerzos si queremos disfrutar de su óptimo rendimiento. Ninguna autoridad pública democrática funda hospitales para que produzcan beneficios como si de una empresa privada al uso se tratara, ése es el precio que tanto administración como contribuyentes hemos de asumir. Pero, del mismo modo, no se puede descuidar su gestión al amparo de la incontestable aportación social que ejercen, porque entonces es fácil caer en el despilfarro y en el abono de conductas personales más interesadas en el bien propio que en el común. Por eso, vigilemos concienzudamente el control de su gestión sin dejar de aplicar la ley en los casos donde aquélla tenga carácter pernicioso o irregular.
Pero entonces, si no cabe esperar rentabilidad económica en un servicio público universal y gratuito como son los centros sanitarios públicos, es decir, si no son rentables, ¿se los cedemos a una empresa para que los gestione? A ese modelo parece que nos dirigimos, de hecho ya se ha implementado en varias comunidades autónomas. Mas, si la administración paga a la empresa lo que costaba gestionar el hospital y la empresa con esos fondos tiene que prestar el servicio y obtener rentabilidad económica... ¿cómo lo hará? Varias respuestas se plantean: prestando peor o menor servicio, pagando menos a sus empleados −algunos lo denominan gestionar mejor− o pidiendo más subvenciones a la administración para dar, en el mejor de los casos, el mismo servicio.
En cualquiera de los tres supuestos, los ciudadanos salimos perdiendo: o tenemos peores servicios o el personal sanitario estará más desmotivado o nos costará un mayor desembolso el mismo servicio.
Asistimos a una nueva estrategia de manipulación por parte de nuestros políticos, nos la dan con queso y encima nos lo venden como favor.

domingo, 1 de abril de 2012

HEME AQUÍ

A base de golpes y mentiras
Heme aquí en el siglo XXl
No pensaba llegar
Porque he gritado tantas veces
Palabras muertas que se oían.

A base de sacrificio y austeridad
He dejado un rastro sin aliento
Que alguien recogió de otro alguien
Para que ganen unos pocos
Y aprendamos a perder todos.

A base de confundirme
Te he querido sin querer
Y he vivido también sin querer
Y me has sometido también sin querer
Y queriendo he existido.

A base de libros y poesía
Heme aquí tan zalamero
Desafiando al pesimismo
Que losa a losa y siglo a siglo
He heredado y tampoco quería.

A base de tanto préstamo
He hipotecado mi alma
Por eso he llegado hasta aquí
Quiero recuperarla.

La Semana Santa, y algunas cosas varias.

Ya tenemos encima la Semana Santa. Los hosteleros se han portado bien, y han dejado algunas plazas libres para los aborígenes a precios de rico. Los ingleses, alemanes y peninsulares se pasan una semana en el sur por el mismo precio que le cuesta a un isleño pasar tres noches, y con el vuelo incluído. Así nos trata el turoperador y el hostelero patrio, que luego se rasga las vestiduras porque van a sacar petróleo aquí al lado y se les puede estropear el negocio/chollo. Como muchos no podrán costearse unas vacaciones a estos precios, terminarán plantando una tienda de campaña en el primer barranco que tengan a mano y así contribuyen a dejar nuestras costas llenas de mierda. Que últimamente todo el mundo clama al cielo por la posible contaminación del petróleo pero nadie dice nada de las toneladas de mierda pura que se dejan en las playas de esta isla en puentes y festivos. Hace una semana apareció en la playa del Puertillo, un toro flotando. Se supone que lo tiraron al mar desde un barco de transporte de ganado cuando el pobre animal pidió bajar para visitar la isla. El petróleo contamina, y también contamina las toneladas de mierda y basura (combustible, animales muertos, limpieza de tanques, o letrinas) de los miles de barcos que pasan frente a nuestras costas cada año. Pero esta mierda no existe para los ecologistas, el puerto es una fuente de ingresos para los capitalistas de la isla y un aporte de impuestos al Cabildo de primera categoría, y si no, intente traer mercancía de la península o del extranjero y verá lo que le clavan por pasar la aduana isleña.

  En el mar también pasan desgracias. El pasado 7 de marzo cayó al mar un pescador en la costa de Arucas. A pesar de la pronta actuación de los servicios de rescate no se pudo salvar al pescador, que murió ahogado. El helicoptero de salvamento, la embarcación Salvamar y los bomberos del consorcio consiguieron rescatar su cadáver en medio de un mar con fuerte oleaje.



  
  No todo son desgracias. El 10 de marzo, cumplía años un Hedonista. Felicidades Vicente.

(Faltan velas, y falta la tarta. Pero bien contento que estaba).

  Durante el último mes, he tenido una banda de tambores y cornetas ensayando en la cancha frente a mi casa. Un ruido descomunal. Si acudes al Ayuntamiento para montar un torneo deportivo o un evento cultural en las canchas o en cualquier edificio municipal te piden proyecto, currículum y la biblia en pasta. Pero para cosas religiosas te dan lo que haga falta. Espero que despues de semana santa dejen de dar la lata. Dicen los vecinos, que vale más tener a los chiquillos tocando la trompeta que fumando porros en los bancos del parque. No dejan de tener razón, aunque preferiría que tocaran otro tipo de música (el Jazz es muy adecuado para la trompeta), pero por otro lado, los porreros no hacen tanto ruido. Aquí van ellos, desfilando en medio del tráfico como si nada.



Yo pensaba que la Semana Santa, empezaba con la procesión de la burra. Donde se celebra que Jesús entra en olor de multitudes y con palmitos en las manos en Jerusalén. Una semana después los mismos que lo vitoreaban, aplaudían su crucifixión. Ya sabemos que el populacho es muy desagradecido, pero a veces se pasan. Aquí en España a los políticos, por ejemplo, les aguantamos más. Por mucho que nos puteen, siempre les perdonamos (como buen país católico) y nunca se nos ocurriría darles caza y sacrificarlos como las alimañas que son. Bueno...sí se nos ocurre, pero no nos atrevemos porque todavía sigue siendo ilegal.
  El caso, es que en Cardones (donde he sacado estas fotos), han adelantado la Semana Santa al viernes. Ayer, como no tenían otra cosa que hacer y el fútbol no es suficiente para las mentes inquietas, sacaron al cristo crucificado y se montaron un vía-crucis por el pueblo. Le pregunté a uno de los organizadores, cómo era posible que sacaran a Cristo crucificado cuando ni siquiera ha comenzado la Semana Santa. Me dijo que el jueves santo, que es cuando corresponde por lo visto lo del via-crucis se acumulaban varias procesiones así que decidieron adelantar el calvario de este pobre hombre unos días, para que la gente no se sature con estas cosas. Yo le contesté que me parece una falta de respeto sacar en procesión a Cristo en esta postura, que ni es acorde con la tradición de la semana santa ni con las escrituras, y que parece que estaban deseando crucificarlo como lo hicieron los romanos y los pecadores. El tipo se me quedó mirando con cara de estupefacción. Nunca podré comprender a estos integristas.

(Ahí van ellos tan contentos)