sábado, 17 de julio de 2010

jueves, 15 de julio de 2010

Aquella época dorada: finales de los ochenta.

No sé si recuerdan que, de mis primeros relatos, uno lo dedicaba a un pasado rodado por monopatines. La época de los “skates” fue desde los años 1985 a 1990, que fue el año que me fui a  vivir dos años a Zaragoza. Un amigo, Daniel, ha colgado en Facebook una de esas fotos que jamás recordé que nos hubiéramos hecho mis amigos y yo. Pues me he llevado una gran alegría. El tener un simple recuerdo de aquel momento, me ha llenado de nostalgia. La quería compartir con ustedes.


Y, por si conocen a alguno, que sí los hay, les voy poniendo sus nombres.

El primero por la izquierda, está claro, con camiseta roja y blanca a rayas, es Uli. El que está detrás de él, con el monopatín en el brazo, es Chema, que vive cerca del Terrero. El pequeño de chandal verde, no tengo ni idea. Con la camiseta azul y la bermuda azul y blanca, es Eladio, que vivía encima de donde está ahora SuperSol, frente al recreativo de la Avda. El Mirón.

El de adelante, es Salva, ya saben, hermano de Fran Sarmiento, e hijo del dueño de la librería El Borrón. Antes de abrir la librería, nos reuníamos en ese local, a escuchar música de Europe y Bon Jovi, que en el 86, eran dos grupos punteros.

Detrás, con una camiseta negra que aún recuerdo, estoy yo. Solo se me ve la cabeza con una peluca digna de esos años. Después, con la camisa azul “New Balance”, Daniel, el amigo que ha colgado la foto. Vivía o vive enfrente del Borrón, es decir, de Salva. Al lado, casi cayéndose, Norberto, que vivía en el Terrero. Su padre y él, no estoy seguro, tenían hace poco un piscolabis, donde antiguamente estaba el videoclub "El Terrero".

Y en la parte de la derecha, los dos hermanos Kilian y Onié. Vivían o viven al lado de la ferretería Calderín. Y rodeándonos, está claro, el parque San Juan, cuando aún tenía esas baldosas que nos encantaban porque resbalaban y eran perfectas para el monopatín. Como ven, todos estábamos flacos, y es que me siento feliz de haber crecido en una época donde el mejor videojuego era la calle, la vida real, y no permanecíamos sentados con un joystick y con los ojos fijos en una pantalla. Esa es la suerte que tuvimos algunos. De todas maneras, recuerdo que, por esa época, empezaron a salir los ordenadores Amstrad, IBM y los Commodores. Yo tuve uno con la pantalla en blanco y negro, pero no recuerdo haberme quedado en casa jugando para no salir.

martes, 13 de julio de 2010

Encuentro Hedonista

Mencionar, brevemente, que Antonio Cerpa se fue media hora antes que nosotros, y no me acordé de decirle que se hiciera la foto con nosotros. En esta breve crónica, queda bien presente.


DÍA DE REENCUENTROS


Vanessa y yo, avistamos, contrastando con el suelo grisáceo y el cielo amarillo y sofocante, a dos rojos, Cerpa y Juan, sentados en la terraza de la plaza de la Constitución. Una vez más, los hedonistas se reunieron para celebrar el reencuentro, después de un año, con nuestro ilustre filósofo de pelo abundante, mirada nerviosa en espera de los resultados de sus exámenes, y algo más delgado de lo acostumbrado. En ese momento, besaba a una rubia de piel espumosa, y no lo pensé: ¡camarero, por favor, traigame otra rubia de beso mojado!

Poco a poco, llegaban los demás ilustres hedonistas al lugar de reunión, en un bar que, en cuestión de servicio, dejaba mucho que desear. Cerpa nos contó, su nuevo proyecto, una novela del ayer, del pasado, de la vida de esos anónimos que no tienen su nombre en ninguna placa, pero que son los auténticos protagonistas de nuestro pueblo: Arucas.

Con un sofoco tan parecido al de María de los Ángeles esperando al marido ausente, empezaron a llegar el resto de hedonistas: Raúl, Claudio y Ángel. En el aire se adivinaba algo jamás soñado, el partido de la final de la copa del Mundo de Fútbol, donde por primera vez, España era protagonista... como protagonistas fueron aquellos que deben ser olvidados: los hermanos de La Salle. Cerpa escribió, en la pizarra del horror, los crueles castigos de unos tipos con sotana que más que educadores, eran torturadores. Mesas de bebidas y comidas fueron borradas y sustituidas por lápices, reglas y cuadernos.

Los edificios colindantes fueron las rejas de una cárcel llamada "La Salle" donde, hasta creímos escuchar, los golpes de quienes se creían libres de martirizar a niños indefensos. Cuando le observaba, creía ver, después de muchos años, el miedo asomando de nuevo por unos ojos mojados de sufrimiento.

Respiramos de nuevo. Por allí pasó una orquesta con el sonido "New Orleans", celebrando el sacrificio que tendría lugar en el centro de la plaza. Murakami, el Dios Azteca de los ojos rasgados, exigía el corazón del traidor del surrealismo: Claudio.


 
Pero salvó la vida, gracias a la ayuda que debía prestar, un dos de mayo, contra los franceses atrincherados en el parque municipal. Nos unimos en la lucha por España, con los cuchillos y tenedores que sobre la mesa había, y nos enzarzamos en la pelea, con el valor y el coraje que ellos jamás tendrían, para salvar España de "aquellos gabachos de mierda".




Con las vuvuzelas y las pitas de los coches, y con el rojo sangre que empezaba a pintar de sangre las calles de Arucas, dejamos después de cuatro horas, la charla para una posterior cita en las librerías de Triana. Khisnamurti, mudo testigo del encuentro, resumió el momento, susurrando: "Más allá del pensamiento, de la meditación y la serenidad, lo que más cura el alma de un ser vivo es compartir tan buenos momentos con tan buenos amigos. No hay mejor curación que esa".

Después, y mientras íbamos para Las Palmas, Vanessa y yo divisamos a miles de chiquillos vestidos de rojo, emocionados por ver lo que antes nosotros no pudimos, cuando eramos niños: a España en una final mundial.
Gritamos, sufrimos, pero ganamos en un día donde el fútbol de calidad y el Fair-Play, ganó a una Holanda desconocida que quiso ganar el mundial con patadas y juego sucio. Un Iniestazo en el minuto 117 de juego, levantó a todo un país. Luego llegaron las celebraciones, y se liberó toda la tensión acumulada.
Y termino esta crónica diciendo que, por primera vez desde que ni ya me acuerdo, todos estábamos de acuerdo en algo.
 
FIN

domingo, 11 de julio de 2010

Poesía

Absoluto

Soledad sin absoluto silencio
desgrana mi alegría
en las horas que paso atormentado
por los recuerdos...
Palabras y gestos
que como un hierro al rojo vivo
marcan en mí un presagio, una fatalidad que no quiere dejarme.
Mis lágrimas brotan con mayor facilidad
en esta etapa final de mi vida
es estos momentos sórdidos, desgastados y turbios.
Me nutren para ser peor persona
y me obligan vivir pendiente del hilo de la cordura,
de la estupidez.
Y quiero ser el vagabundo de ideas
la roca erosionada del acantilado que baña mi mar
un enjambre de melancólicas fantasías
un apacible y frío viento invernal.
Y finjo que la noche cuando viene, no me atemoriza
y disimulo el resentimiento pintando cuadros
en un cielo sin dueño,
en un pergamino frágil que nunca verá la luz,
y caigo como una pesada piedra
en el agujero oscuro y profundo
que nació hace tiempo en mi alma,
en un hueco de mis desbocados pensamientos
llorando la pérdida de mi verdadera esencia de vivir
acallando las voces
que saben quién soy yo realmente.

Satori -Julio 2010