viernes, 28 de diciembre de 2012

Recuerdos.



No recuerdo cuando empecé a caminar.
Tampoco recuerdo cuando pronuncié mis primeras palabras.
No recuerdo cual fue mi primer juguete.
No recuerdo quien fue mi primer amigo.
No recuerdo a que juego jugué por primera vez.
No recuerdo bien a mis abuelos.
No tengo demasiados recuerdos del colegio.
No recuerdo muchas de las cosas que me ocurrieron cuando era niña. No recuerdo muchas de las caídas, ni los tropiezos, ni las risas, ni las fiestas, ni los desengaños, ni los desamores.
No tengo muchos recuerdos salvo que era muy feliz.
Sin embargo ahora, cuando camino, nunca lo hago sola.
Cuando hablo, siempre hay alguien que me escucha.
No tengo juguetes, pero aún juego y cuando lo hago, es con alguien maravilloso y muy especial.
Ahora sé quienes son mis amigos, por qué los elijo y por qué los quiero tanto.
Ahora sé lo mucho que me querían mis abuelos y lo mucho que les quería yo a ellos.
He aprendido que el colegio es importante, pero es más importante mantener el contacto con aquéllos con quienes compartías niñez.
Me he caído pero eso me ha enseñado a levantarme.
He tropezado pero he aprendido a esquivar los obstáculos.
Me rio todos los días, lloro algunos también. Unas veces de alegría y otras de pena.
Después de un desamor conocí a mi gran amor.
Me he convertido en madre.
Ahora he de enseñar a otros lo bonito de la vida, enseñarles a caer para levantarse y a tropezar para aprender a esquivar.
He borrado muchas cosas de mi mente. Supongo que para evitar sufrir. Han desaparecido personas, imágenes, sucesos.
Solo hay una cosa que no se ha borrado.
Se, en lo más profundo de mi ser que fui muy feliz y a pesar de haberlo borrado casi todo, tuve la oportunidad de comenzar de nuevo y emprender un viaje del que si me acuerdo. Y en el que soy feliz.