sábado, 6 de julio de 2013

LA ENFERMEDAD COMO CAMINO



Autores: THORWALD DETHLEFSEN

y RÜDIGER DAHLKE


<<…El ser humano vive durante mucho tiempo convencido de que, con su actividad, con sus obras, puede cambiar, reformar, mejorar el mundo. Esta creencia es una ilusión óptica y se debe a la proyección de la transformación del propio individuo. Por ejemplo, si una persona lee un mismo libro varias veces en distintas épocas de su vida. Cada lectura le producirá un efecto distinto, según la fase de desarrollo de la propia personalidad. Si no estuviera garantizada la invariabilidad del libro, uno podría creer que su contenido ha

evolucionado. No menos engañosos son los conceptos de «evolución» y «desarrollo» aplicados al mundo. El individuo cree que la evolución se produce como resultado de unos procesos e intervenciones y no ve que no es sino la ejecución de un modelo ya existente. La evolución no genera nada nuevo sino que hace que lo que es y ha sido siempre se manifieste gradualmente. La lectura de un libro es también un buen ejemplo de esto: el contenido y la acción de un libro existen a la vez, pero el lector sólo puede asimilarlos con la lectura poco a poco. La lectura del libro hace que el contenido sea conocido por el lector gradualmente, aunque el libro tenga varios siglos de existencia. El contenido del libro no se crea con la lectura sino que, con este proceso, el lector

asimila paso a paso y con el tiempo un modelo ya existente.

El mundo no cambia, son los hombres los que, progresivamente, asumen distintos estratos y aspectos del mundo. Sabiduría, plenitud y toma de conciencia significan: poder reconocer y contemplar todo lo que es en su forma verdadera. Para asumir y reconocer el orden, el observador debe estar en orden. La ilusión del cambio se produce merced a la polaridad que convierte lo simultáneo en sucesivo y unitario en dual. Por ello, las filosofías orientales llaman al mundo de la polaridad «ilusión» o «maja» (engaño) y exigen al individuo que busca el conocimiento y la liberación que, en primer lugar, vea en este mundo de las formas una ilusión y comprenda que en realidad no existe. La polaridad (bien/mal, día/noche…) impide la unidad en la simultaneidad; pero el tiempo restablece automáticamente la unidad, ya que cada polo es compensado al ser sucedido por el polo opuesto.

Llamamos a esta ley principio complementario. Como la exhalación impone una inhalación y la vigilia sucede al sueño y viceversa, así cada realización de un polo exige la manifestación del polo opuesto. El principio complementario hace que el equilibrio de los polos se mantenga independientemente de lo que hagan o dejen

de hacer los humanos, y determina que todas las modificaciones se sumen a la inmutabilidad. Nosotros creemos firmemente que con el tiempo cambian muchas cosas, y esta creencia nos impide ver que el tiempo sólo produce repeticiones del mismo esquema



…Y a este imposible se orientan la mayoría de las actividades humanas: el individuo quiere la salud y combate la enfermedad, quiere mantener la paz y suprimir la guerra, quiere vivir y, para ello, vencer a la muerte. Es impresionante ver que, al cabo de un par de miles de años de infructuosos esfuerzos, los humanos siguen aferrados a sus conceptos. Cuando tratamos de alimentar uno de los polos, el polo opuesto crece en la misma proporción, sin que nosotros nos demos cuenta.

Precisamente la medicina nos da un buen ejemplo de ello: cuanto más se trabaja por la salud más prolifera la enfermedad.

Si queremos plantearnos este problema de una manera nueva, es necesario adoptar la óptica polar. En todas nuestras consideraciones, debemos aprender a ver simultáneamente el polo opuesto. Nuestra mirada interior tiene que oscilar
constantemente, para que podamos salir de la unilateralidad y adquirir la visión de

conjunto. Aunque no es fácil describir con palabras esta visión oscilante y polar, existen en filosofía textos que expresan estos principios…>>

¡Noche blanca, blanca luz...!



Recuerdo cuando estudiaba en La Laguna bajaba todos los días de la semana de Carnaval de Santa Cruz para soltar adrenalina. Mi zona preferida era los kioscos de los estudiantes (aunque solía dar varias vueltas por las zonas no conflictivas). Aparte de la alegría y locura predomina el ruido. Los estudiantes hacía tiempo que habían decidido que cada tres o cuatro kiosco colocaban un aparato de música para no pisarse la música unos a otros, lo cual era una gran solución. Además el ayuntamiento chicharrero colocaba los escenarios lo suficiente lejos uno de otros para que no se mezclaran la música y no se convirtiera aquello en una tormenta de decibelios. Para eso tienen fama de muy buenos carnavales.
Cuando llevé por primera vez a mi hijo a la fiesta de San Ginés en Arrecife para divertirse en la zona infantil, nada más que entrar al recinto me quedó atónito con el ruido. Cada caseta o entretenimiento tenía su música o ruido al volumen más alto. Hubo un momento en que no lo soporte…Y no volví más…Creo que todavía siguen insistiendo en esa forma de entretener a los niños.
La noche del 5 de julio se celebró la Noche blanca en la Villa de Teguise. Yo había acudido dos años antes y fué todo un éxito. Una amiga que me acompañaba me contaba lo mismo del año anterior (solo que hubo mucho frío). Esta noche hacía un clima espléndido. Pero desde que me bajé del coche hasta que volví a él, SOLO ESCUCHÉ RUIDO. Las actuaciones en directo brillaban por su ausencia (las única que vi no eran buenas, bajo mi punto de vista, y otras no las pude  oír, porque a su lado habían altavoces del bar del al lado a todo volumen, me supongo que con la intención de boicotear al vecino). No sé si este año han cambiado de concejal de cultura, o el personaje se ha vuelto más sordo.
En medio de una multitud de personas y bajo una música a todo volumen se me acercó una alumna de 1º de Bachiller, vestida de blanco, con una enorme sonrisa e irradiando un gran luz y me solicitó una firma contra las perforaciones petrolíferas.
-Ayer conseguí 300 firmas, me dijo.
-¿Cómo te fue el curso?
-Notable de media…
Mi acompañante y yo firmamos y ella continuó repartiendo sonrisa.
Lo mejor de esa noche fueron las buenas maneras de todos los asistentes a la fiesta, la alegría que reinaba, las sonrisas, mi acompañante y esa luz…