sábado, 8 de enero de 2011

El Rincón del Cinéfago...en corto

Este es el mejor corto que he visto del 2010. No me extrañan los más 60 premios conseguidos en distintos festivales. De apariencia simple, con animación en 2D y poco más de seis minutos, consigue sorprender. No voy a contar nada de lo trama; sólo diré que es mudo, animado y una joya.


El Empleo
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Director: Santiago "Bou" Grasso. 2010.Argentina

viernes, 7 de enero de 2011

Contraluz.

A lo largo de esta semana, he recibido dos llamadas telefónicas de nuestro compadre hedonista Juan. Que como todos saben se encuentra exiliado voluntariamente en Lanzarote. En estas dos llamadas me ha insistido en la lectura de un libro de un tal Pynchon, Contraluz, del que habla maravillas. Me ha picado tanto la curiosidad que he estado mirando por los blogs de lector, y he encontrado algunas realmente interesantes. De todas la que más es la que pueden leer en el siguiente enlace:

  Contraluz

  Tantas alabanzas sobre esta novela no pueden ser gratuitas, así que espero que para el próximo mes de febrero, cuando ande un poco menos liado, me voy a lanzar a leerla. Y eso que tenía previsto meterme con alguno de Murakami.

martes, 4 de enero de 2011

Escritura automática

Prólogo.
Romper un silencio así no tiene perdón

Ayer por la noche, Charlie estuvo en mi casa. En su risa, en el umbral de la puerta, encontré su perdón. Nos dimos un tímido apretón de manos que él, con un gesto de fuerte hermandad, convirtió en un abrazo sonoro y asfixiante. Me pidió una cerveza y algo para picar. Le serví un güisqui con agua del grifo y un trozo de chocolate, y me disculpé para ir al cuarto de baño. Charlie rebuscaba entre los cedés apilados en la esquina junto a la ventana. Cuánta mierda de jazz tienes, dijo, mientras acercaba la llama azul del mechero a la punta del Marlboro que había cogido de mi cajetilla. Volví a hablarle sobre Miles Davis y él me calló con un profundo suspiro. Apretó el play del reproductor y dejó el estuche del cedé en cualquier parte. Nos dejamos caer en el sofá. Construimos entre los dos un tenso pero agradable silencio, como dos halcones que sobrevuelan la enorme gruta de un cañón. La trompeta de Miles Davis se atrevió a romperlo con los primeros acordes de Tutú. De cuando en cuando, miraba de soslayo a Charlie, que seguía recostado con los ojos cerrados y la ceniza del cigarro a punto de precipitarse sobre el sofá. Nos acabamos el güisqui y los cigarrillos. Charlie se levantó del sillón, recogió del suelo un cómic abierto que encontró en su camino y entró en la cocina. Seguí con la mirada cada paso a la vez que pasaba las páginas del cómic. Martha llamó esta tarde, gritó, acompañando el abrir y cerrar de puertas y cajones. No respondí, me limité a un ajá casi inaudible. Me preguntó por ti, dijo, mientras encendía un cigarro con la colilla del otro apoyado en la puerta. Silencio. Silencio. Silencio. Lo siguiente que recuerdo es a Charlie abalanzándose sobre mí, su puño en mi cara a través del cómic, y un cuchillo de cocina enterrado en mi muslo.


Nota: Estas son las primera líneas que escribo después de mucho tiempo. Preocupante sequía creativa con la que decidí terminar el primer día de este nuevo año. Me senté delante de un folio en blanco con mi Pilot negro de toda la vida, y escribí sin parar lo primero que me pasó por la cabeza, sin reparar en comas, puntos, dos puntos, ritmo...poniendo en práctica esta técnica que llegué a leer en algun lugar. Éste es el resultado de ese relato que decidí divir en 3 partes.
* Decir también, que el título es una frase robada de una canción de de la banda catalana Standstill, a los que escuchaba antes de sentarme a vomitar palabras.