sábado, 12 de septiembre de 2009

EL ERROR DE DESCARTES




Este libro de ANTONIO DAMASIO, lo llevaba leyendo desde los días de mudanza en agosto…me ha acompañado mucho…No es un libro para entretener, pero si para pensar, profundizar en nuestros genes, en nuestra neuronas…Me gustó mucho “En busca de Spinoza” del mismo autor y me ha encantado este….Lo leía a ratos…no se puede tragar como un libro de S. Larsson o de Murakami, pero si puedes hallar en el explicaciones a problemas de tu vida cotidiana….

He intentado copiar párrafos MUY INTERESANTE del libro, pero son muchos, hay que leerlo, eso sí, al principio hay que aguantar hasta la página 21 donde comienza la historia de Phineas P. Gage la cual les enganchara para continuar…Luego el libro entra a veces en fases repetitivas, pero vuelve siempre a dar bocanadas de aire fresco …Así que paciencia. Leerlo poco a poco, no es una novela. Su autor ha recibido el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en el 2005.

“Bene qui latuit, bene vixit” = Quien se escondió bien, vivió bien” (Descartes)

“Cogito ergo sum” = Pienso, luego existo

Aquí, Descartes iba detrás de un fundamento lógico para su filosofía, y la afirmación no era distinta de la de san Agustín “Fallor ergo sum” = Soy engañado, luego existo”….

¡Me gustó esa frase, recuerda a los libros de E. Punset!... ¡El cerebro nos engaña….!

El corazón humano en conflicto

" William Faulkner escribió estas palabras hacia 1950. La audiencia que tenía en mente era la de sus colegas escritores…Este libro se escribió con la convicción de que el conocimiento en general, y el conocimiento neurobiológico en particular, han de desempeñar un papel en el destino humano; de que, sólo con que lo deseemos, un conocimiento más profundo del cerebro y de la mente ayudará a conseguir la felicidad, cuya ansia fue el trampolín para el progreso…"



miércoles, 9 de septiembre de 2009

Los sueños sin Morfeo




Ahora que empiezan los niños la guardería o la primaria,me es inevitable no echar la vista hacía atrás y rememorar mi primer año de clase,curiosamente entre con 6 años,cuando todos mis compañeros lo habían hecho un año antes........jajaja........Mi madre que se despistó y me mandó un año más tarde,debió pensar que era muy lista porque siempre andaba con los libros de mis hermanos mayores de un lado para otro,aunque aún no sabía leer.......La verdad es que no me costo nada integrarme a pesar de que mis compañeros ya se conocían entre si,es mas,era un poquitín revoltosa y los ponía a todos al trote y Doña Aracelí,esa fue mi primera profesora,siempre me regañaba,aunque luego se reía disimuladamente..........Siempre la recuerdo con cariño,a veces me pregunto que fue de ella,con su moño recogido en la coronilla y su escarabajo celeste. Ella vivía en la escuela,justo encima de donde nos daba clase......A veces nos dejaba solos haciendo alguna tarea y si veía que tardaba mucho la iba a buscar y le decía que la clase estaba preocupada por ella, por si le había pasado algo,como era mayor!.....jajaja.

De ese primer año lleno de aventuras y el despertar de muchas ilusiones......recuerdo una mañana en que un compañero y yo nos quedamos dormidos y Doña Aracelí nos despertó dando un golpe de regla en nuestros pupitres......No se porque me quede dormida,quizás no me sentaban bien los madrugones y lo de mi compañero era justificable,se levantaba a las 5 para ayudar a su padre.......Pero realmente lo que mas nos sorprendió fue su pregunta cuando logramos centrarnos un poco..........Nos dijo que si Morfeo no nos había visitado por la noche......mi compañero y yo nos miramos.....no la conseguíamos entender,yo le dije que ya era mayor y dormía sola en mi habitación. Ella se rió, y luego pregunto a la clase. Al ver la negativa general nos explicó que Morfeo era considerado el dios de los sueños en la mitología griega...............me acuerdo de todo esto porque fue la comidilla de nuestra clase durante todo ese primer año y durante los posteriores.........

El Rincón del Cinéfago


Anticristo
Dinamarca. 2009
Director: Lars Von Trier


El sábado por la noche me senté en destartalado sofá de casa (invertí en la TV y el DVD y me olvidé de la comodidad…) intentando soltar los lastres que durante este mes había leído sobre esta película: violencia gratuita, vómitos y desmayos en las salas, deplorables críticas…Sabía que lo que iba a ver: una película de uno de los más grandes, inteligentes y arriesgados creadores actuales y uno de mis favoritos. Me sobrecogió con “Rompiendo las olas”; me descolocó con “Los idiotas”, me hizo sentir absoluto odio con “Dogville, me hizo tragar en seco con “Bailando en la oscuridad”… con “Anticristo” consiguió ese déjà vu emocional, pero todo junto.
“Un matrimonio, después de perder a su hijo pequeño en una fatal caída se retira a una pequeña casa del bosque Eden. El marido, psiquiatra, intenta ayudar a su esposa que ha quedado muy tocada psicológicamente después del accidente del bebé” A grandes trazos esta es la historia de esta película que no sé si etiquetar como de terror, porque cumple con las bases del género o de thriller psicológico. A medida que avanza, con una capacidad visual espectacular con planos muy largos de la naturaleza salvaje que rodea la casa con el único sonido monótono del viento y de las bellotas que golpean el tejado, los momentos tensos aumentan hasta el punto de que en algunas escenas, no aptas para estómagos débiles de violencia sin escrúpulos y amputaciones redentoras, es casi imposible no estremecerse. El marido intenta que la sufrida esposa supere su pánico a la naturaleza (la gran protagonista y la vez la gran malvada) y su sentimiento de culpa. Entre medias, sexo explícito y a veces brutal; reminiscencias satánicas; ansiedad; animales moribundos; mucho dolor… y la mano, para algunos genial (me incluyo) y para otros fraudulenta, de Lars Von Trier. Pero es que este danés hace lo que le sale del ojete (recuerdo su Celebrities en Muchachada Nui): vuelve a la génesis del cine con su memorando Dogma 95 y rueda un par de películas con cámara al hombro, diálogos improvisados en ocasiones, sin efectos de iluminación ni sonido… y cuando todos lo imitan rueda la obra maestra Dogville con la señora Kidman. Creyó encontrar la horma de su zapato en una obra de arte andante como Björk (cuentas las malas lenguas que su convivencia en el set de rodaje era imposible, cuestión de egos porque los dos lo tienen y mucho) y se saca de la manga un musical que ataca al corazón. Von Trier dice que “Anticristo” es una historia que rodó a medio gas después de salir de una larga depresión; pero eligió a dos actores que se atreven con todo; Willem Dafoe (en qué película no nos enseña el nabo este tío) y Charlotte Gainsborg (qué miedo da en su rol de madre/esposa desesperada) y consigue que, aun sin ser una obra para poner en lo más alto de su filmografía, no se olvide fácilmente: los primeros minutos, el “Prólogo” (la historia se divide en partes: Prólogo, Pena, Dolor, Desesperación y Epílogo) es de una belleza excepcional: una escena húmeda rodada en blanco y negro y a cámara superlenta. Cuando la vi el fin de semana pasado, le comenté a Juan Boro que todavía estaba haciendo la digestión. Cuesta seguirla, pero vale la pena que “duela la barriga”.

R.M.V

martes, 8 de septiembre de 2009

Desgastando vidas.

Desgastando vidas.

Desgastando vidas
y una sola en un momento
más
tristeza y odio no caben
desgastando cariño en el columpio del desinterés.
Ingenuos, ingenuas, locos, locas
maldiciendo lo más bello
con lo que todos podemos soñar
y desear
y ser
y sentir
sin pudrir los sentimientos
sin arrullar la amargura
que de sus ojos, cicatrices del tiempo
no da señas de vida.
Una existencia de sin sabores
coronada por la impaciencia
por la tozudez de las prisas por quemar la vida
por deshacer lo vivido…
Y las mentiras que nos contamos
y las noches que perdemos mirando las estrellas
sin verlas brillar
sin saber que miramos hacia el interior de nosotros mismos
muchas veces
perdiéndonos en nuestra oscuridad,
y mientras
pasan los momentos, preciosos ahoras
que se desgastan sin que nos demos cuenta
porque somos esclavos
de nuestra locura cotidiana.

Satori 2009

Vuelve "relatos en cadena"


Una historia, unos personajes, un escenario y una acción en cien palabras. A partir del jueves 10 de septiembre –cambiamos de día, sí, no te despistes- vuelve el concurso literario más popular de las ondas hispanas: Relatos en cadena. El desafío de escribir un microrrelato te obliga a decir más con menos. La Cadena SER y Escuela de Escritores recompensan tu ingenio y tu creatividad con un premio a la altura del reto: 6.000 euros para el mejor microcuento. A partir del jueves 10 de septiembre a las 10:30 en el Hoy por hoy.

El anuncio está en: www.escueladeescritores.com

lunes, 7 de septiembre de 2009

Novela Negra...


Esta entrada es de nuestro compañero Juan G. Marrero
Han salidos dos artículos en la prensa hablando sobre la novela negra, y sobretodo de Steig Larsson...Y he comprobado como estos dos personajes , el crítico J. Ernesto Ayala y el escritor Vargas Llosa están en la línea que hemos defendido aquí en esta blog los hedonistas y tambien en nuestras tertulias sobre la trilogía Millenium. Me parecen tan interesantes que los pongo aquí para abrir un debate si ustedes quieren y para comprobar que vamos muy bien encaminados...
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El placer del abismo 03/09/2009
<<...Y para terminar, el género policiaco tiene sus aguafiestas y se dividen en tres clases. Los que no leen a Larsson porque lo comparan con Montaigne; los que no lo leen porque está de moda; y los que no lo hacen por las dos razones juntas. Ellos se lo pierden.>>

por J. Ernesto Ayala-Dip es crítico literario.


Lisbeth Salander debe vivir 06/09/09

<<...La novelista de historias policiales Donna Leon calumnió a Millennium afirmando que en ella sólo hay maldad e injusticia. ¡Vaya disparate! Por el contrario, la trilogía se encuadra de manera rectilínea en la más antigua tradición literaria occidental, la del justiciero, la del Amadís, el Tirante y el Quijote, es decir, la de aquellos personajes civiles que, en vista del fracaso de las instituciones para frenar los abusos y crueldades de la sociedad, se echan sobre los hombros la responsabilidad de deshacer los entuertos y castigar a los malvados. ..>>

por Mario Vargas Llosa 06/09/2009



J.G.M.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Mi espacio 38. 6 piernas, 3 bocas, 6 manos,...

“Siempre he sido un hombre de piernas”. Puedo ser el hombre más honesto y sensato del mundo pero unas esbeltas y suaves piernas me pueden llevar a cometer la más absoluta estupidez y convertirme en el mayor de los desgraciados. Una cara se presta más a la subjetividad propia de la belleza: unos ojos pequeños que parecen recién rasgados en el rostro con una hoja de afeitar, encima de una nariz corva de caballete romano coronando una pequeña boca de labios finos y mortecinos, puede ser tan hermosa como unos enormes ojos que armonizan con una nariz pequeña y respingona, bajo los que cautivan unos labios carnosos y rosados. El pelo me da lo mismo. Una melena que cae en cascada sobre los hombros, sedosa y abundante me resuelta igual de sexy que un cabello corto y moldeado a la altura de la nuca enmarcando el rostro. Los culos no me inspiran demasiado. Los culos y los pechos son los grandes embaucadores. Con las piernas soy menos condescendiente.
Débora tenía un buen par de piernas firmes como columnas y siempre rematadas con un capitel de blonda. Solía lucir un moreno natural en cualquier estación del año, pero en verano sus muslos parecían tostados en el horno y untados con dulce de leche. Después de tomar una ducha, reposaba los pies sobre una toalla para masajear sus rodillas, gemelos, y tobillos con una crema hidratante con aroma de vainilla que me obligaba a cerrar el libro, casi arrancarme las gafas y arrastrarme hasta su lado como un perro faldero para percibir el olor que más tarde saborearía. Débora siempre fue transigente con mi fetiche; incluso se encargaba de reforzarlo con un extraordinario muestrario de medias, ligeros con encaje y zapatos de tacones altos de todos los colores y materiales: abiertos a la altura del talón o insinuando los dedos con las uñas esmaltadas en morado y carmesí. Ella tampoco ocultó nunca su afición. Le gustaba de vez en cuando ampliar nuestro círculo de amistades en el dormitorio. Nuestra intimidad estaba bien anclada. Salíamos de casa en dirección a cualquier bar de copas. Teníamos un acuerdo tácito respecto a la elección: ella se acercaba a la chica -siempre eran chicas porque Débora así lo decidió una noche y yo no supe oponerme-, coqueteaba con ella mientras tomaban juntas una copa; entonces yo me iba acercando dando pequeños pasos en círculo como una hiena que espera a que los leones se harten con su presa para después comer lo que queda de ella, y a la primera señal privada por parte de mi esposa las abordaba, me presentaba, explicábamos a grandes trazos y con despreocupada sonrisa lo que nos gustaría hacer en nuestro piso… y una de cada cinco o seis veces salíamos del bar satisfechos, agarrados a la cintura de nuestra huésped. Charlábamos sentados en el sofá mientras tomábamos una copa de vino, escuchábamos algo de jazz con la única luz de las velas y el ambiente comenzaba a relajarse con las risas confidentes de las dos chicas, los besos entre ellas, las caricias entre los tres, mis besos a Débora, mis caricias a la chica, sus besos y caricias a ambos… todas las veces se repetía la misma escenificación; el piano de Thelonius Monk, la seductora danza del humo aromatizado de las velas y el buen vino tinto como atrezzo de la obra.

La chica saltó de espaldas sobre la cama de nuestro dormitorio mientras Débora la besaba tímidamente en el cuello y le mecía la melena. Tenía la piel muy blanca y un bonito lunar en una de las axilas que exhibió al estirar completamente los brazos para ofrecerse a que Débora la desvistiese. Yo me arrodillé junto a ellas y le quité los zapatos a mi esposa. Agarré a la chica por los tobillos y tardé un rato en sacarle las botas altas de cowboy; la despojé de sus calcetines raídos y me entretuve acariciando los dedos y las plantas de sus pies, fríos y algo amoratados. Débora yacía desnuda mientras la lengua de la chica serpenteaba en torno a sus pezones, mordisqueándolos una y otra vez con vehemencia. Débora tenía la mandíbula crispada y se doblaba sobre si misma debajo del cuerpo de la joven que buscaba su sexo alargando la mano derecha y palpando debajo del algodón de las bragas. Conseguí hacerme hueco entre los dos cuerpos que parecían fundidos para desabotonar los ajustados tejanos de la chica. Ella se arrodilló a la altura del pubis de Débora y abocinó su boca bordeando el sexo. Le quité los pantalones con rapidez y me coloqué a su espalda sintiendo, a la vez que acariciaba sus muslos y hundía mi cara en sus nalgas, como se agitaba todo su cuerpo con la melena cubriendo por completo el abdomen de Débora. Mi esposa extendía sus manos como suplicándome que la besara, con la cara lívida y el cabello enmarañado. Rodeé a la joven y la besé apasionadamente después de arrebatarle de su boca insaciable el sexo de mi mujer. Con un gesto brusco la empujé hacia el lado derecho de la cama y empecé a saborear sus piernas, mientras mi esposa respiraba de forma desacompasada y la ella tomaba el necesario respiro, como si fuera un boxeador exhausto en su rincón. Yo mordisqueaba sus gemelos y amasaba la escasa grasa de sus muslos, formando pequeñas vetas en la piel. Repté lamiendo sus pantorrillas y tragué para fabricar nueva saliva a la altura de sus rodillas, huesudas y algo ásperas. Abarqué con mi boca gran parte de ellas y las surqué con mi lengua. Aquellas piernas olían a colonia de baño. Cerré los ojos y las imaginé contoneándose al caminar sobre los altos y finos tacones de unos zapatos de negro charol adivinándose el naciente de sus dedos antes de esconderse en la punta. Yo las besaba, chupaba y apretujaba, y mi esposa libaba el hidromiel que parecía manar de su boca. Débora estiraba las suyas buscando mis labios casi exigiéndome que las devorase como siempre hice, pero mi boca tenía dueñas; mis manos se debían a unas nuevas piernas que me habían hechizado. Nunca, desde que conocí a mi mujer, había sentido tal fascinación por otras que no fueran las suyas. Débora me golpeaba en la espalda y me decía: ven…sube…fóllanos… pero la chica le tapaba la boca con la suya. Acompasaba el movimiento de sus dedos dentro del sexo de mi mujer a la vez que agitaba de arriba abajo sus pies delante de mi cara. Débora gritaba mi nombre una y otra vez y volvía a insistir en que me pusiera encima de ella y la penetrara. La chica me agarró con fuerza del pelo y hundió mi cara en la humedad caliente de su sexo. Lamí con desesperación sus ingles y descendí con la lengua seca por sus mulos. Entonces Débora se la quitó de encima empujándola contra el cabecero y yo rodé sobre el colchón sujeto a ella. Mi mujer abandonó con brusquedad aquella orgía de sudor, lametazos, dentelladas y gemidos. Cogió las bragas de la chica que estaban a los pies de la cama, deshizo el nudo que yo había hecho con sus piernas de alrededor de mi cuerpo y la agarró por los hombros para sacarla de nuestro dormitorio a empellones. Me quedé boca arriba en el centro de la cama, intentando retener el sabor salado del sudor y la tibieza del roce de la piel de nuestra amante.

Perdí a Débora aquella noche.

No contestó a mis llamadas al día siguiente. Por la tarde regresó y me pidió que me marchara de casa. No me dio ninguna explicación. Tampoco se la pedí. Yo sabía que le había sido infiel. No montó ninguna escena; se sentó en el sofá, llenó dos copas de vino y pulsó el play del mando a distancia. La improvisación de Thelonius Monk rompió el incómodo silencio que tanto estaba recriminando mi alevosía. Me senté a su lado y tomé a sorbos el vino. Me encendió un cigarro y lo acercó a mis labios. Permanecimos en silencio, sentados a un metro de distancia, hasta que terminamos nuestras respectivas copas. Débora se levantó; alisó con las manos los pliegues de la falda y abrió la puerta del piso. Pasé a su lado, barrí con la mirada el piso y me detuve en sus magníficas piernas que recorrí de un último vistazo con la boca seca y entreabierta. Puse los pies en el rellano y ella cerró la puerta muy despacio.

Todos creen en el dios que yo maté hace tiempo


Texto de Hellawaits



Tanta perfección es irreal, tanta bondad un sueño.

Todos le ofrecen fidelidad, ¿a cambio de qué?..Una ilusión, palabras dulces y promesas inseguras...

No, no me lo creo, jamás lo creí, jamás lo creeré.

Mucha sangre se ha derramado en nombre de tan bondadoso y piadoso Señor, sus fieles bestias se han encargado de "enseñar" su doctrina a base de muerte y dolor... sangre de mentes y corazones puros que no necesitaban seguir tales mentiras y promesas vacías. Golpes de espada y cruz que no han conseguido dominar a todos y que cada vez pierden más.

Jamás dominaran nuestras mentes con sus falsas palabras. Dios es una farsa y la religión su teatro, con sus títeres y decorados pero con un guión sin base ni fundamento.

¡Que gran negocio, que bien montado! Un gran show de absurdas mentiras y crueles actos, eso si muy bien maquillado y suavizado tras la imagen divina, celestial y bondadosa de sus protagonistas, un gran reparto para una gran producción que ha embaucado a lo largo de los siglos a millones de "seguidores", lavándoles el cerebro hasta convertirlos en esclavos y personajes mismos de esta obra épica y surrealista llamada Religión.

¿Cuándo se dará todo el mundo cuenta? ¿Cuándo abrirán todos los ojos y despertarán de tan horrible pesadilla que ata sus mentes y las priva de libertad? ¿Cuando...?

Veo a las persona ir a los teatros a que les representen día tras día la misma obra, el mismo diálogo. Es como una tortura por la que hay que pasar, les llaman pecadores, les piden que se rediman de sus pecados, que tengan Fe, ¿qué Fe? ¿En quién? ¿Qué pecados? ¿Quién juzga? El mismo al que nadie conoce, al que nadie ha visto, al que nadie ha oído... ¿es tan importante El, que ni siquiera es capaz de acercarse a su público para que le conozcan, le toquen, le crean? Sinceramente me parece patético, si realmente existe un Dios creo que nos odia, y si nos creó a su imagen y semejanza no hay mas que hablar, ¿cuanto odio y dolor habita en el planeta? Ahí está su imagen y semejanza, un mundo de iras, odios y dolor que Él, si existe, estará observando tranquilamente y entretenido, esperando que nosotros mismos acabemos con todo. si realmente existe, nosotros nos hemos convertido en su teatro y estará disfrutando del espectáculo, su espectáculo, su obra...si realmente es así, mi enhorabuena por haber conseguido engañar a tanta gente sin que le culpen por ello...ahora tan solo cabe esperar a que baje el telón......

“¿Por qué perder el tiempo buscando a Dios?, aprovechémoslo conociendo a las personas.”


A.G.D.F.

(Ángel G. Díaz Falcón)