sábado, 6 de marzo de 2010

RELOJ DE ARENA

saludos chicos/as..........He estado un poco perdida,pero ya me he encontrado..............Espero que todo os vaya bien. Este poema lo escribí cuando estaba de prácticas en el hospital,hace unos meses................



Es una pena que el tiempo no espere,
que se haga perpetuo,
solo por momentos.
Para poder saborear conscientemente la realidad,
Para que esta no sea una quimera inalcanzable
Todo ha transcurrido tan rápido,
Tan efímero
Como puedo agradecerte todo lo que me has dado
Todo lo que he sentido en décimas de segundos.

A ti que te conocí
Que esparcías tu aliento
Que me emocionabas con tu fuerza


Y a ti que no me conociste,
Pero estabas allí.
No me hablabas, pero llenabas mi alma con tu silencio
No me mirabas, pero tus ojos iluminaban mi destino
Ya no sonreías, pero el tacto de tus manos,
me devolvía la mía.

El reloj de arena
Ahora yace, en una esquina de mi inconciencia
Lleno de recuerdos,
Que quizás algún día se borren o se conviertan en olvido
Pero permanecerán en la misma esquina, donde un día te conocí o donde un día tú no me conociste.

DE TOROS Y ASTA DE CUERNOS





Ya todos sabemos que en este país somos propensos a tradiciones, rimillas y a ponernos los cuernos …..El toreo considerado un arte para muchos, tal y como lo conocemos hoy, se remonta a unos cuatro o cinco siglos………..Los Catalanes lo quieren erradicar porque es cruel y sangriento, algunos mal pensados dicen que es porque es la fiesta nacional y huele a España………….Los Madrileños lo quieren proteger como bien cultural, alegando que ha sido cuna de inspiración para diversos artistas.

Creo que no tenemos el mismo concepto de cultura. La cultura es algo que enriquece la mente y el alma, para aquellos que la tenga. Torturar y humillar no entran dentro de ese concepto………..Ahora bien siguiendo esa regla de tres porque nos escandalizamos tanto cuando hablamos de ablación(extirpación del clítoris para iniciar a las niñas en la edad adulta)…….Es una costumbre mucho más antigua que el toreo pues ya se practicaba en el antiguo Egipto, extendido luego a África, America, Europa…………….Ay la hipocresía y la moral, que papeles tan importantes juegan en nuestras vidas, pues la usamos según nos convenga, cada cual se pinta la suya a su imagen y semejanza………………

viernes, 5 de marzo de 2010

El Rincón del Cinéfago





I´m not there. USA.2007


Director: Todd Haynes


Contar la vida de Bob Dylan sin mentar su nombre en dos horas de metraje… es, cuanto menos, extraño y a la vez, merecedor de un visionado. Condicionado por mi dylanismo militante me propuse a ver qué había hecho Todd Haynes con otra figura fuera de lo común que se paseó por siglo XX siendo amado y vilipendiado. Ya lo hizo en la magnífica y repleta de lentejuelas “Velvet Goldmine”, una película para mayor gloria del movimiento Glam Rock de los setenta, en la que se cuenta la ascensión y caída de una estrella muy parecida en maneras y actitud a David Bowie. No se puede ser más claro, con un trasunto de Iggy Pop retozando en la cama del falso (pero evidente) Bowie. “I´m not there” o “Yo no estoy allí” en el idioma patrio, se vale de distintos personajes que encarnan la vida y obra de Dylan, (des)organizados en una suerte de documental donde las imágenes cambian del color al blanco y negro, amenizadas con la música y la poesía de Bob Dylan: Woody, un niño negro en constante huída, atemporal en sus gustos musicales y con guitarra en ristre. Robbie, un actor mujeriego, enamorado de su esposa (qué sexy Charlotte Gainsbourg con ese inglés afrancesado) pero de la que se distancia día a día. Jack, un ídolo de música folk, contestatario y rebelde y que con el tiempo se vuelve evangelista y repeinado. Jude (junto a la música lo mejor de la película, interpretado por Cate Blanchett) un joven músico andrógino, creador disperso, vehemente e incomprendido- Dylan en estado puro-. William, un vaquero solitario demasiado parecido a Billy el niño, que también trata de escapar… y entre medias, Rimbaud (que explica su concepción de la belleza, la poesía y la clandestinidad) y Ginsberg (otro poeta amigo de Dylan y mutuamente influenciados).
Esta película, o falso documental (biopic que dicen los entendidos), puede correr el peligro de aburrir o de encantar, depende del grado de apego que se tenga al personaje, de las ganas de experimentar visualmente, y de lo feliz que se sea escuchando al icono norteamericano; y también, porque por momentos es algo dispersa por los saltos en el tiempo, los súbitos cambios de personajes y lo caótico de algunas escenas.
Yo la compraré y la conservaré junto a mi colección de fetiches dylanianos que campan en mi casa: “Las sesiones de Bootlegs (grabaciones de dudosa calidad sonora y que nunca se editaron en LP), un pequeño libro que recoge canciones de puño y letra, pasajes de avión, tickets de taxis, llaves de hoteles…, y un ejemplar que me costó mucho conseguir de su única novela, “Tarántula”, una historia vomitada, anárquica y frenética.





R.M.V

jueves, 4 de marzo de 2010

Cuando María de los Ángeles esperó durante años al marido ausente. "Almas Malditas II"

La perseverancia por la espera del marido le confirió a Maria de los Ángeles la admiración de todo el pueblo de Arucas, el día en que, al alba, Manuel desapareció mientras se dirigía a trabajar a las plataneras. Pero ya nunca volvió.
Prácticamente dejó de existir y, aunque nadie lo vio caminando con sus andares desgarbados, muchos pensaron que aquel hombre de mar con olor a salitre se había evaporado junto al aire abrasador llegado desde el desierto, en una fecha que todos recordaron como el pueblo empezaba a achicharrarse entre calles desoladas, aires polvorientos y casas repintadas de sudor.
Tampoco María de los Ángeles olvidó el día en que el gallo despertó por última vez al primer y único hombre que permitía hablarle un poco más alto que su padre. Amontonando tantas sospechas como arenas en su puerta, un ligero cambio en la costumbre de Manuel originó el espanto en las legaña de sus ojos: se había marchado sin darle ese beso mañanero que la complacía hasta que, al mediodía, le estampaba otra de sus famosas caricias en sus labios, la miraba a sus ojos azules, y le susurraba:


-Qué bonito es ver el mar desde aquí.-

Pero María de los Ángeles nunca tuvo los ojos azules, sino marrones, como su padre fallecido. Varios meses después de la boda, Manuel le confesó, entre temblores de melancolía, que añoraba el mar, pues toda su vida la había vivido en un barrio costero, donde la brisa marina y los baños de salitre calmaban sus nervios exaltados. Y es que después de casado, el vivir entre montañas de tierra y sin tener un horizonte de aguas saladas, lo estaban matando. Al escuchar tales palabras, María de los Ángeles decidió traerle el mar hasta su propia casa.
De la noche a la mañana, el color castaño de su iris se transformó en un azul tan intenso que su marido creyó haber dormido junto a la orilla del mar, en el preciso momento que despertaba y veía a María mirándolo fijamente, en la cama, cuando aún no había salido el sol, con una sonrisa tan limpia como el agua de alta mar. Y todo, debido a que María de los Ángeles temía por su marido que, temeroso y enrabietado, comentaba que la época en que llegasen las arenas desde el Sahara, la tierra iba a deshacer su cuerpo en millones de granos de arena.

En los años venideros, el panorama se tornó desolador. Donde antes florecía la naturaleza con poco agua, ahora crecía la desertización por calles y parques, y en las afueras el pueblo se amurallaban de dunas, causadas por las calimas traídas desde África. De tanto mirar al inesperado desierto, en las tardes expectantes, los ojos de la exasperada esposa se tornaron ambarinos, en los minutos que arrastraba las cadenas del cumplimiento del deber de esposa, hasta una de las escaleras del Parque de la Paz.
Persistiendo en su empeño desmedido, orgullosa le decía a todo el que se interesaba que, tarde o temprano, sea de día o de noche, el único hombre con quién había compartido la cama, aparecería subiendo de nuevo la cuesta del cementerio, sonriendo, y con esa mirada cándida que la había enamorado como una loca desesperada. Incluso, les decía justificando su ausencia que, al ser un hombre de mar, podría haber embarcado en uno de esas grandes cruceros, para luego retornar de otros mundos con montones de monedas de plata que los sacarían de pobres, y de las cuales, muchas de ellas, serían donadas en la construcción de la iglesia, porque Don Pedro le había dicho que así tenía ganado un lugar para los dos en el paraíso.

Criada con los principios conservadores de la iglesia y fiel hasta la muerte, María de los Ángeles enfriaba el fuego de sus entrañas con rezos y caricias solitarias, con largas conversaciones con el cura, que la instruía en los sagrados mandamientos y que, en más de una ocasión, la había rescatado de las garras de la lujuria.
En la casa de los silencios, las mantas se tornaron frías como la noche en los desiertos, en esa cama donde disfrutaron chirriando la cama en la primera noche de bodas, con el segundo hombre al que había visto sentado en un váter en toda su vida. Era un hogar convertido en cuatro paredes desnudas, un plato en la mesa y un único retrato como recuerdo del día de su boda, junto a un hombre que día a día le era más desconocido, y en una calle donde desde lejos se escuchaba el tañer de las campanas de la iglesia que avisaban a María de los Ángeles de que aún pertenecía al mundo de la realidad.
Y no fue por falta de pretendientes por lo que María de los Ángeles padecía el mal de las tardes silenciosas. Era una mujer bella, con dos pechos zarandeados por un caminar tan sensual que creaba, allá por donde iba, suspiros de resignación a los hombre del pueblo, pero que ahuyentaba tapándose sus piernas con sus largas faldas que le llegaban hasta debajo de las rodillas, porque les decía que aquellas carnes ya tenían dueño, y que muy pronto volverían a ser tocadas. No faltaron aspirantes que anhelaban la noticia de la muerte de Manuel.
Y fue precisamente el pueblo quién, durante los primeros días del desconcierto, se abalanzó como una avalancha altruista en busca del marido perdido. Se internaron en las cuevas de la montaña, se recorrieron las playas de norte a sur, se sumergieron bajo mar o escarbaron montañas de arena, y se recorrieron distancias nunca antes hechas por el hombre.
También se dieron indicaciones a todos los visitantes que venían a los mercadillos del domingo, a ver si por casualidad habían avistado a un hombre larguirucho, que se rascaba demasiado la cabeza y que vestía unas ropas tan amarillas que, junto a lo espigado y famélico de su figura, parecía un plátano canario.

Pero lo único que llegó al pueblo fueron los vientos del rumor. Lo que para ella iba a representar una brisa de esperanza, pasó a convertirse en un cúmulo de suposiciones que la tenían hablando sola por las calles del aturdimiento. Unos dijeron, para su posterior enfado, que lo habían reconocido caminando con otra mujer, que la había abandonado, y que mejor era darlo por muerto, vestir un año de luto y casarse luego con otro. Otros comentaban que vagaba pidiendo limosna, vestido con tres trapos, y con una mirada de demente que espantaba hasta las cucarachas.
Pero la historia más sorprendente fue la de una vieja decrépita y de ojos vivarachos que nadie había visto jamás por aquellos lugares y que luego desapareció sin dejar rastro. Declaraba que, mientras caminaba entre las dunas, había visto como millones de granos de arena formaban la figura de un hombre alto y de ojos ambarinos que salía de entre las profundidades arenosas, que vagaba sin pies ni manos, para seguidamente, volver a deshacerse tal como se le había manifestado, con el viento inhóspito arrastrando un lamento agónico. Pero toda aquella bruma sofocante de creencias y esperanzas, cayó derrumbada por las aguas del olvido.

Hasta que un día, Manuel Díaz reapareció de entre el paisaje yermo que era Arucas. Cuando ya los ojos ambarinos de María de los Ángeles miraban por última vez el desierto por donde debía aparecer Manuel, avistó en la distancia y subiendo por el cementerio, al ausentado: cabizbajo, sereno, serio y con las mismas ropas con las que se fue. Llegó con un andar cansino, pesado, y con los huesos balanceados de tal manera que a punto estaban de quebrarse, y lleno de granos de arena que no dejaban entrever su piel morena.
Se le acercó, pero María ni se dignó a saludarlo, porque pensó que era otro espejismo creado por el cansancio y los calores, aunque.... algo distinto llevaba éste que no le recordaba a su Manuel: no tenía buena cara.

Desconfiada, se acercó hasta él, lo abrazó y lo besó, pero lo único que sintió fue, al cerrar sus ojos, un rostro tan inexpresivo como árido, seco, y despoblado de todo sentimiento de vida. Justo cuando le iba a someter a un interrogatorio de época, su esposo cerró momentáneamente los ojos. María de los Ángeles fue sacudida hacia atrás por la impresión, y es que, en la faz de Manuel, se reflejaba la misma paz y serenidad que tenía su padre cuando lo vio muerto en el ataúd el día del velatorio.

-¿Dónde dejaste la vida, Manuel?- le susurró mientras emblanquecía los nudillos de rabia, lloraba al infortunio, expulsando lo que tantas veces había guardado en lo más oscuro de su corazón: la certeza de que el desierto había matado a su hombre de mar.

Irremediablemente, Manuel Díaz se deshizo entre sus brazos, en miles de granos de arena que se elevaron hasta el aire, desapareciendo junto con la calima, hacia el horizonte de su eterno y amado mar.
Poco después, acabó la maldición y terminaron las épocas de las arenas, en el momento en que una lluvia torrencial empapó el cuerpo de María y de todo el pueblo.

No se movió de donde estaba. Se dejó acariciar por el agua anhelada, limpiando toda la desdicha, y carcajeando con tanta intensidad que se escuchó el eco de sus risas hasta varios años después. El resto del pueblo de Arucas se le unió en un día que se percibió un olor a salitre por todas los aires del norte. Era la despedida de Manuel Díaz, que después de permanecer varios años en el desierto de sus temores, lloró de alegría, en una lluvia torrencial y furiosa que cayó durante un año seguido.

domingo, 28 de febrero de 2010

Esclavos de nuestra memoria II


Hablando sobre el mismo tema (alienación educacional) un compañero de trabajo me comentó que había recibido un e-mail sobre el asunto.

http://www.youtube.com/watch?v=xFifPG8oMNs

Mirando este vídeo también encontré uno muy interesante:

5000 año de religiones en 90 segundos:

http://www.youtube.com/watch?v=HX4-PXvAQic


En mi artículo sobre Krishnamurti, un lector llamado Guzmán hizo un comentario y nos deja una dirección para más información sobre el autor:

http://seaunaluzparaustedmismo.blogspot.com/

ESCLAVOS DE NUESTRA MEMORIA


Recuerdo en muchos momentos de mi vida como intentaba alejar de mi más de un pensamiento o situación que no era agradable y me causaba gran fatiga. Con la lectura llegué a leer algo de “filosofía zen” que decía:

“ Intenta vivir el momento, cuando estés comiendo, come; cuando estés durmiendo , duerme…”

Pero eso que a priori puede parecer muy sencillo, es MUY DIFÍCIL. Si se consigue uno aligera el camino.
Ahora he vuelto a Krishnamaurti, autor que intenté leer en mis años de universitario pero que creo que no entendía. Ahora he vuelto a comenzar con algunos de sus libros pero tuve que volver a dejarlo. Después del consejo de un amigo que me animó con otros títulos retomé la lectura de autor indio...Y el resultado ha sido excelente.

Comencé con EL CONOCIMIENTO DE UNO MISMO (Kairós, 1999, 12 €) y vi que la lectura de sus páginas era más fácil de entender que mi anterior acercamiento a sus obras. Seguí con los dos que comento a continuación.

“Lo que llamamos religión no es sólo creencias organizadas, con sus dogmas, rituales, misterios y supersticiones. Toda religión tiene su propio libro sagrado, su mediador, sus sacerdotes y sus medios para amenazar y aferrar a la gente. La mayoría de nosotros hemos sido condicionados por todo eso, con lo que se considera educación religiosa; pero ese condicionamiento enfrenta a los hombres entre sí, crea antagonismo, no sólo entre los creyentes, sino también contra los de otras creencias. Aunque todas las religiones afirman que veneran a Dios y dicen que debemos amarnos, inculcan miedo a través de sus doctrinas de recompensas y castigos, y a través de los dogmas competitivos que perpetúan la sospecha y el antagonismo”

Este es una de las 514 citas del autor del libro Esencia de Krishnamurti, compilado por Susunaga Weeraperuma (Ediciones Oniro, 12 €). Un libro que habla de charlas que dio el autor desde 1927hasta 1968. Cada una de estas reflexiones hacen saltar las neuronas y buscar en medio de nuestra niebla cerebral salida a tanta intoxicación cotidiana y social.


El PENSAMIENTO transitorio CREA al PENSADOR--- este se otorga la permanencia, se hace estable y crea --- el “YO” El pensamiento nunca puede ser LIBRE. Debemos comprender muy claramente que NUESTRO PENSAR es la respuesta de la MEMORIA, y esta es MECÁNICA. El CONOCIMIENTO es siempre INCOMPLETO, y todo pensar nacido de él es LIMITADO, PARCIAL, NUNCA ES LIBRE --- NO HAY LIBERTAD DE PENSAMIENTO Debemos tener LA MENTE ATENTA…”

Estos son frases, son parte de un resumen que he sacado de ¿ QUÉ ESTÁS HACIENDO CON TU VIDA? Comentarios sobre el vivir para jóvenes. (Ediciones Oceano Ambar, 15 €). Con una introducción muy interesante de la recopiladora de los textos Dale Carlson.



Cambiando de tema, pero hablando de otro tipo de borrascas (no psicológicas), el invierno meteorológico parece que le está diciendo al simio evolucionado que CAMBIE, porque la naturaleza va seguir con sus lluvias, tormentas…Y nos va a seguir tragando poco a poco si no despertamos de este sueño capitalista.
Con tanto cambio en los cielos he estado varios fin de semana sin salir con la moto. Pero ayer lo intenté de nuevo, pero el viento que apenas acariciab
a a los árboles en Tahiche, desde que salí de aquí comenzó a soplar cada vez más fuerte, pasando Mala miré unas palmeras que habían a la derecha y parecían que se iban a caer. Decidí dar la vuelta antes de llegar a Arrieta porque varias veces pensé que me iba al suelo.