
You Don´t Know Jack. 2010. HBOFilms
Director: Barry Levison
El fin de semana pasado, revisando las nominaciones de este año a los premios de la Tv norteamericana, los Emmy, me topé con el nombre, atrayente siempre, de Al Pacino, nominado por un telefilm titulado “You don´t know Jack”. De siempre, asocio telefilm a sopor dominguero de las tres de la tarde, títulos cortos con “fatal”, “total” o “mortal” de por medio, y conflictos materno-paterno filiales tan viejos como un traje de pana. Escruté la información en la Biblia cinéfila del internauta, IMDB- el que no la tenga en Favoritos y le guste el cine y las series, comete un craso error- y suspiré profundamente de pura relajación. El gran Pacino encarna al célebre Doctor Muerte en una producción de más de dos horas auspiciada por HBOFilms. Como poseído por el alma de Jack Sparrow, rebusqué en los cofres que atesora la red y allí estaba: Al Pacino disfrazado de anciano canoso, me invitaba a pulsar la pestaña, con sus subtítulos y todo, al ladito, y en Alta Definición. El domingo por la noche, al terminar el día, la vi.
Al Pacino, en otra soberbia actuación y caracterización, se pone en la longeva piel del Dr. Jack Kevorkian, bautizado por los medios en los años 90 como el Dr. Muerte, por sus controvertidas prácticas de suicidio asistido con enfermos desahuciados. La película presenta su enfermiza tenacidad en la defensa de la libre elección del enfermo a dejar de vivir; las más de 130 eutanasias, su paso por la cárcel, su huelga de hambre de 19 días por lo que el consideraba un ultraje a sus derechos, la especial relación con su hermana y con la activista Janet Good (Susan Sarandon) y con su especie de “Sancho Panza”, Neil, un John Goodman enorme que parece deber a la HBO-y a su genial papel en “Treme”- un renacimiento cual Ave Fénix, que le suministra todo lo necesario para llevar a cabo lo que el Estado de Michigan tipificaba como “Homicidios”, y que el médico realizaba, a veces, y desobedeciendo las leyes, en una furgoneta en medio de ninguna parte y en plena noche.
Es una película magnífica, en las que se mezclan añejas imágenes del Dr Kevorkian mientras entrevistaba a sus pacientes, para dejar testimonio, antes de que estos muriesen, y es una película fascinante, porque ahonda en el personaje: anciano, sin licencia para ejercer la medicina, pintor de horribles lienzos que tenían como tema central la muerte y amante de la música de Bach. Un viejo encorvado con sus particulares manías y al que ayudar a otros a morir, le dio una razón para pelear y vivir.
Aunque es un tema trillado, de difícil consenso e incómodo, la película consigue que, nuevamente, uno vuelva a posicionarse.