jueves, 15 de marzo de 2012

Desde mi quimera

Hace un par de días mi superior me dijo que si estaba pensando apoyar la huelga. Le dije que apoyo la huelga, aunque sea convocada por los sindicatos. También le dije que no iría a trabajar el día 29, consciente del descuento que sufriré, como él se encargó de recordarme casi pisándo mi frase. Una jornada de huelga no vale absolutamente para nada; los señores del dinero lo tienen todo muy bien orquestado y atado como para que les afecte un paro rociado de miedo, terror a perder el trabajo. Los griegos llevan incontados días de huelga general y se las siguen comiendo dobladas…y ni comer pueden ya. Nos descontarán el día y se descojonarán en nuestra cara al día siguiente. De aquí viene mi disonancia cognitiva. Apoyar un día de paro en el que no creo, cuando lo que realmente creo que haría saltar los plomos es negarse a seguir bailando el agua a los que manejan los que están detrás de las cortinas: negarse a seguir pagando impuestos, negarse a pagar a los bancos, negarse a seguir teniendo miedo: una huelga sine die…desde la absoluta indignación y sensación de indefención e impotencia y no desde las siglas.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Face.

Me llamo Face y tengo 26 años


Mi vida no tiene sentido. Soy una ingeniera informática y trabajo de programadora, gano 800 euros: Estoy explotada .Necesito salir de ésta isla, aquí no tengo futuro alguno. Hace unos de años volví de Madrid…cuando la crisis ¿Qué crisis? De Zapatero. A casa de mis padres después de una ruptura con mi pareja y de un despido laboral. Mi chico y yo nos enamoramos estudiando la carrera de ingeniería, pero también es trompetista. El fue primero con contrato laboral a Madrid., mientras yo terminaba un par de asignaturas ,y con el dinero de mi madre me saqué el carnét de conducir.



El buscó un piso , lo acomodó como pudo. Yo aprendía recetas de cocina que mi madre me enseñaba, incluso me regaló un libro de cocina. Tenía muchas ilusiones puestas en mi relación con Yarey. Todo iba sobre ruedas, en casa como siempre , mama y papá siempre discutiendo .Mamá llora , y siempre está alterada , es una victimista.

No la soporto, desde que llega del trabajo, se tumba en el sillón del salón a dormitar viendo la tele. Luego se levanta, hace la comida del siguiente día, recoge algo ( casi nada ) y, o se va a dormir o vuelve a caer en un sueño en el sofá.

Siempre está sola: desayuna sola, almuerza sola, merienda sola, cena sola y limpia sola .Va al cine a tragarse unos plomos increíbles. Su rostro refleja infelicidad. Cuando comemos juntos, la tele está encendida, así no la oímos quejarse.

Prefiero no acercarme a ella, sólo sabe protestar. Solamente, cuando necesito algo le doro la píldora. Yo también soy una superviviente. Pero después de lo obtenido me aparto, me es imposible comunicarme con ella. En realidad no me importa su vida, tengo que ocuparme de la mía .Yo soy joven, tengo un futuro con Yarey…



Hasta que por fin llegó el día más deseado de mi vida: Yarey volvió a nuestra ciudad a recogerme. Como dos jovenzuelos que éramos marchamos a la capital. Al mes de llegar conseguí trabajo, mientras, estuve llevando a la práctica mi recetario de cocina. Pero Yarey es cubano: sólo come arroz , frijoles y plátanos fritos. Mis papis me envían regalos: ropa de cama, una olla exprés, mis bártulos etc etc. Nuestra relación de pareja murió a los tres meses de convivencia. Busqué un piso compartido, logré encontrar uno barato y comencé a convivir con tres mujeres más, unas extrañas en mi vida. Mi madre me agobia, me llama insistentemente y yo no quiero cogerle el teléfono. Ha molestado hasta a Yarey para saber de mí. En septiembre tengo a mis padres en Segovia de vacaciones, mi madre ha pagado los 15 días con todo incluido para mi también .Yo sólo estaré unos días, mi vida está en Madrid.

Aquellas palabras que dije cuando regresé a casa de:

“ Madrid es un punto negro en el mapa “, ha quedado en el olvido. Estoy en la capital, con un contrato de seis meses.



En el aeropuerto mis padres me acompañaron, estoy frita por irme. Mi madre como siempre, me ha comprado un bocadillo ”porsiaca”.

Me despido con prisas, corro hacía el control, es temprano, pero quiero entrar ya. ”Adiosito“ Las Palmas, adiós papuchis. Hasta nunca.