jueves, 22 de diciembre de 2011

22 D

Hoy comienzan para muchos en el mundo estudiantil las vacaciones de final y principio de año. Paradójicamente para mí también. Hoy termina un ciclo de 6 meses de trabajo que como diría el rey me han llenado de orgullo y satisfacción. Y es que trabajar a gusto es lo que tiene………………..
Ayuda a Domicilio es un servicio que se presta a las personas mayores que en un momento de sus vidas tienen algún tipo de dependencia que les impide cubrir parte o todas sus necesidades básicas (entre ellas la higiene) y durante este tiempo me he colado en 19 vidas (sin contar familiares y cuidadores) llena de historias tan duras como reales, marcadas por una época que para algunos de los usuarios roza el siglo. Y lo bueno de todo esto es que no se queda en algo puramente técnico o mecánico (para mí), sino que entra en juego un motor psico-emocional.

Por momentos me he convertido en una hija, una nieta, una hermana, hasta en una esposa consentida. Y es que ellos/as me han llenado mis rincones más oxidados en pura magia a base de muchas anécdotas, risas y sonrisas, ilusiones aparcadas, confidencias olvidadas, supervivencias ancladas en el pasado………..y algunos sin decir nada pues ya hablaban sus miradas.


De todas las historias me quedo con la de un señor de 84 años que tuvo una caída importante, quedándose sobre todo la mano izquierda con secuelas, apenas podía abrirla y cerrarla. Este señor parrandista donde los haya tocaba la guitarra desde los cuatro años, pero a raíz del accidente le era imposible. Todos los días después del baño íbamos a caminar un ratito y un día hicimos una apuesta yo dejaba de fumar y el tocaría de nuevo la guitarra………..tres meses después, tras el aseo, me dijo. Hoy no vamos a pasear, ven que tengo que enseñarte algo y cogió su guitarra y con algo de trabajo toco y toco….Fue muy emocionante.

Puedo decir que para mí los mayores, viejos, viejitos (no importa el término que se use, siempre que se haga con el máximo cariño y respeto) se han convertido en una debilidad, en un feeling difícil de explicar. Porque toda una vida de lucha merecen toda mi admiración.

Hoy empieza un nuevo ciclo…………

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Corazón compartío…

Hemos atravesado el puente de inicio de diciembre y ya están aquí los cansino villancicos y toda esa parafernalia, pero vamos a hacerle caso a la ley de atracción y pensemos en POSITIVO, aparte de todo ese consumismo hay que intentar relajarse con tanta locura alrededor.
El miércoles 21 en el centro a partir de la 2º hora (demasiado para algunos profesores que hubieran preferido que fuera a partir del recreo) se realizó una fiesta en nuestro instituto con diferentes torneos (ajedrez, pin-pon, baloncesto, futbol, balón volea…) y además los de 4º de la ESO aprovecharon para sacar unas pesetas vendiendo bizcochón y chocolate.
El instituto estaba un poco patas arriba pero la sangre no llegó al río y había de todo. Alumnos que se aburren hasta del divertimento, profesores que esperaban desesperadamente a las 14,00 horas, pero también había gente pasándolo bien. Risas, charlas, chocolates, más risas, música, ruido… ¡fiesta….!
En la final de baloncesto (eran tres jugadores) se enfrentaron los profesores contra el equipo de mi hijo…
¿Qué hacer…?
¿A quién apoyo…?
En el anterior había aplaudido las jugadas de mis compañeros, pero en la final…
¿La final…?
¿Iba a traicionar a mi descendencia…?
¡Tenía el corazón partío…!
Pero la sangre tira mucho…Y al final, aunque aplaudía a ambos equipos me decanté por apoyar al equipo de mi hijo. Partido muy igualado. Mi hijo metía una y otra vez varias canastas. Al final del tiempo llegaron con un empate. Tiros libros cada uno de los tres jugadores. En la primera tanda falló un profesor, y un compañero de mi hijo. En la segunda, los profesores acertaron las tres, falló el otro compañero. Mi hijo había metido las dos suyas.
¡Todos contentos….!

P.D. Más contentos nos hemos puesto con el nº 60584 del viaje de fin de curso de 4º de la ESO, donde vendí 20 nº de mi hijo, 200 euritos el décimo...jejeje...para comprar el Papyre...

El rifle...revisitado

Unos días después de la muerte de King Jon Il, quiero recuperar este relato que escribí hace unos años inspirado en la aterradora y a la vez folclórica figura del Gran Lider.


El rifle color verde pistacho

El desfile del día grande enardeciendo el triunfo de la autócrata Tristeza sobre la vetusta República rodaba por las calles: una silenciosa mancha negra alineada al milímetro. Rictus serios y apesadumbrados que portaban banderas grises y púrpuras a las que el viento apenas conseguía ondear. Los uniformados, de riguroso negro, que encabezaban la comitiva reverenciaban al Presidente que, sentado en su trono de ampuloso oro, saludaba el paso de la marcha con un leve movimiento de cabeza. La audiencia, también uniformada de completo negro, llenaba las aceras de la “Avenida Dolor”, engalanada con luctuosos crespones en los balcones y las farolas. Al final de la Avenida, bajo el Arco del Triunfo, se hallaba el púlpito del Presidente, a más de tres metros del suelo y custodiado por la escolta presidencial, que sujetaban con dificultad a enfurecidos Dóbermans que ladraban enloquecidos al paso del desfile de la Armada. Las perpendiculares “Calle Desesperanza” y “Pasaje Soledad” estaban flanqueadas por enormes guardias ataviados con escudos, cascos, protecciones y fusiles en ristre.

Él deambulaba nervioso por su apartamento. Era consciente de que cualquier paso mal dado fuera del plan sería el fin; la policía entraría a culatazos en su apartamento y en menos de veinticuatro horas, y tras la somanta de palos con la que le invitarían a subir al furgón policial, sería condenado a muerte sin clemencia. A ratos miraba el desarrollo de los fastos anuales en la televisión. Sentado a la mesa del comedor repasaba de memoria las cantidades que debía extraer de cada pipeta que permanecían cerradas herméticamente. Sólo contaba con una bala. Una única oportunidad sin espacio al error. Una sola bala que debía impactar, de forma certera, en pleno corazón del Presidente. El rifle pintado a irregulares brochazos de color verde pistacho descansaba con el cañón apoyado en la puerta de la nevera. Mientras Él se acercaba sigiloso a la ventana y echaba furtivas ojeadas a las azoteas y terrazas adyacentes en las que no cabía un policía más, el Presidente era agasajado con los bailes y volteretas de tres docenas de niños de la Escuela de Danza. Los distintos grupos infantiles, con gorras negras caladas hasta el entrecejo y los colores gris y púrpura de la bandera nacional bordada en las viseras, desplegaban sus tediosos movimientos al ritmo de la letanía de sus maestros. Él se dispuso a rellenar la bala con las minuciosas cantidades memorizadas semanas atrás valiéndose de una jeringuilla de metal: 1 miligramo de esperanza que extrajo del brazo izquierdo de su esposa, 2 miligramos de alegría que extrajo de su hijo pequeño, 1 miligramo y medio de placer que sacó la misma noche de su bajo vientre, 4 miligramos de amor que extrajo de su dedo corazón y 3 miligramos de amistad que los días previos fue aprovechando de las muñecas de los tres amigos implicados en la conspiración y que esperaban refugiados en la buhardilla su llamada tras el atentado. Completó la bala con paciencia y precisión. La levantó hasta sus ojos e inspiró profundamente. Agarró la botella de vino tinto con la que la noche anterior calmó sus nervios mientras pintaba el rifle, y roció el interior de la bala con un chorro que decidió a ojo; la agitó enérgico, y la prensó con gran esfuerzo. Cogió el Rémington verde pistacho de cerrojo y cargó la munición. En la televisión, que permanecía con el volumen al mínimo, el longevo Presidente se dirigía al estrado para entonar la arenga del “Día Nacional”. Sus súbditos, al unísono, hincaron la rodilla derecha en el suelo, se destaparon el cráneo con un gesto rápido, atoraron la cabeza, y se llevaron la mano derecha al corazón; un golpe seco que sonó como miles de bombos baqueteados a la vez. Él bebió a morro de la botella de vino; apagó la televisión y se acodó sobre el improvisado atril que creo con un viejo revistero para poder apuntar con el rifle desde la ventana sin el temor a que el cañón fuera descubierto desde cualquier azotea custodiada. Descorrió lentamente las cortinas para dejar paso a la punta del cañón, y localizó el rostro orondo y presuntuoso del Presidente en el visor. El Presidente desplegó la hoja en la que tenía escrito con letra menuda el discurso; deslizó sus gafas de lectura a lo largo de la nariz y entonces Él divisó su coronilla despoblada. El Presidente volvió a levantar la barbilla y con la mirada recorrió la silenciosa Avenida tomada por miles de obedientes autómatas. Tamborileó con los dedos sobre el micrófono, que le devolvió un pitido. Él, recorrió apuntando su torso y dirigió la cruz de la mira al pañuelo gris y púrpura que sobresalía ligeramente del bolsillo izquierdo de la chaqueta. Cogió aire. Empezó a apretar el gatillo; escuchó su quejoso sonido metálico al replegarse. El Presidente tosió. “Bienvenidos”, saludó a la audiencia con voz gutural. Él parpadeó un momento antes de disparar. El impacto en el pecho del Presidente fue preciso. El proyectil le partió en dos el corazón. En el momento en que su pesado cuerpo se derrumbaba abrió mucho la boca y exhaló un quejido que sostuvo hasta que la escolta se apresuró a auxiliarlo. Él soltó el rifle y se dejó caer en el sofá. Sabía que aquel ataque no acabaría con la vida del Presidente, pero la mezcla que se esparciría por su cuerpo lo dejaría gravemente contagiado. Encendió un cigarrillo y escuchó como estruendosas pisadas y rápidos y agigantados pasos bajaban y subían las escaleras del edificio, forzando a patadas las puertas de los apartamentos entre gritos y maldiciones. El aire empezó a oler distinto; decididos rayos de sol se abrieron paso a codazos entre las plomizas nubes y el eterno color púrpura del cielo de la Avenida Dolor tornó a un claro azul celeste. Los gritos de estupor del público asistente, poco a poco, se convirtieron en nerviosas risas acalladas por las manos, y los lamentos que acompañaron el traslado del Presidente escoltado en la ambulancia, se transformaron en carcajadas al abrir paso al vehículo por la atestada Avenida. Él estrujó la colilla del cigarro en el cenicero, cogió el teléfono móvil y marcó el número de su esposa, que esperaba la llamada escondida en la buhardilla junto al resto del Comando. Esperó al primer tono y colgó. Se recostó a un lado del sillón; se quitó los zapatos pisándose los talones y se quedó dormido.

martes, 20 de diciembre de 2011

Como simpre que nos reunimos...

El pasado domingo quedamos algunos de los miembros de este blog en el Sancta Sanctorum que se ha convertido en este tiempo el encantador rinconcito de Gustavo y su esposa -y artista del dulce- Mabel; el Delicatessen Pandora. Quedamos a las 19:30 y más o menos todos llegamos puntuales. Habíamos quedado un poco tarde porque tampoco pensábamos que firmas unas páginas llevaría toda la tarde;!ejem! Se nos incorporó esta vez Inma, que llegó con Rafa y Gloria y que espero se haya llevado una grata impresión del grupo con el que compartió un chocolate, risas, ocurrencias, recomendaciones literarias…lo de siempre que nos reunimos. Esta vez la excusa para vernos fueron las firmas de todos los participantes en el proyecto libro, que ya tira pa´ lante con todas las ilusiones del mundo puestas en todas esa páginas que guardan sentimientos, pedazos de vidas, pensamientos, retales de la memoria…en negro sobre blanco. Al rato nos dieron las 21:30, y ninguno quería marcharse después de pasar un par de horas contemplando las estupendas fotos que el amigo Ángel (el modesto Ángel) sacó a Leti –qué mujer más guapa y fotogénica, por el amor de dios- para la futura portada del libro. Eran fotos en blanco y negro cargadas de ese erotismo elegante que insinúa más que enseña. Tacones, medias con ligueros, libros, tabaco, más libros, sugerentes miradas, vino… un placer para los sentidos que calentó una tarde fría y lluviosa de domingo.

Rebuscando en los archivos que guardo en el portátil mientras hablábamos de grafología y cada uno se fijaba más que nunca en el por qué del tamaño de sus mayúsculas o lo ingeniosos que eran los rabitos de sus ges, encontré las pinturas, magistrales y siempre inquietantes, del artista norteamericano Mark Ryden. Son cuadros repletos de simbologías ocultas y contemplarlos es cómo jugar a encontrar “cosas” en los lugares más insospechados; ocultos tras una ardilla, en los aparentemente inocentes dibujos de un tiovivo o a la mesa de una apacible tarde infantil tomando el té.

http://www.markryden.com/



http://www.taschen.com/pages/es/catalogue/art/all/06320/facts.mark_ryden_pinxit.htm


Cuando dejamos el Pandora, después de dejar testimonio gráfico en varios móviles y en la cámara de Mabel, tomamos un café en el Yuren´s, donde nos sentamos mojados alrededor de una mesa en unas banquetas altísimas. Allí seguimos charlando sobre nuestro libro y los libros de los demás. Así, Claudio nos contó de forma somera de qué va un ensayo sobre el capitalismo al que ha echado el ojo y que creo que nos dejó a todos con la miel en los labios y ganas de leerlo. ¡Me pido prime para leerlo cuando empiece a prestarlo! Por favor, Claudio, cuenta en este mismo hilo algo más sobre ese libro; o mejor, escribe un artículo. Yo les hablé del regalo que me hizo Patricia el sábado: una edición de lujo de la obra completa de Leonardo Da Vinci editada en dos gordos tomos y al detalle por TASCHEN: pintura, dibujos, ingenios, investigaciones sobre el cuerpo humano…y todo con una calidad de imagen y de papel realmente buena. Muy recomendable y asequible.

http://www.taschen.com/pages/es/catalogue/art/all/04462/facts.leonardo_da_vinci.htm

También hablamos de las bondades de la librería parisina Shakespeare and Company, que lleva abierta desde los años 50 y en la que han dormido (literalmente) y creado autores geniales como Kerouac, Ginsberg o Hemingway. A día de hoy sigue siendo referente parisino de la cultura y albergando a jóvenes escritores entre sus tabiques de libros. También hablamos algo de televisión, aunque fue para reírnos de ella.

http://www.shakespeareandcompany.com/




Nos despedimos y cada uno por su lado, con la promesa de vernos más a menudo y TODOS JUNTOS de una vez. Miento, Claudio, Ángel y yo teníamos ganas de seguir hablando y lo hicimos de camino a nuestros coches y junto a la casa de Ángel: de cine, literatura, comics… como siempre que nos reunimos.



R.M.V.