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“Fue amor a primera vista: ‘la ciudad que nunca duerme’ es uno de mis lugares en el mundo. La convertí en mi musa: es una metrópoli bella, alocada, única. Es la quintaesencia de las grandes ciudades”
Recientemente me han regalado este precioso libro del ilustrador alemán Werner Kruse, alias Robinson , de la editorial Electa. Es un tomo apaisado, repleto de dibujos en los que te puedes pasar largo rato embobado. El día que me lo regalaron, dije: "Anda, un ¿Donde está Wally?, para viejunos".
Eran los años sesenta, como dice su prólogo, y para un artista la Nueva York de aquellos años reunía todos los atributos de una musa: era bella y era única, y era La Ciudad; todas a la vez. Robinson la recorre meticulosamente, a mano. Dibujos precisos que son una réplica exacta de edificios y calles en la que no falta ningún detalle: la ventana del apartamento de John Lennon, el escaparate de Tiffany’s en la Quinta Avenida, la luz biselada de la Grand Central…Todo eso, y más, sale del lápiz de Robinson.
Una gozada de libro, regalo que agradezco a Enoc, y que nos empuja, un poquito más, a querer conocer esa ciudad que ya, tanto conocemos.
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1 comentario:
A mí siempre me ha fascinado esa ciudad. No sé si es por las películas, que le dan un aire romántico tan digno del celuloide; o las tan nombradas torres gemelas, Queens, Central Park o la Estatua de la Libertad.
¿Libertad? menuda palabra tan mal usada en el país de las barras y las estrellas.
Una ciudad alocada, de distintos colores de piel, con alfombras verdes y grisáceas, y hormigas que trabajan por un bien común: el capitalismo.
Al igual que a Werner Kruse le sirve de inspiración esta jungla donde casi reina la locura y el libre albedrío, también conozco a un tal Paul Auster, que retrata la ciudad y sobretodo el barrio de Brooklyn, de tal manera que paseas por sus calles sin aún haber estado allí.
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