martes, 4 de diciembre de 2012

Historias de Nueva York, de Enric González


Esta tarde me he leído un libro buenísimo, de un periodista honesto y al que leía en El País -antes de que lo abandonara- con puntual devoción. Antes, había leído sus Historias del Calcio, una forma distinta, histórica y magistral de interpretar el deporte que apasiona  a medio mundo. Esta tarde me senté a las cuatro y media y no pude despegarme del sillón hasta las cerca de las 7. "Historias de Nueva York", de Enric González me atrapó desde la primera frase. Una mezcla de vivencias, olores, sentimientos e historia de esa metrópolis adorable, odiosa e insomne. Especial reseña el capítulo dedicado a la pasión neoyorkina por el Baseball y sus históricos jugadores en pijama de rayas, como el peculiar Lawrence Peter Yogi Berra, genial constructor de ingenios verbales que, como dice Enric Gonález, sólo podía ser superado por las quotes de Groucho Marx:

- Ya nadie va a ese sitio, hay demasiada gente.
-El futuro no es lo que era.
-Corta la pizza en cuatro pedazos, no tengo tanta hambre como para comerme seis.
-Es un gran hotel, las toallas son tan grandes que casi no puedo cerrar la maleta.
Y mi favorita:
Su mujer le preguntó un buen día:
- Naciste en Missouri, te criaste y jugaste en Nueva York, vivimos en Nueva Jersey; si muroeras antes que yo, dónde te gustaría que te enterrase.- Y Yogi responde:
-No sé, sorpréndeme cuando llegue el momento.

Fascinante también es la forma, escueta y lúcida, con la que describe los cinco apellidos que han sido el motor de la vieja Nueva Amsterdan que se convirtió en el epicentro de la gran potencia mundial: Morgan, Astor, Vanderbilt, Rockefeller y Carnegie; o las feroces luchas de nativos contra irlandeses en Five Point, la paulatina desaparición de Little Italy, sus familias y las ascensión del China Town.

Los capítulos finales los dedica a sus colegas de profesión, compañeros que hacían todo lo posible para no volver a Madrid porque la profesión engancha; y dedica unos párrafos a fallecidos como Julio Anguita Parrado o Ricardo Ortega.

Todo lo anterior está impregnado del olor a parrilla de múltiples locales donde se sirven platos del tamaño de un camión y de tugurios donde se bebe para olvidar la soledad cuando se está rodeado de gente.

En resumen, que he pasado una tarde paseando por las calles del West al East del archipiélago, conociendo cuánto costaron los cimientos del Chrysler o plantado delante de la dorada cámara subterranea de la Reserva Federal. Un libro corto, de 140 páginas, pero grande y lleno de verdad, su verdad, la de Enric González, el mismo que abandonó El País ante la desfachatez de su consejo directivo y la del señor Cebrián.

3 comentarios:

Juan G. Marrero dijo...

¡Ay, la literatura...!
¿Quién pudiera leer...?
Pero claro, sentarte, abrir el libro (cómics, ebook, etc) perjudica al sistema...Y lo que está de moda ahora es recortar, recortar horas de lectura, recortar tertulias culturales, recortar...

Raúl M.V. dijo...

Como decía Andrés Trapiello en su artículo del pasado domingo en el Magazine: "Nos quieren en paro,sin techo, desesperanzados, ignorantes y a ser posible, muertos"

Mensy dijo...

Yo tengo la trilogía de sus viajes, en los que fue corresponsal y me leí hace un tiempo historias de Roma y me recuerda mucho tu reseña, con diferentes escenarios, recorridos y personajes..pero en definitiva un libro muy agradable y fresco para leer…….Los otros dos recorridos(Londres y New York), quizás no me atraigan tanto, pero ahí los tengo pendientes. Aunque si me gustaría historias de París en la que también fue corresponsal.