martes, 10 de noviembre de 2009

Texto de Hellawaits



Lo que aparentaba ser una aldea, parecía estar completamente vacía. El aire era tan pesado que tenía la sensación de que chocaba contra él a cada paso que daba y la vida solo era un vago espejismo que se diluía tragada por el aire y el suelo polvoriento que se extendía a sus pies, calentado por un sol resplandeciente y nítido que brillaba en un cielo rasgado tan solo por una efímeras nubes que insinuaban no querer moverse. El abandono de aquella extraña parte del mundo era tal que solo lo rodeaba tierra seca y yerma, sin límites, sin presente y sin principio. Tan solo siete casas rompían el árido plano del horizonte, siete casas colocadas al azar, quizás, por el viento que una vez, quizás, existió en esta “extraña parte del mundo”. Las casas, esparcidas en aquel incomprensible albedrío, daban la sensación de ser cascarones abandonados por la vida que en algún momento las habitó, y que al paso de los soles y, no se si las lunas, las abandonó un buen día sin ni siquiera mirar atrás mientras desaparecía confundiéndose con la lejanía. Estaban construidas de piedras, barro, maderas y cañas, aparentaban haber sido hechas con prisas y sin preocupaciones estéticas o funcionales, todas tan iguales que eran como la misma que se reflejaba en varios espejos, tan solo tenían una planta, perfectamente cuadrada, todas tenían una puerta principal, dos ventanas en los laterales y la pared trasera totalmente desprovista de cualquier oquedad. Todas tenían el mismo desgate en las maderas y en lo que una vez pudo ser pintura blanca o yeso, la ruina habitaba ahora aquellas piedras. Todas las puertas y ventanas estaban cerradas, pero daban la sensación de invitar a tocar y pasar a sentarse en un cómodo sofá, era una extraña sensación de cómo si las puertas fuesen las que le llamasen para que entrara.
De pronto el corazón se le aceleró y la sensación de que una bola pastosa le subía la traquea lo hizo caer de rodillas en aquel terroso suelo levantando una espesa nube a su alrededor, tras dos arcadas vomitó lo que parecía que había comido por última vez y que no acertó a recordar, tenía la sensación de que la vida acababa de salírsele por la boca y reptaba por el suelo huyendo de él. Trató de incorporarse pero la sensación de vacío no le permitió moverse, un sudor frío comenzó a cubrirle la piel y a gotear en la seca tierra, formando al poco pequeños charcos, y con la sensación de que se estaba derritiendo bajo aquel sol y que iba a fundirse con la arena, se desplomó inconsciente sobre los charcos que se habían formado bajo él.

4 comentarios:

Modesto González dijo...

El amigo Hellawaits siempre en su mundo oscuro y perverso, donde el protagonista yace sin remedio confundiéndose con el panorama desolador creado por el muchacho del bazar. Esperemos que pronto pueda acceder a este blog.

karnak dijo...

Yo creo que el aspecto del bazar influye mucho en la escritura de Hellawaits. Si pusiera ese par de sofás y la mesa que le vengo diciendo desde hace tiempo, seguro que vería las cosas con más luz, más color...

Juan G. Marrero dijo...

El otro día hablaba con Mode de esa zona oscura...pero estoy totalmente de acuerdo con lo que dice Karnak del sofá....

Ángel Díaz dijo...

A ver señores....en vista del coñazo de los sofases he estado pensando...(si algo poco habitual en mi, lo se) que en lugar de poner esos famosos sofas, lo mejor sera poner un buen par se estacas de madera con una sugerente punta roma y una anchura que haga lagrimear hasta los ojos de una munñeca, asi mis cpmpañeros hedonistas ppdran sentarse en ellas u permanexer todo el tiempo que quieran. En fin, siempre es un placer ignorar vuestras lacerantes puyas y burlas, y quien sabe..... Quizas algun dia aparezca un sofa, pero quizas solo deje sentar a chicas atractivas.... Salud yrock para todos.............................