viernes, 4 de junio de 2010
La Odisea. Homero.
Apenas la Aurora, hija de la mañana, apareció para anunciar el nuevo día, cuando el poderoso rey Alcínoo abandonó el lecho, en tanto que el divino e ingenioso Ulises dejaba también el suyo. Y juntos los dos, abriendo camino la sacra potestad de Alcínoo, se encaminaron al ágora, que los feacios habían construido cerca de las naves. Tan pronto como llegaron sentáronse en las piedras pulidas, unos al lado de los otros, mientras Minerva, deseosa de acelerar el retorno del magnánimo Ulises, recorría la ciudad bajo la figura de un heraldo del prudente Alcínoo y acercándose a cuantos veía, los animaba con estas palabras:
"¡Príncipes y caudillos ilustres de los feacios! Id al ágora a escuchar las peticiones de un extranjero que, después de errar largo tiempo por el vasto mar, ha llegado al palacio de Alcínoo. Trátase de un varón en todo semejante a los dioses inmortales."
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2 comentarios:
Qué bueno es tener este tipo de amigos.
Hoy me he levantado de la cama cabreado, cansado, acalorado, derrengado... Mientras me tomo un café que me resucite, reviso los mails, y mi amigo Juan, como cada día, selecciona lo más interesante de la prensa y me lo envía; comentado, subrayado y acompañado de humor -gracías,Juan-. Poco después, entro en el blog, y mi amigo Claudio ha seleccionado un pasaje del poema más maravilloso de la historia, y me tomo los últimos sorbos del café junto a Ulises para afrontar con su ejemplo, otro día cabrón de trabajo, carretera, calor... qué más se puede pedir.
Gracias chicos.
(para lo demás, Mastercard)
¿ODISEA...?
Odisea la que estoy viviendo yo estos días de final de curso esquivando las flechas que me lanzan los alumnos que quieren alejar de ellos el fantasma del suspenso que se han ganado por la atrofia de sus neuronas y solo se han dedicado a de adrenalinizar el día a día con sus instintos primarios de supervivencia...
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