sábado, 22 de junio de 2013

Vino, herbolario y playa



El viernes 21 de junio a las 14,00 horas salimos la mitad del claustro de profesores del IES Teguise para la bodega Bermejo a celebrar un asadero. La primera tanda de profesores que llegamos aparcamos junto a otros coches situados delante de una parte de la bodega. Nos bajamos y tuvimos que andar un buen tramo de camino.
Comenté:¡ Esta caminata no la había contado nuestro anfitrión…!
Cuando avanzamos unos 300 metros nos encontramos a nuestro amigo preparando las mesas debajo de un hermoso y gran árbol y un almacén que hacía de contraviento, ya que estos días ha soplado mucho aire por la isla…

Nuestro colega al vernos llegar nos dijo:
.- El lugar del asadero era donde ustedes aparcaron. Pero mañana y pasado se celebra la ruta del vino, va a venir la televisión a grabar,  la salida se hace desde esta bodega. Así que tienen que quitar los coches, dar la vuelta y aparcarlos por este lugar.
Volvimos todos a nuestros coches a cumplir órdenes. Luego comenzamos a ayudarlo a preparar todo para el asadero.
A los pocos minutos me alejé para avisar a los otros compañeros que se habían retrasado un poco, pero cuando los localicé todos habían caído en la misma trampa que nosotros. Llegué a tiempo de desviar tres coches, los otros o no me vieron, o hicieron caso omiso de mis señales y advertencias. Cuando se bajaron no hizo falta que les informara, porque una encargada de la bodega se ocupó de ello.
Nuestro anfitrión había conseguido este interesante lugar por medio de un trabajador de la empresa  amigo suyo. Además   una condición era que le compramos el vino “Bermejo”. Apareció ese hombre con tres cajas, una de vino blanco dulce semiseco, otra de blanco seco, otra de tinto. Después de abrir un par de botellas nos invitó a acompañarlo para realizar una visita por la bodega. La mayoría de los profesores le siguieron, otros se quedaron embriagados por el vino.
El hombre nos dio una hermosa clase de química, política y sociología sobre el vino. Comenzó diciendo que todos los años se celebra un concurso de fotografía, de 1000 euros. Antes eran para el fotógrafo, ahora se reparten, 500 para el fotógrafo y 500 para el señor que deja hacer la foto en sus viñedos.
Comenzó la interesante clase de vino, pero me era difícil asimilar tanta información debido a lo complejo de toda la producción.  Comentó que a veces se les ha llegado a pagar el kilo de uva a 50 céntimos. Ahora se está pagando a 2 ó 3 euros, pero que muchas veces los agricultores no llegaban a cobrar. Ellos, la bodega Bermejo, había comenzado a realizar una nueva política de pagar en diciembre y en verano. La mayoría de los agricultores se venían con ellos, por lo que las otras bodegas tuvieron que pagar a tiempo.  Su jefe tenía la idea de que la ayuda debería ser para los agricultores y no para las bodegas como se venía haciendo. Nos habló del frío, de lo importante del agua para el vino y la bodega.  Ellos han solicitado ampliar más, pero no le han otorgado el permiso. Quieren construir hacia abajo porque el vino se mantiene mejor bajo tierra.
 La visita fue amena y muy instructiva.
Volvimos al lugar del asadero y nos enganchamos a las botellas y a la ensalada. A continuación nos lanzamos sobre la paella. Las botellas de vino  iban abandonando las cajas, excepto el tinto el cual no  gozaba de la popularidad de los otros dos.
También había por allí otros comensales que preferían la cerveza.
Las salchichas aparecieron más tarde, pero la carne se hizo de rogar.
 A las  17,30 aproximadamente una profesora sacó las cinco tartas que había hecho y fui el primero en caer a la tentación. Claro, por respeto a mi compañera para saborearlas y darle mi humilde opinión.

A las 18,00 recibí un MSM de una amiga que iba a reunirse con otros colegas en un herbolario de Arrecife. Así que después de felicitar a mi compañera me subí en el coche hacia un nuevo destino.
De  repente, me encontraba en un herbolario. Rodeado de productos naturistas y toda esa atmósfera que los envuelve. Estuvimos hablando y riéndonos un rato.

A continuación me fui con tres de las personas de aquella reunión a tomarnos algo a Playa Honda. Más tarde se incorporó otra pareja. Ya había anochecido y me encontraba al lado del mar, entre el murmullo de las olas, de la música de fondo y de las voces de mis acompañantes.

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