sábado, 31 de agosto de 2013

Salto cuántico



En mi juventud me leí “Tus zonas erróneas” del Dr. Wayne Dyer. No había vuelto a saber nada de este autor hasta unos meses que vi su interesante  conferencia
El Poder de la Intención(http://www.youtube.com/watch?v=ZPKcj4G5Zm4).
Hace unos días una amiga que anda por Irlanda  me envió la película-documental  "El cambio". En esta explica en varias historias de ficción y muy esquemáticamente como cada individuo tiene que intentar encontrar su punto de partida.
En nuestra vida atravesamos por nuestra infancia (también se puede dividir en otras etapas),  pre adolescencia, adolescencia, juventud y madurez. El hecho de haber cumplido años no significa que hayamos vividos intensamente esas etapas. Hay gente que se queda anclado en alguna de ellas o que se salta alguna, con todas sus consecuencias. Si hemos sido capaces de aprobar una a una (esa nota la pone la vida, el universo) somos capaces de estar preparados para dar el salto cuántico del cual habla W. Dyer.
Hay personas que en la edad adulta todavía sigue jugando a ser niño, o jugando a ganar dinero y engañar a los demás, a no hacer su trabajo bien y escaquearse, etc. Esos individuos tienen que repetir curso para poder entrar en la universidad de la vida, para poder dar ese salto.
Cada persona desde su lugar de la vida,  sobretodo en su trabajo (o desde el paro) puede realizar su sendero. No se trata de rezar, de hacer talleres, de viajar a países buscando el santo grial. Se trata de realizar tu labor, lo mejor posible, y ahí encontrar tu senda. Desarrollarte como persona, como individuo y saltar.
No podemos engañar al universo, a la vida como engañamos a nuestros semejantes o a nosotros mismo. La vida nos hace repetir curso si nos desviamos de nuestra senda.
Habrá gente que llegada la edad adulta no se ha enterado todavía de que va la vida. Pero señales en el camino han habido, pero si se prefiere sentar delante de la tele a ver el fútbol, telediario o programa s basuras, pues estamos sembrando para un suspenso.
Para aprobar hay que leer, participar en acciones sociales, ser solidarios, despertar unas cuantas neuronas para que pueda entrar la información.

Hay cuatro pilares donde se apoya nuestra personalidad, o cuatro cuerpos. El cuerpo físico que hay que cuidarlos, mimarlo (dieta y ejercicios equilibrados), el cuerpo emocional (equilibrar todos nuestros sentimientos, emociones, pasiones, relaciones…), el cuerpo mental (despertar de la alienación social, de los paradigmas que nos encierran en sectarismos) y el cuerpo espiritual (respetarnos, respetar a los demás, ser altruistas, trabajar por la humanidad). Son como las cuatro patas de la mesa. Si faltan dos se cae, si falta una y nos apoyamos en ese lado también se cae. Hay que desarrollar los cuatro. Hay individuos que tienen solo un pilar con un diez en él (muy inteligente, premio nobel, o destacado en la música, o cualquier deporte…) pero les fallan los otros. Tenemos que tener como mínimo un cinco en cada uno de ellos.


La película del Dr. Dyer lo explica muy bien.
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Película-documental: “El cambio”

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