Esta vez no erraré el tiro. Me aproximé al enemigo. Habían aniquilado a muchos compañeros. Debía vengarlos. Yo era el francotirador. Me agaché y avancé sigiloso por un lateral. Me coloqué en posición y miré a través de la mirilla, apuntando directamente a la cabeza del adversario. Respiré hondo, me relajé, no podía fallar. Cerré un ojo mientras con el otro apuntaba. En ese instante, el enemigo me miró fijamente a través de la mirilla y comprendió. Se me aflojaron las piernas y casi no pude disparar. Luego gritó. Reaccioné a tiempo para que la bala atravesara su ojo derecho. Nunca olvidé el rostro del miedo.viernes, 30 de octubre de 2009
El rostro del miedo
Esta vez no erraré el tiro. Me aproximé al enemigo. Habían aniquilado a muchos compañeros. Debía vengarlos. Yo era el francotirador. Me agaché y avancé sigiloso por un lateral. Me coloqué en posición y miré a través de la mirilla, apuntando directamente a la cabeza del adversario. Respiré hondo, me relajé, no podía fallar. Cerré un ojo mientras con el otro apuntaba. En ese instante, el enemigo me miró fijamente a través de la mirilla y comprendió. Se me aflojaron las piernas y casi no pude disparar. Luego gritó. Reaccioné a tiempo para que la bala atravesara su ojo derecho. Nunca olvidé el rostro del miedo.
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1 comentario:
Veo que estamos rescatando los microrelatos. Me gustan bastante, son dinámicos y muy ágiles.
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