sábado, 21 de mayo de 2011

Historia o Prehistoria.

Cronológicamente, la historia empieza cuando el ser humano abandona el medio de producción de cazador-recolector y se asienta en pequeñas aldeas pasando al modo de producción agrícola. El paso del nomadismo, a la vida urbana viene marcado por una serie de avances técnicos tan revolucionarios que se ha venido a llamar a este proceso de urbanización la revolución neolítica. Estos avances van desde el desarrollo de las técnicas de cultivo: selección de las semillas, optimización de los cultivos, desarrollo de técnicas de regadío, etc. El proceso de urbanización tiene muchos inconvenientes, empobrecimiento de la dieta, aumento de las enfermedades, mayor energía invertida para conseguir la misma cantidad de alimentos, necesidad de procesar el alimento, etc. Pero con el tiempo, se conseguirá algo que compensará todo lo negativo: la aparición de excedentes.

Estos excedentes permitirán que una parte de la población, no tenga que dedicarse a las tareas de cultivo de los alimentos, sino que podrán dedicarse a otras tareas que redundarán en beneficio al colectivo: artesanos, comerciantes, mineros, etc. Para ello se aplicará un sistema de redistribución de productos que permitirá la manutención de estos “liberados”, será este colectivo el que permitirá el avance tecnológico de la sociedad. El avance más importante y el que marca definitivamente el desarrollo urbano, es la aparición de la escritura. La escritura surge de la necesidad de contabilizar de alguna forma, los productos excedentes que se almacenaban y la identificación de estos productos en las vasijas que los contienen. La escritura nace por una necesidad económica, para optimizar los productos obtenidos y su posterior redistribución. A partir del Neolítico, la economía se convertirá en la gran impulsora de los avances del ser humano. Esto también lleva aparejado la creación de un sistema de medidas, de peso, de volumen, etc. Que permita controlar las cantidades de productos y las equivalencias de unos con respecto a otros, y que será el germen de un nuevo sistema de comercio que no estará basado en el trueque. Este proceso redistributivo del que hablábamos tendrá además otra consecuencia inmediata, la aparición de una élite que será la encargada de ejecutar el proceso de redistribución, los que decidan qué cantidad de alimentos se deben entregar y quien tiene derecho a ellos. No pasará mucho tiempo, para que esta élite con poder para decidir qué se hace con el excedente, pase a apropiarse directamente de ellos. Para ello se vincularán inicialmente con la divinidad, creando un aparato ideológico que los legitime para ello.



Esto es un proceso complejo. Las jefaturas, que ya existían durante la prehistoria (la época de cazador-recolector) van evolucionando con la urbanización. Inicialmente se vinculan estas jefaturas a personajes que destacaban en la comunidad por su valor, por sus hazañas, por sus actitudes para la caza, etc. Se trata de una jefatura conseguida por méritos, y con un valor más moral que real sobre el resto del colectivo, ya que tratándose de una sociedad de iguales, donde no existe la propiedad privada, las tomas de decisiones se realizan por consenso entre todos los miembros de la comunidad. Aún así, estos jefes serán los interlocutores del grupo ante otras comunidades, serán líderes de los grupos de caza y serán quienes decidan los movimientos del grupo. Entre sus privilegios estarán el derecho a recibir más alimentos o las mejores partes de las piezas cazadas, lo que de entrada significará que tanto el jefe como su familia disfrutará de una alimentación mejor y más cuidada que el resto.

 Con el tiempo, estas jefaturas irán evolucionando y su poder moral se irá transmitiendo a sus descendientes, de forma que los clanes, tribus o familias de jefes, irán adquiriendo un prestigio que no tardará en ser reconocido por el resto de la comunidad. Este prestigio servirá para que cuando la comunidad dé el paso a la urbanización y realice su revolución neolítica, se apropie de las mejores tierras y de los mejores medios de producción. Estos grupos privilegiados, convertidos ahora en terratenientes, se irán convirtiendo poco a poco en las élites de los nuevos asentamientos urbanos. Sus privilegios se irán transformando, y ahora se ocuparán de los cultos religiosos, hasta que con el paso del tiempo se conviertan en los intermediadores de la divinidad con la comunidad. De esta forma, las decisiones que antes se tomaban en base a su prestigio moral en nombre de la comunidad, ahora las toman en nombre de la divinidad. Entre sus privilegios más importantes está el derecho de apropiarse de los excedentes del colectivo para su redistribución a la sociedad. Estos colectivos se convertirán en los primeros dirigentes de las incipientes ciudades-estado y el centro de su poder estará concentrado en el templo, convertido en el lugar de toma de decisiones políticas, en el lugar de control económico de los recursos de la colectividad, en el almacén de los excedentes, en el centro cultural donde los sacerdotes aprenden la escritura, y en el centro de comercio. Pero sobre todo, en el lugar donde se deposita la imagen de la divinidad, verdadero aglutinante social y político de las primeras sociedades.



Estas primeras sociedades se localizan en lugares a priori favorables a la agricultura, donde el acceso al agua es constante. De ahí que a estas sociedades se les haya denominado sociedades hidráhulicas por estar ubicadas geográficamente en la ribera de grandes ríos: El Nilo que permitió el auge de Egipto, el Tigris y el Eufrates que permitió el auge de Mesopotamia, el Indo en la India y el Yan-Tse en China.

Cuando llegamos a este punto de desarrollo urbano y tecnológico, ya podemos hablar de Historia. Por contra, cuando hablamos de los períodos anteriores, de cazador-recolector, hablamos de prehistoria. Esto no quiere decir, que en todos los lugares y en todas las sociedades el paso de la prehistoria a la historia se hiciera al mismo tiempo. En las Islas Canarias, hablamos de historia a partir de la conquista, los períodos anteriores se denominan prehistoria de las Islas Canarias.

De todo esto que hemos hablado podemos sacar una primera conclusión: el hombre entra en la historia gracias a un acto de insolidaridad: la apropiación por parte de unos pocos de los excedentes de producción del colectivo.

2 comentarios:

Juan G. Marrero dijo...

""... El hombre entra en la historia gracias a un acto de insolidaridad: la apropiación por parte de unos pocos de los excedentes de producción del colectivo. ""
¡Que hijos de ....que somos...!
Lo ves, por eso no se puede ser altruista, hay que sobrevivir...
¡Pero Muy CABRÓN EL SER HUMANO, o para tener esperanzas, ALGUNOS SERES INHUMANOS...

¡¡MUY BUENO EL ARTÍCULO...!!

Ángel Díaz dijo...

si, muy muy bueno me ha gustado mucho Mr. Karnak...el ser humano es terrible...ains..