sábado, 8 de octubre de 2011

La autoestopista motera



El sábado a las 9 de la mañana mientras preparaba un artículo para el blog, le entró hambre, así que se dirigió a la cocina. Dejó el ordenador encendido para escuchar el programa del viernes 7 de “Discópolis” donde seguía con más música de Pink Floyd. Cuando estaba calentando la leche le pareció escuchar el sonido del móvil cuando entra un mensaje, pero como la música del grupo inglés era una ensalada de ruidos no hizo mucho caso. Al rato, ante la duda miró y tenía un msm…Cuando estaba terminando de desayunar sonó el teléfono, era la misma persona que le había enviado el msm…Hablaron durante un buen rato y en un momento de la conversación él le comentó que iba a salir en la moto, que si quería dar una vuelta…Risas, dudas, y desconfianza hacia el motorista…En ese momento sonaba “Atom Heart Mother” y puso un rato el auricular para que al otro lado escuchara la música. Como siempre, la charla fue interesante y entretenida…Ella le deseó buen paseo en su moto…
Cuando iba despacito disfrutando del paisaje de la Geria vio como de una de las bodegas salía una persona corriendo con un casco en la mano, cuando llegó a la altura de ella, para su asombro esta la hizo señas para que parara…Dudó un momento, pero el instinto masculino fue más fuerte y frenó, ella corrió y se acercó. Pudo ver unas lágrimas en el rostro de la hermosa chica.
-¿Me llevas…?
- Si…
Subió la autoestopista y él continuó su camino con aquel nuevo paquete detrás. Iban a una velocidad de unos 80 Km/h. De repente la chica se abrazó por detrás y apoyó su cabeza sobre su espalda. Entre el aire y la sorpresa que llevaba encima no le dio mucha importancia. Se dirigió hacia Los Hervideros y al llegar paró. Ella se bajó, le dijo su nombre y a que se dedicaba. Nada más. El no preguntó. Caminaron y se acercaron a contemplar el paisaje marítimo. Hablaron de muchas cosas, pero ajeno a sus vidas. Comenzaron por lo bonito de lugar, luego literatura, música, la crisis, los indignados…A los treinta minutos parecían que se conocían de toda la vida. Él le preguntó que si quería que la llevara algún lugar, respondió que no.
-¿Dónde vas tú…?
-Yo suelo dar una pequeña vuelta, son casi la una, si tienes hambres podemos ir a Playa Blanca a comer, te invito.
-¡Vale…!
El recorrido hacia el lugar de destino fue agradable, buen día, sol y aire fresco. Ella conocía un restaurante donde se servía buen pescado por lo que allí se encaminaron. Él le contó cuando estuvo una semana trabajando de médico en el Centro de Salud de aquel lugar…
“Todavía recordaba que estaba contratado en Mala unas semanas, la doctora le había dicho que se incorporaba el lunes y el tenía en su contrato ese día, por lo que informó a administración, a la encargada que conocían muy bien.
- No te preocupes tu vete al centro de Salud de Mala a las 8…
Cuando llegó allí ya estaba la doctora…Hablaron educadamente, porque se conocían y respetaban, y volvió a llamar desde allí.
-Perdón, me equivoqué…Tienes que ir para Playa Blanca…
-Oye, que son las 8,30 ya no llego
-No importa…
Salió con su coche lo más rápido que pudo y llegó al cabo de una hora. Los pacientes y la administrativa le recibieron con mala cara, pero no el DUE que fue muy educado. Cuando llevaba dos horas sin descansar le dijo a la administrativa que iba a desayunar. Esta le respondió mal echándole en cara su tardanza…Entonces él explicó lo que había ocurrido y la chica pidió disculpas…Estuvo allí una semana. Cuando le quisieron ampliar el contrato el contestó que no. Recordaba todavía la estadística de aquellos usuarios, entraba un conejero, un peninsular y un extranjero esa era la proporción de los días que allí estuvo…”
Cuando acabaron con el postre dieron un paseo caminando por el lugar. Ella le dijo que si tenía móvil... Él se alejó mientras ella hablaba…
-¡Llévame a Femés…!
Cogió la carretera que iba hacia el Papagayo y se fueron en dirección al pueblo de Mararía.
Cuando llegaron se bajaron de la moto y se quitaron los cascos. Estuvieron un rato hablando mientras esperaban. Vieron llegar un grupo de motoristas. Entonces ella lo abrazó, y ante su sorpresa le dio un beso en la boca …Luego se dirigió hacia el grupo donde estaban las motos y se subió en una de ellas. Cuando se iba le decía adiós y se golpeaba su corazón como hacen los futbolista…
El tardó un rato en reaccionar, pero subió en la Suzuki y salió despacito en dirección a su casa. Le pareció escuchar los perros aullando, al igual que en la famosa novela de Rafael Arozarena.

3 comentarios:

karnak dijo...

Por esto no subo yo autoestopistas en mi moto.

Mensy dijo...

Muy buen relato Juan y estupendo recorrido en moto…………………….Peligroso frenar como el motero de la foto..........

Vic dijo...

Buen paseo y un buen relato...